“Nada es verdad ni mentira” de Lü de Lürdes
Lü de Lürdes
comenzó el viernes 30 de noviembre - en El Pequeño Teatro de los Libros, la
librería del Barrio de las Fuentes - la nueva temporada del ciclo de
narraciones orales para adultos “Como te iba contando…” coordinado y dirigido
por Cristina Verbena.
Lü de Lürdes
cuenta cuentos porque tuvo la suerte de que su padre se los contara. Ella bajo
las mantas, él sentado en la cama, ideando una historia diferente para cada
noche antes de dormir. Lü guardó ese tesoro en una cajita y para hacerse
cuentera se fue por el mundo para conocer las técnicas de otros narradores
orales, de ellos aprendió y, en su afán por aprender más y más, se subió a un
trapecio, danzó como las mujeres africanas, se puso una nariz de clown y hasta
fue animadora a la lectura, al circo, al maquillaje y a la improvisación.
La presencia de
Lü de Lürdes sobre la mesa escenario fue luminosa. Con escoba de palma y las
sayas de una criada, entre barre que te barre dejó a las claras su hipnótica capacidad
para entrelazar una narración trufada de trabalenguas, dichos y refranes, a
veces aceleró las clarividentes explicaciones de sus circunstancias y Shhhh…
también se detuvo durante ese segundito necesario para lanzar el corolario de
sus reflexiones. Sí, han leído bien, he escrito reflexiones porque la cuentera
entre dimes, diretes, de aquí para allá y tanto sube y baja dejó simiente para
la reflexión en cada una de las aventuras protagonizadas por un sin par de
personajes. Las herramientas actorales de la narradora son fabulosas y fue
capaz de ponerlas al servicio de una historia con sustancia, ya saben, entre
cuento y cuento, risas y carcajadas, la cuentera hace un recorrido tragicómico
por la vida de su abuelo que nos deja situaciones algunas veces absurdas y
otras surrealistas. El abuelo de Lú de Lürdes es uno de esos hombres que todos
hemos conocido en nuestras familias. Nacieron en el campo con el medioevo en el
azadón y el arado, sortearon la mala suerte de una guerra y trabajando trabajando se plantaron a
finales del siglo XX hasta ser uno de los pilares básicos de este bienestar que
se nos escapa de las manos.
A lo largo del
viaje que propone Lü de Lürdes es inevitable preguntarte…pero, ¿dónde está la
realidad? No se preocupen. La realidad la tendrán ustedes delante de sus
narices. La realidad es la narración, las caritas de la cuentera, sus ojos
chirivitas y su cuerpo que a veces es rama y otras monstruo. El cuerpo de Lü de
Lürdes tiene la virtud de la transformación, desde la punta del pelo, hasta los
dedos de los pies, de los dedeos de las manos hasta las cuerdas vocales, cada
molécula se transforma en el momento preciso para que ante tus ojos pasen
burros, lobos, pulpos, gallinas, tenderos, viejas, una vaquilla y hasta un
Guardia Civil. Su gestualidad fue brillante por diáfana, precisa y subrayó lo
esencial de la historia. Con esas transformaciones y las que surgieron de una
voz dúctil, maleable, con velocidad variable para desternillarse con pasajes
ante los que solo queda una opción: Partirse de la risa, porque las palabras, a
la vuelta de alguna sonrisa, brotaron más trágicas que cómicas y pensé, durante
unos segundos al menos, en la ignominia de un mundo con trincheras, enemigos y
fusiles.
Lü de Lürdes ha
contado para construir todo este proceso creativo con la dirección de Carlos
Alcolea, una mirada exterior que ha contribuido, sin lugar a dudas, a pulir los
detalles, a asentar el texto escrito por la cuentera y el director en las
tablas de la interpretación y darle a la narración un ritmo trepidante y sin
respiro.
Lü de Lürdes tuvo
duende y lo regaló a borbotones. Verla actuar fue un placer. Por eso aplaudí
con tanta fuerza al final del espectáculo y, ¿quien me lo iba a decir? entonces
ocurrió lo mejor de la tarde. Allí, bañada por la fuerte ovación del público,
como por arte de birli birloque, desapareció la cuentera y se quedó, con ojos
chispeantes y una mirada de vergüencilla, la niña que Lü de Lürdes aún lleva
dentro. La
niña que escuchaba los cuentos que cada noche le contaba su padre.
Etiquetas: cuentacuentos, el pequeño teatro de los libros, Lü de Lürdes, reseña
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