La curvatura de la córnea

01 septiembre 2019

Tambén llora



Llora el velero porque no tiene tablas ni olor abierto.

Llora el velero estancado por el viento negro de huellas rojas que, agonizantes, gimen por las cañadas.

Las olas, que comprenden la miseria de campos secos y desmayados,  se rompen con el viento hasta alcanzar un mundo de cáscaras dónde se ocultan miserias de luna. Ellas saben que la velocidad de la muerte verde rompe cristales, y que no hay remedio ni sepulcros definitivos.

Los marineros, que sin brisa son pájaros de radio, brotan oscuros y encendidos como las noches antiguas de un trasatlántico deslumbrado que produce paisajes rotos y nombres angustiados.

El Mediterráneo, en silencio, también llora.

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