La Asamblea de mujeres: Entre la reivindicación de Echanove y la mofa de Aristófanes
La guerra del Peloponeso (431-404 a. C.) fue un enfrentamiento
provocado por el temor de los espartanos al crecimiento de sus vecinos los
atenienses. Esparta gana la guerra y deja desolados los campos del Ática, de
manera que muchos campesinos se vieron obligados a emigrar a la ciudad de
Atenas por lo que se rompió el equilibrio que se había conseguido entre la
ciudad y el campo. La peste asoló Atenas propició el hundimiento moral de la
población, se impuso un régimen oligárquico y el espíritu cívico que venía
floreciendo en la ciudad decayó de forma evidente para decantarse, en palabras
de Espelosín, “por elementos individualistas que buscaban el beneficio y la
salvación personal en prejuicio de los intereses públicos.”
Esta profunda crisis moral y política se ve perfectamente
reflejada en la comedia de la época cuyo autor principal es Aristófanes quien
consideraba corruptos y miserables a los líderes políticos, y utilizó la
parodia, la obscenidad y un lenguaje innovador para mostrar la gravedad de la
situación de la ciudad de Atenas y la necesidad de encontrar una solución
inmediata a los problemas.
En esta tesitura Aristófanes escribe su “Asamblea de mujeres”
una comedia que sirve de espejo para la actualidad porque cuando en ella nos
miramos, nos encontramos con los mismos chupópteros y mangantes que la obra
denuncia. Esta fase de la obra es recibida por el público entre el asombro y el
jolgorio por aquello de que si, la historia con dos mil años de por medio se
vuelve a repetir, pero ay! conforme avanza la comedia descubrimos las
verdaderas intenciones de Aristófanes que sí, es cierto que denuncia la corrupción
pero, a poco que rascas, encuentras que las nuevas proposiciones para solucionar
los problemas de Atenas, esas soluciones que tanto nos suenan porque las hemos
escuchado en los medios de comunicación como una nueva ola regeneracionista, al
final, junto a las mujeres que las proponen, se convierten en chascarrillo y
mofa. No olvidemos que las mujeres atenienses del siglo V a.C. es un colectivo
marginado de la vida política y social
Y es precisamente ese desfase en los mensajes el que
determina la intensidad interpretativa de la obra. Mientras la comedia transcurre
entre mofas por las cuestiones económicas, sociales y políticas la función va viento
en popa, sin embargo el viento amaina cuando llega la segunda parte y queda
desvelada la intención final del autor que no es otra que dejar en ridículo a
ese hipotético gobierno de las mujeres y, por lo tanto, dejar en agua de
borrajas todo el ímpetu de cambio.
Y a mí me parece que ese es el motivo para que Echanove,
como director de la función, haya buscado una salida más airosa a la representación
y añada, a modo de chirigota, el grito que a los ciudadanos de este bendito
país nos queda por cantarles a los dirigentes políticos: ¡¡Que nos devuelvan
las ruinas!!
Esas ruinas morales y económicas que nos están dejando con
el culo al aire.
De esta manera podemos situar a cada uno en su sitio,
mientras Echanove subraya la pimienta de los conflictos actuales, Aristófanes
nos muestra su verdadera cara, la cara de un tipo conservador y tradicional,
algo así como lo que ocurrió en las últimas elecciones en España que parecían
traer vientos de cambio pero a la hora de la verdad democrática de las urnas
todo se quedó en aquello que decía Felipito Takatún en el televisivo “Un, dos,
tres responda otra vez” de los años setenta: Yo sigo.
La función también sigue durante todo este fin de semana en el Teatro Principal de Zaragoza.
Etiquetas: reseña teatro, teatro principal
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