La curvatura de la córnea

27 mayo 2007

Lo inhóspito











Gonzalo Torné de la Guardia
Elipsis Ediciones













Kant y el placer
I
¿Cuántos de los que son llamados alcanzan
a condersarse en una obra perdurable?
Cuántos se pudren (nos pudriremos) en el pozo seco
de la angustiosa falta de talento.
Cuántos nadadores torpes sobreviven
amarrados a una línea espectral
que flota en diccionarios
copiosos y vírgenes
o hundidos en el laberinto subterráneo
(250 Km) de la British Library.

(Gunnar Helsengor)



Hasta media docena de intentos tuve que hacer para imbuirme de esa joya tallada por Umberto Eco y titulada “El nombre de la rosa” Fue un viaje maravilloso, sin embargo, al llegar a la última página tuve la sensación de haber leído la novela de refilón, arrastrado por el devenir de sus protagonistas pero muy alejado de los objetivos trazados por el autor. Una lectura superficial sobre aquellas líneas por las que circulaba una sabiduría de fondo que no había sido capaz de descubrir en su totalidad. Cuando terminé Lo Inhóspito tuve la misma sensación: Había disfrutado de su lectura, había buceado con entusiasmo en sus aguas turbulentas y comprometidas y había descubierto una manera diferente de contar pero, al llegar a la otra orilla y pasar la última página, sentí el hastío del que ha sido incapaz de exprimir todo lo que esta novela ofrece. Una necedad como lector de la que me gustaría escapar aunque sólo fuera por la ilusión que puse en una lectura cuidadosa de cada palabra, y de cada línea, y aún con todo, percibo que algo se me ha escapado, que no he tenido la suficiente clarividencia para interpretar las señales, que mis ojos estaban cegados por una lectura lineal, llena de las trampas carenciales y trompicones provocados por mi evidente falta de preparación intelectual (¡vaya palabrita!). Una odiosa sensación que me alejaba de la realidad expresada por el novelista, que construye su texto en una dirección, y que mi mente se encargaba de enmarañar y confundir.
Gonzalo Torné de la Guardia tensa con maestría las cuerdas de un arco de múltiples direcciones, y coloca sobre él una polifonía de flechas a las que el lector debe asignar la diana correcta. Esa variedad inicial es una de las mejores bazas de la novela, un muestrario sobre las diferentes formas de transitar por lo caminos ingratos de la existencia.
La muerte preside y recorre toda la novela, pero al mismo tiempo, en un juego de espejos que se repetirá constantemente, nos muestra que la vida también puede resultar tan yerma como la expiración.
El amor, gozoso en lo intelectual y pasional en lo afectivo, puede ahogarse en el oasis de la perfección hasta que la aridez de la duda reflexiva convierta tanta suerte y felicidad en obstáculo y desierto.
El viaje a los territorios de la infancia, que siempre se vislumbra como la antesala de la aventura o como un paso hacia el aprendizaje, también puede convertirse en una tortura que visualice tu propia existencia como el error ínfimo del gran acierto de la naturaleza.
El desarraigo como camino abierto a la propia e intransferible exploración, tanto de nuestros sentimientos como del mundo exterior, o como sinónimo para libertad en la asunción de un anonimato propicio para el desarrollo personal o, al contrario, un desarraigo donde la soledad sea la dueña de todo el espacio y no quede un átomo de oxígeno para nuestra propia existencia.
Una puesta en escena que determina la delgada y caprichosa línea que separa la muerte de la vida, el amor de la desgracia, el acierto del error, la felicidad de la soledad. En ese hábitat tan resbaladizo es donde el escritor tiene que contar su historia, una historia eternamente condenada al fracaso porque al final siempre dependerá de la habilidad del lector para decodificar las situaciones mostradas. Una pericia, no sólo para descerrajar el contenido de la novela, si no para sacar provecho en beneficio de sus propios sentimientos y vivencias personales y, sobretodo, para sentir como el vigor de la inteligencia es capaz de hacer real un cúmulo de palabras brillantes y afinados pensamientos que nos llevan a preguntarnos si nuestra existencia, regida por el azar, sólo es un lugar inhóspito que ha ocultado otra vida que hubiera sido mucho mejor.

14 Comments:

At 27 mayo, 2007 17:41, Blogger El detective amaestrado said...

Hay libros que, cuando uno termina de leerlos, dan ganas de levantarse y empezar a aplaudirlos...Auténticas antesalas de la felicidad escrita.

 
At 27 mayo, 2007 20:40, Blogger Mamen said...

El final de algunas lecturas me dejan huérfana. Durante unos momentos sientes que te han dejado y que debes comenzar el sendero tu sola, una y otra vez. Tiene buena pinta el libro que has disfrutado...Me atrae, por ser cierto, lo de la delgada y caprichosa línea...Regida por el azar y la voluntad.

 
At 28 mayo, 2007 12:05, Blogger Gubia said...

A veces también me ocurre eso algunas veces, pero también es bueno porque nos hace pensar en el libro por lo menos un par de veces más y en la mayoría de los casos yo lo vuelvo a leer.
La última frase me ha impactado, muchas veces pienso en como serían las cosas en mi vida si mi forma de actuar o vivir hubiera sido otra...supongo que es algo que a todos nos inquieta en algún momento.
Un abrazo.

