Las consecuencias: Bunbury sin boa
¿Qué hiciste Zaragoza, ciudad noble e inmortal para acoger a Bunbury en tu seno?
Alfarero capaz de reinventar una y otra vez cada una de sus canciones. Alquimista de las esencias musicales que dosifica con la sabiduría del chaman. Cantante de casino, elegante, delicado y canalla. Caminante del sur, extranjero, el hombre de las seis cuerdas que compone temas contundentes como bloques tiernos de piel. Un sonido depurado, atento a los detalles de un piano hammond que transporta las melodías a una película en cinemascope y technicolor. Guitarras de puñal, seda de slide guitar y el pulso firme del ritmo.
Un cantante bajo los focos que desbordan los límites de escenario y derraman colores al mundo que muta para aislarnos de la realidad. Desde mi asiento en la grada recibo el dardo de la emoción, la incomprensible trayectoria que va de las cuerdas vocales del cantante hasta el centro de mi corazón. El milagro de los versos para golpear las tripas y anudar la garganta. Las palabras, trasiego de magia, suspenden el significado racional y se revelan fundamentales para gestionar vidas y sentimientos.
Las consecuencias de vivir con alma negra de blues, el sombrero cowboy del country, la banqueta de cantar boleros, el cuero del chaleco para agitar el rock and roll y la pachanga gitana del que va por el mundo arrastrando la vida nómada. Elementos agitados, en ese punto exacto dónde la mezcla aún no se ha fusionado para convertirse en otra cosa, el estado de los ingredientes mantiene las texturas originales de la ortodoxia y, sin embargo, el aroma es personal e intransferible.
La supervivencia del arte depende de la generación de emociones. Bunbury mantiene la musculatura capaz de construir puentes que rompen la incomunicación, llegan a las esquinas inconfesables del alma y allí se alojan con la intención de cambiar el triste devenir cotidiano de los gestos, que si antes eran tristes y anodinos, ahora están teñidos por la sabiduría poética de un cantante de dimensiones astronómicas.
Un concierto delicado en el mensaje, potente en la representación y mestizo en los ritmos. Después de tantos años disfrutando del cabaret, por fin ha vuelto el mejor Bunbury sin boa.
Alfarero capaz de reinventar una y otra vez cada una de sus canciones. Alquimista de las esencias musicales que dosifica con la sabiduría del chaman. Cantante de casino, elegante, delicado y canalla. Caminante del sur, extranjero, el hombre de las seis cuerdas que compone temas contundentes como bloques tiernos de piel. Un sonido depurado, atento a los detalles de un piano hammond que transporta las melodías a una película en cinemascope y technicolor. Guitarras de puñal, seda de slide guitar y el pulso firme del ritmo.
Un cantante bajo los focos que desbordan los límites de escenario y derraman colores al mundo que muta para aislarnos de la realidad. Desde mi asiento en la grada recibo el dardo de la emoción, la incomprensible trayectoria que va de las cuerdas vocales del cantante hasta el centro de mi corazón. El milagro de los versos para golpear las tripas y anudar la garganta. Las palabras, trasiego de magia, suspenden el significado racional y se revelan fundamentales para gestionar vidas y sentimientos.
Las consecuencias de vivir con alma negra de blues, el sombrero cowboy del country, la banqueta de cantar boleros, el cuero del chaleco para agitar el rock and roll y la pachanga gitana del que va por el mundo arrastrando la vida nómada. Elementos agitados, en ese punto exacto dónde la mezcla aún no se ha fusionado para convertirse en otra cosa, el estado de los ingredientes mantiene las texturas originales de la ortodoxia y, sin embargo, el aroma es personal e intransferible.
La supervivencia del arte depende de la generación de emociones. Bunbury mantiene la musculatura capaz de construir puentes que rompen la incomunicación, llegan a las esquinas inconfesables del alma y allí se alojan con la intención de cambiar el triste devenir cotidiano de los gestos, que si antes eran tristes y anodinos, ahora están teñidos por la sabiduría poética de un cantante de dimensiones astronómicas.
Un concierto delicado en el mensaje, potente en la representación y mestizo en los ritmos. Después de tantos años disfrutando del cabaret, por fin ha vuelto el mejor Bunbury sin boa.
Etiquetas: bunbury, conciertos, las consecuencias
8 Comments:
Totalmente de acuerdo en lo que dices.Se nota que tienes muy bien estudiado al personaje.
Grande Bunbury!
Javi, maestro!! Todo lo que dices es lo que vimos la noche del viernes, y lo que tu describes y escribes tan bien es lo que tenemos en la cabeza muchos y no sabemos expresarlo, así que me lo voy a guardar para cuando alguien me pregunte por mister bunbury.
Muy acertado lo que has escrito, lo has bordado. Bunbury es capaz de reinventarse a si mismo infinitas veces, la única pega del concierto fueron dos canciones, iberia sumergida que con esta versión John Ford no me gusta, y el hombre delgado, que con la versión que hizo ayer pierde bastante su fuerza comparándola con la gira anterior Hellvillle que me pareció una canción que en directo era de las mejores.
Pero la verdad que sales del concierto emocionado y con la sensación que has formado parte de algo irrepetible!
Felix valle
Me gusta que Bumbury termine la gira en Zaragoza, me gusta que siempre nos tenga en cuenta...
Besicos
Hola Alejandro
Lo sabes mejor que nadie: Me fascina esa capacidad de cambiar sin dejar de ser él mismo.
Salu2 y un abrazo.
Hola Master of Music
Expresar las sensaciones es un itinerario que tiene muchos caminos posibles. En tu caso, yo lo he visto, los caminos son autopistas ;-)
Salu2 y un abrazo.
Hola Felix
Seguramente son las dos canciones que pueden crear controversia.
Para mi la versión de Iberia Sumergida es un acierto total, llevárse toda la carga de esa canción a otro lugar es reinventar a los Héroes. La pregunta es para EMI, ¿para que un disco tributo con versiones si las mejores versiones ya las hace Bunbury?
Con Hellville estoy contigo. Creo que el tema esta demasiado cercano en el tiempo para cambiarlo, aún apetece escucharlo en la versión original y, además la nueva versión sonó planita.
Pero estas cosas son las que, precisamente, hacen grande a Bunbury: Su desparpajo para buscar nuevos caminos. Esa actitud denota creatividad, amor por la profesión y curiosidad.
Salu2 y un abrazo.
Hola Belén
Lo dijo al comenzar. Si habitualmente comenzaba todo por Zaragoza, esta vez se terminaba. No se que me gusta más. Escuchar unas canciones de primeras es muy excitante, pero claro, la percepción de letras que ya conoces es hmmm
¿Qué tal un poquito de cada?
;-)
Salu2 y besos.
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