Andar por las ramas
Andarse por las ramas puede ser un ejercicio de escapismo,
si hombre si, ya saben, andarse por las ramas. Pese al título del espectáculo
no es el caso de Marian y Cristina que salen a escena con una jaula, una silla
y un no saber muy bien dónde situarse. Será por eso que tan pronto cabalgan o
se ponen sobre la silla o abren una jaula, o conectan la radio, o la poesía
llena la realidad, o los tiros de un atraco, o todo a la vez. Bueno, todo a la
vez no, porque el reto consiste en comunicar y la comunicación, además de
jaulas voladoras, necesita de una sardina que quiera que su lata se abra hacia
el mar, como Marian y Cristina, ellas quieren que la narración se despliegue
sobre las sillas de la platea, que sus palabras no sean ni partido chino de
ping pong, ni payada argentina. Sus palabras, sus palabras encabalgadas, sus
palabras encabalgadas de luz, sus palabras encabalgadas de luz están pensadas
para el público porque… ¿te imaginas un lenguaje para ti solito? parece chulo
pero si lo piensas un poco es terrible.
Al principio intenté descubrir el camino que trazaba cada
una de ellas. Marian caminaba sobre un verde cuello de pico y topos amarillos.
Cristina marchaba sobre un burdeos con solapas y flores en multicolor. Pero
estaba equivocado. En esta fábrica de sueños peligrosos hay que atreverse a
soñar, esa es un premisa imprescindible para que ellas, en una explosión de
imaginación, te regalen un concierto de jazz. Ya saben: Se coge una melodía se
la sube, se la baja, le das un pizco y un puntapié hasta que se enciende un
foco cenital y ¡zas! es la hora del solo. Marian terminó el suyo a bordo de un
denso silencio de bocas abiertas. Cristina serpenteó entre la porca miseria,
veloz como cuando corres hacia un precipicio. ¿Lo recuerdas?
Ya lo ven. Andar por las ramas se escucha con sonrisa de
Verbena y se mira con orejas nuevas de Albasini, como se miran ellas: Mucho y
bien. Será por eso que la melodía siempre llegó nítida, que unas palabras sobre
la otras tan pronto construyen una narración como un diálogo picajoso, reto de
espadachines en un mundo de hojas rubias y pelirrojas ¿Existe mayor peligro y
deleite?
Para andar por las ramas rizadas
y lisas no hay que tener prisa. No tengas prisas. Ellas siempre están ahí, por
teléfono, carta o telegrama, en silencio o del revés, y si no se ponen boca
abajo es porque sus botines piden estar de pie. En pie de guerra, sobre el
escenario, sobre la silla que es el mundo, sobre las palabras. Andar por las
ramas camina sobre una manera de contar historias a cuatro manos y una sola voz
que a veces se desdobla en un espejismo en el que ellas parecen dos.
Dirección: Magda Labarga /
Actrices: Marian Albasini y Cristina Verbena.
Etiquetas: cristina verbena, reseña, Sala 0, Teatro de las esquinas
1 Comments:
Javier, de nuevo muchas gracias. Llevas siendo los ojos amables de mi trabajo muchos años. Gracias por esa mirada y esas risas que os escuche desde el escenario y un abrazo.
Cristina Verbena
Publicar un comentario
<< Home