Chiquilladas
“Eso son chiquilladas” es una frase hecha a la que deberíamos prestar más atención. Los chiquillos tienen una mirada sobre la realidad muy peculiar, libre de esclavitudes sociales y sin mácula de maldad. Estos son algunos de los factores que hacen muy interesante la obra del autor francés Raymond Cousse que durante estas Fiestas de Pilar se representa en el Teatro de la Estación bajo el título de “Chiquilladas”.
Los actores José Carlos Marín y Jesús Bernal se mueven en un espacio que ellos mismos transforman como si la vida estuviera constituida por un puzzle y para decorar cada nueva situación, sólo fuera necesario cambiar de lugar las piezas. Este juego de volúmenes consigue dotar a los intervalos entre escenas de una agradable movilidad.
Los adultos estamos acostumbrados a escuchar a los niños con la esperanza de que nos va a hacer reír con sus ocurrencias, el público que ve “Chiquilladas” también se resbala por esa senda de lo jacarandosos que se ofrece sobre el escenario. Pero en todo momento se nos invita a escarbar un poco sobre la superficie, a traspasar lo gracioso para vislumbrar la realidad oculta de lo social, lo humano y hasta de lo divino.
Los niños nos descubren, por ejemplo, que en los entierros no todo el mundo llora, de hecho en las misas de funeral sólo lloran las dos filas de delante, alguna persona en los bancos de mitad y al final del final, allí dónde todo el mundo esta de pie, allí nadie llora.
Los zagales miran a los adultos, al espectador, y lanzan sus embarazosas preguntas llenas de raciocinio y lucidez para encontrarse con resabiadas respuestas anticonceptivas, salidas por la tangente y elucubraciones más o menos brillantes. Y cuando estas preguntas versan sobre las creencias religiosas más arraigadas, la situacón alcanza cotas de surrealismo celestial divinamente desternillante.
A cada escena se nos ofrece el mismo juego; mientras los niños se muestran joviales y ocurrentes, los adultos vemos reflejada la cruda realidad cortada por el patrón de unas actitudes que nos hemos encargado de depurar hasta la más insoportable hipocresía. Nuestra realidad no supera la prueba del algodón de la mirada infantil y este descubrimiento produce la risa nerviosa del que ha sido pillado en falta o una profunda emoción ante la verdad revelada.
Al volver a casa, entre saltimbanquis callejeros, mariachis y todo el ambiente festivo que se respiraba por el centro de ZG ZCiudad, me pregunté si sería capaz de volver a tener la mirada del niño que fui.
8 Comments:
Analiza todo lo que te gusta de verdad, así con intensidad. ¿Te das cuenta de que no son mas que deliciosas chiquilladas?
Ya sé que no viene al cuento, o a lo mejor sí, pero...
¿has visto "la vida es bella"?
Yo sólo la he visto una vez, no creo que pudiera aguantar la emoción de repetirla, una vez es suficiente.
Para mí ese es el ejemplo de un adulto con ojos de niño
y la frase "este es la herencia que me dejó mi padre" un tributo a esa maravillosa mirada.
un abrazo
ENVOLVENTE POST
SALUDITOS
ANDREA
HOla Detective.
Deliciosas chiquilladas, ese es un buen título.
Un repaso rápido a lo que me gustaba: Perseguir las ratas de rio, cazar cucharetas, corrrer en bici y frenar con las suela de las zapatillas, mirar las nubes tumbado en alguna era de Los Pajares, nadar, jugar mil partidos de fútbol, hablar de mil cosas mientras comía pipas, practicar los besos soñados, escuchar la radio durante toda la noche bajo las mil mantas anti heladas turolenses, conducir el camión de mi padre.
El problema lo tengo ahora, cuando tendría que analizar que es lo que me gusta ahora de verdad.
¿Alguna pista detectivesca para este córneo?
Hola Paula.
Seré sincero y breve: "La vida es bella" no me gustó nada de nada. No me la pude creer y por lo tanto no me pudo emocionar.
De todas formas estoy dispuesto a verla de nuevo, quien sabe.
Un abrazo.
Hola Andrea.
¿Envolvente no era una táctica futbolera para desarbolar al contrario?
Saluditos, mi think tank
No es necesario que vuelvas a ver la peli, con la de cosas bonitas que quedan por ver y que sí te pueden emocionar.
Yo a la historia no le acabé de prestar mucha atención. Lo que me emocionó hasta la médula fue la manera en que un padre intenta camuflar una tragedia de tal calibre ante los ojos de su hijo
Hola Paula.
La relación padre-hijo tal vez funcionaba por la clave comunicativa, el humor, la parodia. Pero a ese argumento se le debería haber confrontado una realidad dura, todos sabemos que esa realidad fue dura, pero es precisamente eso lo que le falta a la peli: La confrontación de la parodia paterno-filial con la cruda realidad que, sin embargo, quedó muy mal reflejada.
Saludos y abrazos.
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