La curvatura de la córnea

08 enero 2015

Momias egipcias. El secreto de la vida eterna.





“Pronunciar el nombre de un muerto es hacerlo vivir”

(Anghor. Sacerdote de Tebas. 650-625 a.C.)




Introducción
Momias Egipcias. El secreto de la vida eterna es una exposición organizada por la Obra Social de La Caixa. La exposición está diseñada en torno a diferentes apartados bien diferenciados, y esa distribución espacial será la guía para este texto cuyo objetivo, más allá de la descripción y el aroma que desprenden de los objetos del Rijksmuseum Van Oudheden (Museo Nacional de Antigüedades) de Leiden, Países Bajos, es describir la metodología que los egipcios utilizaban para recibir el hecho natural de la muerte.
Bienvenida
La exposición ocupa el primer piso de este edificio que también se merece una visita. La entrada es poco espectacular, tan solo unas vitrinas que hacen la función de mostrar en un rápido resumen como desde el 4.500 a.C. hasta el 395 d.C. los enterramientos desde el Periodo Predinástico hasta el Imperio Romano han pasado desde un poco más de un agujero, hasta los cadáveres momificados en las tumbas del desierto, o la introducción de nuevas prácticas funerarias como la cremación y la colocación de retratos del difunto dentro del sarcófago. Cinco mil años de cultura egipcia como ejercicio de reflexión para aquellos que perciben el mundo egipcio como un mismo contendedor cultural en el que se puede meter desde las pirámides hasta la muerte de Cleopatra.
Morir para renacer
El origen de las ceremonias fúnebres egipcias hay que buscarlo en el Mito de Osiris que, asesinado por su hermano Set, fue descuartizado y los restos de su cadáver esparcidos por todo Egipto. Isis, la esposa de Osiris reunió los trozos del cuerpo de su marido y, tras realizar un vendaje, que se trataría de la primera momificación, consiguió que Osiris volviera a la vida, y de esta manera se convirtió en el Dios del Inframundo, el que con su resurrección garantizaba una nueva vida tras la muerte.
Cualquier mortal puede realizar ese tránsito, pero para conseguirlo es imprescindible pasar con acierto la prueba del Juicio Final presidido por Osiris, y en el que el difunto tenía que demostrar la pureza de su conciencia. Algo que se cuantificaba comparando el peso del corazón del difunto con el de una pluma. Un corazón demasiado pesado significaba el olvido eterno. Esta prueba recibe el nombre de psicostasia y aparece representada en el Libro de los Muertos, una guía de viaje que permitía a los egipcios conocer el camino que llevaba hasta la presencia de Osiris, Isis y su hijo Horus.
La religiosidad egipcia conjuga el cuerpo físico con algunas creencias espirituales como el Ka, un concepto semejante a la “fuerza vital” y el bai que sería el alma. Para alcanzar la vida eterna era imprescindible que el Ka y el bai pudieran regresar a un cuerpo terrenal, por lo tanto, la conservación física del difunto era un asunto de importancia transcendental.
La inmortalidad del cuerpo
Con independencia de la capacidad de cada uno para pasar con éxito el Juicio Final, ya hemos visto que era imprescindible mantener el cuerpo como contenedor del alma y la fuerza vital, por eso era tan importante el embalsamamiento como fase previa para la momificación. Un proceso muy complicado que duraba unos setenta días y que comenzaba por depositar las vísceras del difunto en cuatro vasos canopios cada uno con una tapa diferente que determinaba su contenido: Amset con cabeza humana guardaba el hígado. Hapy con cabeza de babuino contenía los pulmones. Kebeshenuef: con forma de halcón recogía los intestinos y Duamutef el chacal guardaba el estómago, mientras el corazón permanecía en el cuerpo para que pudiera ser juzgado. Después de la evisceración se procedía a un lavado del cuerpo y una posterior deshidratación y secado con natrón. El proceso terminaba con la aplicación de aceites para mantener la elasticidad de la piel y el vendaje.
A partir del año 945 a.C. se incorporaron elementos decorativos con cuentas de fayenza azul, un tipo de cerámica, como función simbólica. En este sentido es importante destacar el Escarabeo alado que, en representación de la vida, solía situarse sobre el cuerpo del difunto en la zona del corazón. También se incorpora la máscara como elemento orientativo para que el Bai, el alma del difunto, encontrara el lugar al que debía regresar.
El sarcófago era el arca de la vida, que decorados, protegían al difunto. Al principio eran cuadrados fabricados de cartonaje con papel maché de lino y yeso. Con el paso del tiempo se hicieron con forma de momia y, aunque generalmente eran de madera, algunos faraones los tuvieron de oro. Su riqueza iconográfica suele ser una importante fuente de información sobre ritos y creencias como por ejemplo, el uso de plañideras que se arrojan cenizas sobre los cabellos.
