La curvatura de la córnea

22 julio 2009

Mi madre tiene los pies hinchados

Mi madre tiene los pies hinchados por la medicación. Dicen que le dan masajes fríos mientras pongo cara de severa preocupación y meneo la cabeza como si ese gesto fuera suficiente para enjuagar mi conciencia. «Masajes fríos, hmmm» repito con la mano debajo de la barbilla, como haciéndome el interesado por el tratamiento. En el congelador de casa tenemos 125 ml de “Dolgi Plus on Harpado, un gel frío para masaje muscular y articular de rápida absorción” Hace unos meses, la segunda vez en su vida que mi madre estuvo ingresada en un hospital, le frotaba los pies con crema de manos y ella me sonreía.
Mi madre tiene la cara hinchada por la medicación. Ella que siempre ha tenido la piel pegadita a los huesos y un cutis sin arrugas. No consigo recordar a mi madre joven, al fin y al cabo me parió con cuarenta y cuatro años. Busco esa imagen en las fotos y aunque guapa, que voy a decir yo, no la reconozco, para mi, mi madre siempre ha sido una señora mayor sin arrugas en el rostro, ni siquiera ahora tiene arrugas.
Alguna vez me contó que le salían “empetines” en la cara y muy pronto empezó a usar cremas hidratantes. En nuestra casa del barrio del Piojo nunca faltaba un botecito de Pond´s para untar a escondidas mis dedos adolescentes con la intención de hidratar las zonas resecas de mi piel.
Mi madre dice que quiere morirse. Soy incapaz de abrir la boca, no puedo decirle nada. Tal vez porque en otras circunstancias más favorables ya hemos hablado muchas veces de cuando se iba a morir. Lo conté en esta bitácora en Junio del año pasado, en una entrada titulada “Una cruz en el calendario

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