Mucha mierda (y buen teatro) en La Ballena
Mucha mierda (y buen teatro) en La Ballena
Javier Guzmán tuvo la deferencia de invitarme a los ensayos
generales de los grupos a los que conduce y acompaña en la escuela de teatro
‘La Ballena’, y ayer disfrute del trabajo realizado de los actores de los
miércoles por la tarde.
Mientras el público tomaba asiento, en el escenario ya
estaban situados los actores en el espacio. Sofá, mesas y sillas invitan a
pensar en el orden desordenado de un salón que se va transformar en un espacio
específico para cada una de las escenas. Fue entonces cuando recordé la primera
acotación en ‘La muerte de un viajante’, donde Arthur Miller detalla con
precisión la distribución de la casa y pide que las acciones del presente
respeten las paredes imaginarias, mientras todos los pasajes del pasado rompen
con cualquier limitación arquitectónica.
Esa es la base dramática que nos proponen los alumnos de
Javier, una función donde cada escena rompe el orden del espacio inicial para desarrollar
una acción que termina abriendo un nuevo espacio. Tejer y destejer para trazar
un viaje que se puede dividir entre la exposición de cuestiones terrenales y un
rio interno donde la ficción nos recuerda que más allá de todos los
acontecimientos que definen la realidad de nuestra vida, los relatos son los juegos
que nos define como humanos.
El inicio nos sitúa ante uno de los principales personajes
de la tragedia. Antígona busca la
justicia moral de enterrar con dignidad a su hermano Polinices frente al poder
de Creonte. Beatriz Jordán y Ana Palomares abandonan la grandilocuencia a la
que invita una escena de la tragedia del teatro clásico griego y sitúan la
dicción y las acciones en un tono de marcado carácter doméstico y así, más allá
del abuso de poder o la estrategia geopolítica, la peripecia se instala en un
aire doméstico que incrementan la cercanía y la intensidad del conflicto,
precisamente porque lo acercan al sufrimiento humano en el que todos nos podemos identificar.
‘Muerte de un
viajante’ en una estupenda radiografía sobre la decadencia de la familia y la
sociedad que conforma. En este caso la escena se centra en la comunicación de
un matrimonio que acarrea los vapuleos del paso del tiempo. Manuel Naudín y
Mapi Villaroya construyen sus personajes desde la dificultad que supone manejar
la naturalidad de lo cotidiano, cuanto más incidan en hacer menos la escena irá
todavía a más.
La realidad también es la materia prima que maneja Tennessee
Williams en ‘La gata sobre el tejado de zinc caliente’ pero el reto en este
caso es mostrar el salto psicológico de los personajes para mostrar el
conflicto interno. Ana Gracia y Fernando Pueyo cocinan un punto interesante de
tensión para recorrer los diferentes estados por los que pasan sus personajes.
Él con la sequedad arisca de una pista de aterrizaje para que ella vuele con
solvencia entre la pasión y la rabia
Llegados a este punto la realidad empieza deslizarse, ahora
el espacio ya no es doméstico. La acción transcurre en la habitación de un
hotel y aunque parece un detalle menor, la frialdad que sugiere el espacio permite
trazar una relación diferente entre el matrimonio que ocupa la escena. Mientras
Luis Javier Tejada transmite la solidez de su personaje con buena disposición para
flexibilizar la realidad de los hechos por complacer a su esposa, a la que
Alicia Vigo da vida con una deliciosa interpretación en la que demuestra
capacidad para armonizando la precisión del tiralíneas de los gestos, y la
ductilidad para que el tono de cada frase se mueva entre la ironía la autoridad
implacable.
La frontera definitiva la marca Carlos Arroyo con un
monólogo que quiere ser diálogo, y en esa aspiración se mece el actor en una
especia de tanteo entre interrogaciones
y dudas. Un mundo interior que se muestra temeroso.
Mientras Miller se detenía en los detalles realistas del
espacio, 'Las criadas' de Jean Genet es la teatralización de un rito. El texto
comienza estableciendo la diferencia entre la habitación señora con muebles
Luís XV y encajes como un lugar religioso que no se debe "profanar",
mientras nos recuerda que la cocina es el espacio natural donde las criadas
vierten sus "esputos" En este caso toda esa geografía ha
desaparecido, y sin embargo el rito del juego entre los personajes se mantiene fresco
gracias al luminoso trabajo de María Mengual y Pilar Gracia para trasladar la
intención lúdica del juego a las palabras y a unos gestos que se concentra en
la expresión de sus caras y así, cuando la alarma cambia el registro, ellas se
recomponen, moldean nuevos ademanes y matizan el paso de la ficción a la
realidad que no las deja ni soñar ni vivir.
La función culmina con un alegato a la capacidad para contar
cuentos como el recurso de esconder la realidad por muy cruel que sea. Es una
escena donde la tendencia al relato se compensa con una actitud escénica que
ocupa todo el espacio. Se trata precisamente de romper la frontera impuesta por relato.
Pilar Pérez y Brian Aley lo consiguen. Ella se enfrente a la enorme dificultar de componer
un personaje que se alimenta de tics y frases contundentes que la actriz somete
dentro de los márgenes de la credibilidad. Mientras tantos su compañero
coreografía los textos asimilando la complejidad de su personaje en un vendaval
interior que exterioriza poniéndose en comunicación con los bustos inertes de
sus compañeros, un baile que hipnotiza hasta que llega el oscuro final y una
merecida ovación para todo el elenco
El grupo de los miércoles de ‘La Ballena’ estrena esta
función el 18 de junio. Desde estas
líneas les deseo mucha mierda, porque lo valen.
Escuela de Teatro La Ballena. Autores: Tennessee Willimas,
Neil Simón, Arthur Miller, Martin McDonagh, Guillermo Heras, Jean Genet y Jon
Fosse. Dirección: Javier Guzman. Elenco: Ana Gracia, Fernando Pueyo, Alicia
Vigo, Luís Javier Tejada, Manuel Naudín, Mapi Villarroya, Brian Aley, Pilar
Pérez, Beatriz Jordán, Ana Palomares, María Mengual, Pilar García y Carlos
Arroyo.
La Ballena. Miércoles 11 de junio de 2025
Etiquetas: critica teatro, Javier Guzmán, La Ballena
2 Comments:
Me parece un gran detalle hacerse eco de las muestras de los alumnos de La Ballena. Refrenda el trabajo que allí se hace, la preparación e ilusión de los alumnos y por extensión también veo reflejado las muestras que se preparan en estas fechas en otros teatros de la ciudad. Como siempre una crónica detallada y amable. Un cordial saludo
Gracias Jorge por tu comentario. Un abrazo
Publicar un comentario
<< Home