 
At 28 mayo, 2007 21:55, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Detective.

A mi, con este libro, me han dado ganas de aplaudir en muchos momentos. Lo he estado ojeando hoy y me he dado cuenta de un detalle: Los subrayados no son tales, son cuadrículas que ocupan média página. Eso es toda una señal.

Salu2 Córneos.

 
At 28 mayo, 2007 21:59, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Mamentxu.

No creo que las lecturas nos dejen huérfanos, al contrario, son las herramientas necesarias para emprender se sendero que citas y por el que cada uno de nosotros, al fin y al cabo, discurre en soledad.

Supongo que la mezcla de azar y voluntad es una buena fórmula para caminar. La primera es imprevisible y la segunda, ay la segunda...

Salu2 Córneos y mussicales :-)

 
At 28 mayo, 2007 22:02, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Gubia

A veces vivimos tan enfebrecidos que no nos paramos a mirar la propia vida. Hoy se lo he escuchado a Luis Landero, es necesario relentizar, observar lo concreto y reflexionar sin preocuparnos de perdernos algo, fijar la obsesión en algo concreto puede ayudar, esa puede ser una vía para analizar los movimientos propios y pensar en los siguientes, ¡cómo si esa jugarreta fuera un posible engaño al azar!

Salu2 Córneos y un abrazo.

 
At 30 mayo, 2007 15:15, Anonymous Anónimo said...

Esto que cuentas de que a veces se tiene la sensación de no haber exprimido todo el jugo a un libro creo q es lo q me pasó a mí con "El Perfume". al menos, es lo q me responde la gente cuando digo q no me gustó nada y q es una patata probablemente, como todos los best-sellers. no sé, no sé...

 
At 30 mayo, 2007 22:54, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Ana.
A mi me parece que tu argumento esconde una pequeña contradicción.
Una de las característica de los llamdos Best Sellers es que no deben ser muy fáciles de exprimir, de lo contrario no se vendería tan masivamente, creo.
Como creo que eres una avezada lectora, el hecho de que sientas no haber exprimido "El perfue" eso lo eximiría de la categoría de best-seller, creo.

En cualquier caso, lo mucho o lo poco que he exprimido "Lo Inhóspito" o al menos la sensación que he tenido, es una cuestión personal e intrasferible. Creo que la reseña deja en evidencia su calidad literaria y si, tal vez, no he penetrado en otros planos del libro, no es un problema del libro sino mío.

Salu2 Córneos y un gustazo de comentario, gracias por hacerlo.

 
At 31 mayo, 2007 07:38, Blogger Conciencia Personal said...

Cuando leí El nombre de la rosa, fue obligada por un trabajo de metodología de la investigación, realmente no la disfruté, habrían de pasar cinco años y le tomé devoción.

El lector siempre tendrá la última palabra. Gracias por la recomendación.

saludos Javi, siempre regreso aunque tarde.

Monique.

 
At 31 mayo, 2007 11:19, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Monique.

Es un fenómeno que suele ocurrir. No pasa nada por no leer una gran obra maestra si no te gusta, sólo tienes que esperar un lustro y volver a intentarlo a ver que pasa.

En realidad es un consejo de Borges, creo. El otro día lo corroboró Luis Landero y Ramón Acín a preguntas de un lector: No te asuste cerrar un libro si no estás disfrutando.

Salu2 Còrneos, Monique, nunca llegas tarde, siempre llegas brillando.

 
At 31 mayo, 2007 12:23, Anonymous Anónimo said...

Hola, Javier. Gracias por los comentarios. Espero tener algún día el valor de volver a "El Perfume". Aunque es difícil cuando un libro no te deja buen sabor de boca.

Una pena que no puedas venir al recital de La Caja Nocturna. La próxima vez será.

(Ya hablaremos de los chalecos fosforescentes...).

Un saludo.

PD: Siempre me han intrigado los nombres de tus blogs. ¿Puedes contarme cómo se te ocurrieron?

 
At 01 junio, 2007 01:09, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Ana.
Es cierto que salgo de trabajar más tarde de lo que es el comienzo el show poético pero... tal vez tenga un arrebato y me escape one second for the... ahí, si lo recuerodo aunque el Rioja de la Utrillas Guy dinner no me deje recordarlo.

Sobre chalecos estoy dispuesto a orgnizar un simposiumppppp ;-)))
¿Los nombres de mis blogs? La verdad es que me gustan y te lo contaré pero nunca vía internet, eso se merece un par de copas de vino, ¿no te parece?

Salu2 Córneos y un poco chispas.

 
At 01 junio, 2007 15:45, Anonymous Anónimo said...

Que gusto da recibir así un libro, y exprimirlo. Me encanta esa sensación.
A mí me encantó El nombre de la Rosa, lo cogí en buen momento.
Besosssss

 
At 02 junio, 2007 10:50, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Lamima.

Tienes razón. Hay libros que los sientes biológicamente, te abrazan, te empapapan, te besan. No hace fanta ni siquiera comprenderlos, sólo sentirlos. ¿Magia?

Salu2 Córneos y Besos.

 

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