La curvatura de la córnea

09 mayo 2010

V Encuentro “El Señor de los Anillos”

Este año era año de novedades. La primera era el lugar. El largo pasillo de la casa de Jesús y Carmina nos llevó hasta una de esas nuevas televisiones tan grandes y tan planas. La segunda fue el horario. La anfitriona, atendiendo a su condición de profesora y madre de tres soles, nos envió un riguroso horario. Es cierto que hicimos mofa de tan exhaustiva jornada pero el itinerario previsto nos permitió disfrutar de un descanso para comer alrededor de la mesa en lugar de hacerlo frente al televisor. También hubo novedad en las viandas: A los tradicionales pollo al ajillo de Brandivino y albóndigas de La Comarca, se añadieron fajitas picantes de Rivendel, manitas de cerdo con la salsa de tomate de Rosita, pimientos de Rohan rellenos en la Cima de los Vientos, longaniza de Gondor y un excelente vino de las tierras de Valinor.
La aventura me volvió a emocionar en los pasajes que ya forman parte de mi memoria sentimental: La dignidad en la muerte del héroe guerrero, la promesa de amor eterno, la imprescindible intervención de los sencillos y valientes frente a la interesada dualidad de los poderosos, siempre al borde del precipicio que separa el honor y la gloria, de la traición y la villanía.
Un gustazo que quiero agradecer a Sandra, que vino desde Barcelona, Carmina, Esther, Migue, Suso, Fernando y Jesús. Ocho aventureros, el mismo número de miembros de La Comunidad del Anillo que sobreviven a la aventura de salvar el mundo. Un mundo que, como dice el poeta Ángel Gracia “esta bien hecho porque lo hizo mi padre”