Divas del Flamenco en “Maravillo Sinatra”
Divas del Flamenco era un reclamo muy potente porque Lole Montoya, Alba Molina, Vicky Luna, Genara Cortés, y Montse Cortés presentaban un espectáculo titulado “Maravilloso Sinatra” La mezcla de los conceptos flamenco y Sinatra podía ser una maravillosa experiencia.
La orquesta de ocho maestros era excepcional y ejecutó con maestría unos imponentes arreglos de jazz con el único aderezo flamenco del cajón y ligeros toques de guitarra. Tal vez el flamenco lo pondrían las Divas, pensé, pero tampoco, si acaso algunas gotitas. La escenografía parecía la de un musical y así me quise tomar el concierto que comenzó apático, desvaído y sin tirón. Además de las flojitas interpretaciones de las cantantes, se sumó un nefasto sonido en sus micrófonos que durante demasiadas veces sonaba fatal, o sencillamente no sonaba. Ellas lo intentaban pero unos paseitos por escena y unos vaivenes más o menos graciosos eran muy poca cosa para la grandiosidad de las canciones.
Tuvo que pasar una hora para que el sonido se ajustara, fue cuando Vicky Peña hizo una extraordinaria versión del "Cheek to cheek", a la que le siguió no me pregunten que canción porque Alba Molina ceñida por tan ajustado como elegante vestido blanco me dejó muertito y desorientado, le siguió Montse Cortés con una aceptable interpretación de "Summertime". y hasta Lole Montoya (yo en los ochenta adoraba a esta señora) se afianzó en las tablas y miró al público en lugar de buscar refugio en los músicos. El espectáculo empezaba a funcionar pero ya no quedaba tiempo. Las cinco Divas despidieron juntas la velada para demostrar que quizás el adjetivo era excesivo. Recibieron los aplausos del escaso centenar de personas que mantuvimos el tipo mientras las gradas quedaban vacías. La noche estaba fría y la luna llena se escondió entre las nubes tal vez porque a lo largo y ancho de aquella velada nadie presentó a los músicos, nadie presentó a las cantantes y nadie dijo nada de nada, tan sólo Alba Molina, mientras se retiraba, nos dio las gracias por estar allí. Y ese tal vez fue uno de los problemas, las dimensiones el Anfiteatro 43 y la lejanía de los asientos dejaron un ambiente muy frío que en nada favoreció. Me temo que este espectáculo con el sugestivo título de “Maravilloso Sinatra” esta pidiendo a gritos un teatro y un director que dinamice los números, y dote de musculación interpretativa unas actuaciones muy planitas y con falta de mordiente durante demasiados minutos.
Mientras esperaba el autobús recordé la última vez que escuché a Frank Sinatra. Fue conduciendo por las carreteras del Matarraña y en compañía de los poetas Ángel Gracia y Alejandro Pastor, un recuerdo que el concierto de esta noche no ha logrado desbancar.
La orquesta de ocho maestros era excepcional y ejecutó con maestría unos imponentes arreglos de jazz con el único aderezo flamenco del cajón y ligeros toques de guitarra. Tal vez el flamenco lo pondrían las Divas, pensé, pero tampoco, si acaso algunas gotitas. La escenografía parecía la de un musical y así me quise tomar el concierto que comenzó apático, desvaído y sin tirón. Además de las flojitas interpretaciones de las cantantes, se sumó un nefasto sonido en sus micrófonos que durante demasiadas veces sonaba fatal, o sencillamente no sonaba. Ellas lo intentaban pero unos paseitos por escena y unos vaivenes más o menos graciosos eran muy poca cosa para la grandiosidad de las canciones.
Tuvo que pasar una hora para que el sonido se ajustara, fue cuando Vicky Peña hizo una extraordinaria versión del "Cheek to cheek", a la que le siguió no me pregunten que canción porque Alba Molina ceñida por tan ajustado como elegante vestido blanco me dejó muertito y desorientado, le siguió Montse Cortés con una aceptable interpretación de "Summertime". y hasta Lole Montoya (yo en los ochenta adoraba a esta señora) se afianzó en las tablas y miró al público en lugar de buscar refugio en los músicos. El espectáculo empezaba a funcionar pero ya no quedaba tiempo. Las cinco Divas despidieron juntas la velada para demostrar que quizás el adjetivo era excesivo. Recibieron los aplausos del escaso centenar de personas que mantuvimos el tipo mientras las gradas quedaban vacías. La noche estaba fría y la luna llena se escondió entre las nubes tal vez porque a lo largo y ancho de aquella velada nadie presentó a los músicos, nadie presentó a las cantantes y nadie dijo nada de nada, tan sólo Alba Molina, mientras se retiraba, nos dio las gracias por estar allí. Y ese tal vez fue uno de los problemas, las dimensiones el Anfiteatro 43 y la lejanía de los asientos dejaron un ambiente muy frío que en nada favoreció. Me temo que este espectáculo con el sugestivo título de “Maravilloso Sinatra” esta pidiendo a gritos un teatro y un director que dinamice los números, y dote de musculación interpretativa unas actuaciones muy planitas y con falta de mordiente durante demasiados minutos.
Mientras esperaba el autobús recordé la última vez que escuché a Frank Sinatra. Fue conduciendo por las carreteras del Matarraña y en compañía de los poetas Ángel Gracia y Alejandro Pastor, un recuerdo que el concierto de esta noche no ha logrado desbancar.
Etiquetas: conciertos
1 Comments:
de esta de mas decir sobre el talento que se reunio en esa noche, pero si deseo expresar que si de una combinacion de belleza y talento queremos hablar entonces dire que Alba Molina es la ganadora.
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