El despertar de la serpiente
“El despertar de la serpiente” inició su marcha tras un sonido muy parecido al cuerno mitológico que anunciaba catástrofes, guerras y muertes. El bramido inauguró la hora del Angelus como cuando las antiguas sirenas de las factorías marcaban las horas. La escultura que representa “El alma del Ebro” permaneció impasible ante la presencia de las fantásticas criaturas que comenzaban el peregrinaje en busca del agua.
Un astrónomo chino abría expedición en funciones de guía, le acompañaba un gigante de la estirpe de los escribientes que dejaba constancia de los avatares de la singladura por el asfalto de ExpoZaragoza en una enorme bitácora. La representación de los sedientos se paseaba cargada en un carro de maniquíes, una simbología que se personificó en tres humanos como delegados de los desheredados de la Tierra en busca del elemento imprescindible para la vida. La descomunal serpiente apareció sinuosa, se arrastraba lenta y movía sus escamas verdes y ondulantes; al mando un capitán alzado sobre la imponente cabeza del ofidio, impertérrito ante la responsabilidad del mando, adornado por un gorro vegetal ejerció de orgulloso guardián de los primigenios movimientos del break robot dance. La culebra cobijaba una multitud de criaturas que correteaban sobre su lomo en danzas de músicos, cantantes, malabaristas, acróbatas, gimnastas y las flexibles crías de la serpiente. Detrás de su rastro los más activos personajes del evento, dos Purificadores del Agua en permanente búsqueda de cauces frescos, una misión para la que se desplazaban con giros imposibles, saltos efervescentes y veloces galopadas, piruetas, risas y un optimismo desbordante con el único objetivo de aliviar la pena de la Portadora del Agua, tan bella como triste.
Los Pastores de las Nubes vigilaban la cabalgata que continuó con la presencia arrogante de un Fauno, la perenne tristeza en la belleza de dos enormes árboles en representación del Reino de los Bosques, una triada de larguiruchos oficiantes para la veneración del Sol, una mujer multicolor que bailó colgada de unas telas bajo la alentadora presencia del Arco Iris, el Hombre de las Esferas, bailarinas como gotas, pintores de paraguas, saltimbanquis, trapecistas, zancudos, volteretas, tristezas, alegrías y dos jinetes alados que cerraban el desfile a caballo de un par de Pájaros del Paraíso.
La cabalgata terminó su periplo en el punto de partida, un viaje circular como sinónimo de la desorientación humana. Las criaturas del Circo del Sol se despidieron de los mortales con abrazos sinceros y emotivos. “El Alma del Ebro”, con la mirada eternamente perdida, permaneció impasible.
Un astrónomo chino abría expedición en funciones de guía, le acompañaba un gigante de la estirpe de los escribientes que dejaba constancia de los avatares de la singladura por el asfalto de ExpoZaragoza en una enorme bitácora. La representación de los sedientos se paseaba cargada en un carro de maniquíes, una simbología que se personificó en tres humanos como delegados de los desheredados de la Tierra en busca del elemento imprescindible para la vida. La descomunal serpiente apareció sinuosa, se arrastraba lenta y movía sus escamas verdes y ondulantes; al mando un capitán alzado sobre la imponente cabeza del ofidio, impertérrito ante la responsabilidad del mando, adornado por un gorro vegetal ejerció de orgulloso guardián de los primigenios movimientos del break robot dance. La culebra cobijaba una multitud de criaturas que correteaban sobre su lomo en danzas de músicos, cantantes, malabaristas, acróbatas, gimnastas y las flexibles crías de la serpiente. Detrás de su rastro los más activos personajes del evento, dos Purificadores del Agua en permanente búsqueda de cauces frescos, una misión para la que se desplazaban con giros imposibles, saltos efervescentes y veloces galopadas, piruetas, risas y un optimismo desbordante con el único objetivo de aliviar la pena de la Portadora del Agua, tan bella como triste.
Los Pastores de las Nubes vigilaban la cabalgata que continuó con la presencia arrogante de un Fauno, la perenne tristeza en la belleza de dos enormes árboles en representación del Reino de los Bosques, una triada de larguiruchos oficiantes para la veneración del Sol, una mujer multicolor que bailó colgada de unas telas bajo la alentadora presencia del Arco Iris, el Hombre de las Esferas, bailarinas como gotas, pintores de paraguas, saltimbanquis, trapecistas, zancudos, volteretas, tristezas, alegrías y dos jinetes alados que cerraban el desfile a caballo de un par de Pájaros del Paraíso.
La cabalgata terminó su periplo en el punto de partida, un viaje circular como sinónimo de la desorientación humana. Las criaturas del Circo del Sol se despidieron de los mortales con abrazos sinceros y emotivos. “El Alma del Ebro”, con la mirada eternamente perdida, permaneció impasible.
Etiquetas: eventos, video clip
2 Comments:
Gracias por enseñarme lo que me voy a perder, y ya me fastidia, por tener pasa de noche y no de tol dia como usted.
Te lo estas currando de lo lindo esta Expo, mas y mejor que algunos periodistas.
Chau
J
jajajajajaja
Vamos George. Esa cabalgata tal vez merezca una entradita de día jajajajajajajajaja
Salu2 Córneos.
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