La curvatura de la córnea

04 septiembre 2006

Un magnífico proyecto. Historia de las bandas de música de Utrillas

Escribir esta reseña ha sido una gratificante labor, con ella quiero rendir homenaje a un hombre de carta cabal, un señor que ha tenido el valor de pasar seis años de su vida recopilando datos, realizando entrevistas personales, escribir un libro y editarlo. Mis felicitaciones más sinceras, Don Marino.
Una tarde del mes de Agosto paseaba junto con Migue entre el nuevo barrio que esta naciendo en Utrillas y las últimas casas del Oeste. El sonido de un saxofón puso banda sonora al atardecer. Era Marino, ensayaba unas escalas en la penumbra de un garaje. Tras los saludos de rigor, y mientras los mosquitos se merendaban nuestras piernas, escuchamos de viva voz la experiencia que ha significado este libro para la vida de Marino. Las emociones que ha generado el reencuentro de algunos de los músicos que protagonizan este libro, del reconocimiento por parte de las instituciones, de las nuevas generaciones de músicos y del público en general. Me gustaría empezar expresando mi sincero reconocimiento a todas las personas cuya pasión es hacer sonar la música, gracias por hacernos la vida un poco más agradable.
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Historia de las Bandas de Música de Utrillas es un libro escrito por Marino Sancho Ramo, realizado por Aragón Vivo, S.L. y editado por el Ayuntamiento y la Banda Municipal de Música de la citada Villa. Este hecho, por si mismo, ya es un acontecimiento, pero la gran suerte del autor viene de la mano de su esposa Aurora Andrés García y sus dos hijas Marta y Gloria, que han ejercido de eficaces colaboradoras para llevar a buen puerto este magnífico proyecto.
Marino Sancho ha trazado un viaje en el tiempo con el propósito de reconstruir la historia musical de Utrillas. Para tan encomiable tarea se vistió de cronista, documentó unos hechos que pululaban en la tradición oral de sus protagonistas y los plasmó en esta estupenda edición. Marino se ha convertido con esta publicación en un historiador. Un texto de un irrefutable valor cultural, de una enorme valía para la memoria colectiva, tanto de los lectores del presente como para los del futuro.
El libro comienza en el año 1943 con un mensaje claro y esperanzador: Las partituras, los pentagramas, la música en definitiva, universaliza las relaciones humanas. Un lugar donde no existen ni fronteras, ni ideologías, tan sólo las notas para que los músicos las interpreten y el público las disfrute.
Es un inicio caracterizado por una narración fresca, muy alejada de piruetas estilísticas que nada aportarían. Es una lectura cercana, entrañable, muy próxima al mensaje oral del que parte. En el transcurrir de las páginas se nota que Marino ha escuchado todas y cada una de las historias hasta embriagarse con su belleza, con la fuerza humana que hay detrás de cada hecho, de cada anécdota, de cada nombre. Línea tras línea se puede vislumbrar el hondo calado personal que ha supuesto para el autor esta experiencia de exploración en otras vidas y de plasmarlo con maestría. Es una heroica travesia que va desde el preso Manolo Giménez López hasta todos y cada uno de los trabajadores que decidieron, además de bajar a la mina, ser músicos. Marino trasmite esas voces con emoción y pulso narrativo, dos elementos esenciales a la hora de atrapar al lector.
La primera parte del libro culmina con un capítulo dedicado a las orquestas que surgieron a partir de la disolución de la Banda de Música de Minas y Ferrocarril de Utrillas. Es un apartado netamente visual con imágenes en blanco y negro de “Manolo y sus chavalitos” “José María y sus muchachos” y un folleto publicitario que reza: “Si quiere usted tener asegurado el éxito de sus fiestas, bailes, verbenas, etc., con la mayor economía. Lo conseguirá contratando la gran Orquesta Variedades. Bajo la dirección artística del Maestro Sapetti”
La obra continúa con la biografía de algunos de los músicos que comenzaron su andadura artística en las filas de las diversas bandas que se formaron a lo largo de los años. Desde el amateurismo de Don José López hasta grandes profesionales como José Comín, Don Julián Ávalos o, por no citar a todos, Don Julio Mengod que fue el compositor de melodías tan populares como las sintonías televisivas de los Chiripitiflauticos, Tendido Cero o Saber Vivir. Pero de todas estas reseñas, fue la de Don Zacarías Elósegui la que más me impactó. Como las carambolas de la vida pueden aliarse para mezclar ámbitos tan positivos como la música, el trabajo y la familia hasta abocarlos a la tragedia.
Marino define “Compás de espera” al período que va desde 1966, con la disolución de la orquesta de José María y sus muchachos, hasta el año 1994. Fue entonces cuando se lanzó la idea de recuperar una banda de música para Utrillas apoyada desde las instituciones municipales. El rock y el pop estuvieron representados en la década de los setenta con grupos como Los Bracaj y Los Linces.
La larga travesía comenzó en 1974. Veinte años de interludio musical ocupado por las Hermanas del hospital minero. Sor Concepción primero y Sor Damiana después formaron un coro en el que muchas niñas ejercitaron el canto. También se creó un grupo de guitarras y bandurrias instruido musicalmente con el método de cifra. Ambas formaciones mostraban sus adelantos en la misa mayor dominical y otros eventos religiosos. El que les escribe pasó tardes inolvidables bajo la batuta de tan entregadas señoras.
El trayecto final del libro da cuenta de la moderna historia de la Banda de Música, ahora con marchamo de Municipal, y que ha supuesto la recuperación de la tradición musical en la Villa de Utrillas.
Estos capítulos están plagados de datos, fechas, nombres y actuaciones. Es un exhaustivo trabajo de documentación digno de encomio. Pero el lector busca más, busca por querencia al cronista de las primeras páginas, al contador de historias… y no lo encuentra. Marino cambia la emoción personal de las primeras páginas, en las que habla de acontecimientos que no ha vivido, por la enunciación. El estilo inicial vuelve a ráfagas en la narración de algunas anécdotas pero sin llegar a la intensidad del principio. Y aquí es dónde viene mi ruego al autor. ¿Por qué no ha seguido por senda la senda embriagadora del comienzo de la obra? Tal vez el pudor de ser uno de los protagonistas del presente ha impedido que Marino siguiese narrando los eventos del ahora con la pasión utilizó con los del pasado.
En resumen, este libro es una joya que todo utrillense o amante de la música debería leer para valorar el esfuerzo artístico de unas gentes que dedican su tiempo libre a ofrecernos el maravilloso mundo de la melodía.
Finalizo con la mismas palabras con las que termina el autor: “Gracias música. Gracias músicos”

