La curvatura de la córnea

12 noviembre 2008

Travesuras de la niña mala, de Mario Vargas Llosa

Lily inoculó el germen del amor en la venas de Ricardo cuando los dos eran adolescentes. Una pasión de apariencia inofensiva, la proclama amorosa mil veces reproducida pero el destino y la personalidad de cada uno de los protagonistas harán que esta relación inicial se convierta en una peripecia digna de ser contada por Mario Vargas Llosa, un novelista al que le profeso una especial admiración desde que hace más de veinte años leí, tras las tapias de un cuartel, “La ciudad y los perros”. Desde entonces me considero uno de sus fieles lectores, no sólo de novela, sus columnas periodísticas también son uno de mis placeres. Tal vez por eso tuve el acierto de continuar con la lectura de “Travesuras de la niña mala”, una fidelidad que me acercó sin saberlo al espíritu de Ricardo, la voz narradora. Al principio de la historia llegó un momento, un sutil instante en el que dudé. La incertidumbre recaía sobre la veracidad de la pasión que unía a los protagonistas, un ardor amatorio que yo no había percibido con la suficiente intensidad como para montar sobre él la historia de toda una vida de idas, venidas, recorridos por el mundo, coincidencias, recaídas, reflexiones, humillaciones y algún minúsculo goce amatorio. Fue un momento de zozobra de la que pude salir gracias a la fluidez expositiva que atesora la narrativa del autor peruano, una habilidad artesanal para describir ambientes sociales, políticos y culturales. Así que me dejé llevar y olvidé los cimientos dubitativos de la novela. Acerté de pleno porque recobré el interés por la historia y caminé junto a Ricardo por Paris, Londres, Tokio, Lima y Lavapiés.
Al terminar la novela concluí que mi sensación inicial era un error. El amor desbordado, los deseos desmedidos no son obra de la meditación, ni siquiera de esa pasión adolescente que nos quema el entendimiento y nos atrofia el sistema de alerta. El amor puede ser el producto incontrolable de quien se enamora del mordisqueo de unas orejitas, de las lindas caricias de unos pechitos como almendras, o de unos tobillos frágiles como el cristal. En esa tesitura natural, cotidiana, libre de los excesos propios del enamoramiento en su fase inicial, es posible que el tiempo fragüe una relación capaz de generar traiciones, sinsabores o la amarga certidumbre de estar tirando por la borda una vida pequeño burguesa de comodidad y rutina, contratiempos que, ante la fuerza inexplicable del amor, sólo se perciben como una nota a pie de página.
La avalancha de amor permanece inmutable desde los primeros besos robados hasta las últimas caricias aunque desde fuera, el cuadro sea tan espantoso como incomprensible. De eso trata “Travesuras de la niña mala”, de cómo, cuando el amor invade nuestro sistema inmunológico, no puedes imaginar por los derroteros por los que serás capaz de transitar
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8 Comments:

At 12 noviembre, 2008 02:28, Blogger ...flor deshilvanada said...

Hola Javier, me alegró mucho volver a verte por casa! :)

No he leído este libro, presiento que es de esos que te atrapan y no podés dejarlo hasta que lo terminas... lo leeré!

Un beso!

 
At 12 noviembre, 2008 11:16, Blogger Lamia said...

Javier, leí el libro el verano pasado. Me enganchó de una manera que pocas novelas habían conseguido en los últimos tiempos. Coincido contigo en la maestría de la narración. También soy fan de Vargas Llosa. Aunque yo he llegado a él a través de sus novelas más recientes. Y me quedo con tu última reflexión, que me atañe de cerca en estos momentos, acerca de cómo cuando el amor invade nuestro sistena inmunológico, somos incapaces de saber los caminos por los que transitarás en el futuro.

 
At 14 noviembre, 2008 23:31, Blogger Sara Fedrika said...

Me encantó ese libro.
Es una preciosa historia de amor representada en escenarios que sufren continuos cambios.
El amor incondicional de Ricardo es delicioso. Lo que no me quedó muy claro es si ella le amaba o solo lo quería como amigo por que sabia que podía confiar y contar con él en todo momento. También pensé que sí que lo amaba, pero sabía que eran incompatibles.
Qué conclusión sacaste tú?

La cuenta de admiración por Vrgas LLosa se incrementó con esta novela, y eso que ya era muy grande desde "conversaciones en la catedral".

Recomiendo ciertas travesuras a todo el mundo.

Un saludo.

 
At 15 noviembre, 2008 10:08, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Evan

Da gusto sentarse al frente... y disfrutar
:-)

Salu2 Córneos.

 
At 15 noviembre, 2008 10:09, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Lamia

De esos caminos desconcidos voy a hablar en el próximo post a cuenta de una obra de teatro, de amor y de desamor, tan cerquita esas veredas. Pero no te mal meto jajajaja disfruta chata, disfruta


Salu2 Córneos.

 
At 15 noviembre, 2008 10:12, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Sara.
Me temo que la niña mala es incapaz de amar, el amor tiene, por poco que sea, una pizca de entrega, y la niña mala nunca se entrega del todo a Ricardo, ni siquiera en la cama, ese lugar donde perdemos los sentidos.

Salu2 Córneos.

 
At 18 noviembre, 2008 14:57, Anonymous Anónimo said...

Pues mira que lo tengo por casa desde hace días pero el pobre está en la galería de "futuros", preocupantemente abultada en estos tiempos, mecachis la mar.
Tomo nota, y lo adelanto unos cuantos puestos.
Besos.
PD No me tengas en cuenta el "desplante" porfa, que ha sido involuntario ¿vale?

 
At 19 noviembre, 2008 21:58, Blogger Javier López Clemente said...

HOla LaMima

Nunca pensé que esta bitácora serviría de coladero jajajajaj

¿El desplante? no, no te lo tengo en cuenta pero... ya no serás la que hubiera inaugurado esta magnífica idea de Nacho Escuín.

Salu2 Córneos.

 

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