La curvatura de la córnea

08 octubre 2013

Vol Ras: Da Capo en el Teatro Arbolé




Vol Ras se fundó en 1980 y siempre ha transitado los caminos del humor con el lenguaje gestual como bandera. Un objetivo que estuvo marcado, según afirman los componentes de la compañía, por crear situaciones con personajes fácilmente reconocibles y una puesta en escena donde la escenografía sea la indispensable “para que la obra sea guapa, pero no recargada inútilmente” Este último propósito puede parecer una excusa para que la sencillez sobre el escenario sea asumida, más que por una cuestión artística, por una necesidad económica. Nada de eso. Vol Ras, en su último espectáculo, cumple con estos dos objetivos, y lo hace con imaginación cervantina.

“Da Capo”, que en el lenguaje de las artes escénicas significa “desde el principio”, sitúa al espectador detrás del escenario, en el lado de las bambalinas de tal manera que, mientras transcurre un concierto de música clásica que nunca vemos, dos técnicos de escena son los que llevan el peso de la representación. En este territorio fronterizo, entre la ficción de la música y la realidad de lo que vemos, surgen conflictos y fantasías, es decir, como la vida misma, ya saben: Un contenedor de aplastante realidad del que a veces podemos escapar gracias a las rendijas que nos proporciona la ficción y saltar sobre la línea que separa ilusión y realidad hasta que la ficción termina por teñir este valle de lágrimas. Bienaventurados los que se atreven a sucumbir a los encantos de la fantasía. Los personajes de “Da Capo” dan ese salto mortal, un mecanismo que Cervantes engrasó a la perfección en su Quijote cuando, el ambiente chusco y popular se ve contaminado por el embeleso de un mundo imaginario que hace mucho más llevadera la propia realidad. Los actores de Vol Ras manejan a la perfección el invento cervantino y lo aplican con interesantes propuestas a los personajes y a una sencilla escenografía. A todo este material incorporado al guión de la obra hay que añadir pátina de imaginación, solidez interpretativa y un slow ritmo (que se agradece en tiempos de tantas prisas) para conseguir que la magia y lo diario, lo de andar por casa, mariden en extraordinario y sugerente.



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