7 Comments:

At 04 septiembre, 2006 17:32, Blogger El detective amaestrado said...

Todos los aplausos del mundo, todos los parabienes posibles, para aquellos que ponen todo su empeño en crear libros enormes en editoriales pequeñitas. Quijotes, no me cabe ninguna duda

 
At 04 septiembre, 2006 18:11, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Detective.
Me uno a los aplausos y ¿nos ponemos de pie?

 
At 04 septiembre, 2006 19:00, Blogger El detective amaestrado said...

Por supuesto. Y si sabes silbar, hazlo bien alto

 
At 05 septiembre, 2006 00:12, Blogger Paula said...

Qué gusto da leeros, de verdad

Un abrazo

 
At 05 septiembre, 2006 01:52, Blogger Javier López Clemente said...

Hola detective.
Si hay que silbar se silba, yo no lo hago muy bien pero recordemos que en algunos sitios el silbido es tomado como gesto negativo jejejeeje y claro, este no es el caso y, por lo tanto, los silbidos tendrán que ser alegres, jacarandosos.

 
At 05 septiembre, 2006 01:54, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Paula.
Gracias por la parte que me toque.
Un abrazo nocturno y caluroso.

 
At 06 septiembre, 2006 16:23, Blogger Gubia said...

A veces del lugar más pequeño y con mucho esfuerzo se consiguen las cosas más bellas. Enhorabuena por el libro a su autor y por todo el trabajo y la satisfaciones que conlleva.

 

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