El difunto quedaba sepultado en la cámara sepulcral acompañado del ajuar funerario y junto a la cámara sepulcral dónde se podían depositar ofrendas en forma de alimentos porque, antes de entrar a la tumba, se celebraba la ceremonia de la apertura de boca en la que un sacerdote retornaba el aliento vital al fallecido y así restituir las funciones del habla y la alimentación para ejercerlas en la otra vida. Un ritual que nos acerca a la importancia del ajuar funerario en el que adquiere un especial interés la incorporación de vajillas, elementos cotidianos para utilizar en la eternidad, así como joyas, espejos, aceites, cremas, maquillaje y khol para resaltar los ojos, protegerse del sol y ahuyentar los insectos. Dentro de este equipamiento para el más allá destacan los Ushebtis, unas estatuillas de sirvientes que se empezaron a colocar en las tumbas a partir del 2.000 a.C y están fabricados en piedra, madera y cerámica.
La capilla de las ofrendas es uno de los lugares más importantes de una tumba porque allí se representa al difunto mediante una escultura junto a la mesa que recoge los alimentos ofrendados.
Un elemento muy importante para realizar el viaje final hasta la última morada era disponer de una barca porque el trayecto se trazaba desde el Este del Nilo con sus ciudades hacía el Oeste y sus necrópolis; o en su defecto en peregrinación a Abydos para visitar el templo del dios Osiris. Rituales que se incorporan en el Imperio Medio (2040 – 1640 a.C.)
Llama poderosamente la atención que los egipcios también momificaran algunos animales para que acompañaran a sus dueños en el más allá, sin embargo hay quien defiende que en realidad se les consideraba encarnaciones terrenales de dioses y por eso recibían un enterramiento ceremonial.
Construcciones
Un pequeño panel recoge de manera esquemática los diferentes tipos de tumbas a lo largo del tiempo. Desde las primitivas tumbas en una simple oquedad, hasta las mastabas, pirámides, excavadas en roca, tumbas templo y la necrópolis del Valle de los Reyes cuando definitivamente se olvidó la majestuosidad de las últimas moradas terrenales para excavarlas en un valle remoto con la intención de salvaguardar la seguridad de la tumba, mientras el templo de carácter público se construía a kilómetros de distancia.
Historia de la Egiptología
En un pequeño rincón se hace un breve recorrido sobre la egiptología y cómo se pasó de un saqueo mantenido en el tiempo durante siglos con el interés de robar tesoros o destruir las momias en forma de polvo para utilizarlas en la fabricación de pinturas, fertilizantes, medicamentos, souvenir para turistas o combustible para locomotoras. En cualquier caso el comercio de las momias y todo lo relacionado con las tumbas que las contenían era un lucrativo negocio hasta bien entrado el siglo XX.
El primer viajero interesado en el mundo egipcio fue el pintor holandés Cornelis de Brujin y se remonta al siglo XVII. Napoleón llegó en 1798 y supuso una enorme aportación a la egiptología gracias a la aportación de científicos cuyos descubrimientos se resumieron en una magna obra de 9 volúmenes espléndidamente ilustrados y que daban una visión global del Antiguo Egipto, pero también se abrió el apetito de coleccionistas y aventureros como Belzoni que hicieron buenos negocios gracias a las maravillas egipcias. Champollion en 1822 propició un salto cualitativo cuando descifró el lenguaje de jeroglíficos gracias a la Piedra Roseta. En 1858 se crea el Servicio de Antigüedades Egipcias con la intención de velar por el patrimonio cultural del país. En 1881 se descubre en Valle de los Reyes y hay que esperar hasta 1922 para que Carter descubra en ese paraje la tumba intacta de Tutankamón.
Momia de Anjhor
La gran lección de esta zona de la exposición, más allá de los espectaculares sarcófagos que contenían la momia de Anjhor, radica en la visión arqueológica de Van Oudheden que, como primer director del Rijksmuseum y después de desenvolver diversas momias, tuvo la suficiente clarividencia para prohibir en 1826 este procedimiento destructivo con la esperanza de que el futuro trajera nuevas técnicas no invasivas para conocer y estudiar las momias, de este modo la momia de Anjhor quedó intacta, y el futuro le dio la razón porque gracias a métodos científicos desarrollados en el terreno de la medicina, los expertos han estudiado la momia de este sacerdote utilizando las (TC) tomografías computerizadas que aportan nuevos datos como la situación de amuletos o la posibilidad de reconstruir la expresión facial del difunto.

Etiquetas: , , , ,