Calor
Intercambio de energías
La revolución neolítica fue un cambio crucial para la
humanidad porque la vida nómada pasó a ser sedentaria y los recolectores se
transformaron en productores. Esta transformación económica implicó un nuevo
orden en la gestión de recursos, la aparición de las primeras desigualdades y
tensiones internas entre las diferentes capas sociales. La nueva situación
derivó en una percepción más territorial de las áreas de trabajo que, dibujadas
como fronteras para defender las cosechas de los saqueos, terminó por generar las
primeras guerras y así, por el arte de la simplificación que tanto se lleva en
estos tiempos, ya tenemos una coartada histórica para salvaguardar nuestra
moral frente al migrante y el refugiado, nómadas que se desplazan para mejorar
sus condiciones de vida, o huyen para salvarla.
'Calor' es un espectáculo que posa su mirada en esas
personas forzadas a dejar su hogar, y su empeño por construir uno nuevo allá
donde la marea de la injustica los arrastre. No son estereotipos de la
Prehistoria neolítica, son trabajadores que han sucumbido por las crisis
financieras, jóvenes en busca de la prosperidad que les negamos en sus tierras o
víctimas de las guerras geoestratégicas de toda la vida. Uno de estos viajeros
involuntarios llegó el 2 de junio a los Viernes de Jardín.
También era mi primera vez en El Jardín de las Artes, un
lugar que juega con las formas para modificar la relación entre la mirada del
público y el escenario. Ya no se trata de escapar de la calle y refugiarse en la
magia de un edificio. Allí el ritual se desarrolla fuera de la ciudad, a la
sombra de los árboles cuando brilla el sol, y solo hay que esperar a que la
Luna ponga foco para convertirse en un rincón encantado. Teatro al aire libre
para recuperar la antigua noción de que todo el mundo vivo está conectado, y convertir
un jardín en el espacio escénico donde sembrar todas las ramas de la cultura.
El payaso Kikolas dibuja un nómada con el que al menos tiene
dos cosas en común: Revientan sus vidas de manera autodidacta y, aunque Kikolas
sigue la máxima del clown de nariz roja que fija todas sus energía en el presente,
su esencia es la de un payaso con zapatones que afronta con valentía todo lo
que le acontece, pero siempre lo hace mirando hacia el pasado y su baño de
melancolía. 'Calor' se aferra a esa herramienta narrativa y construye un espacio
nuevo lo más parecido al tiempo que se ha quedado atrás. Nuestro payaso se
aferra al ayer con la esperanza de transformar su soledad. Todas sus acciones
buscan definir el nuevo espacio que lo acoge con la alegría y la compañía propias
de eso que llamamos hogar.
El espectáculo necesita que el público se sumerja de inmediato
en el universo propuesto, y a eso dedican los primeros minutos, a conectar a
los espectadores con el espacio escénico mediante un lenguaje que se sustenta
en un gesto tan minúsculo como amable, pero con capacidad para generar una
corriente de la que es imposible escapar. El actor atrapa al púbico con el
enlace magnético del silencio y en esa dinámica, la proximidad física ya no es una
cuestión de centímetros, ahora todo se centra en la mirada del nómada, al tembleque
de sus pasos, al equilibrio del resbalón, y esa deliciosa manera de subir las cejas en
señal de un poderío que empieza en sonrisa y vaya usted a saber dónde puede
terminar. Todo este despliegue es para afrontar el reto arquitectónico de construir
un hogar a partir de una permanente relación con los objetos que le acompañan
y, como algunas veces ocurre en las relaciones humanas, el primer contacto puede
ser un arrebato de trompicones y resoplidos hasta que de a pocos el roce hace
el cariño, y el guirigay de trastos termina en esperanza de lumbre, sopa y
amor.
Nadie sabe si el payaso nómada de los zapatones conseguirá
su objetivo, si el hogar con humo de estufa, cuchara de palo y recuerdos para
no olvidar la identidad es una quimera o realidad. Ese esfuerzo no depende solo
de él, también está en las manos de un público hipnotizado que respondió a las
peripecias del payaso con una atronadora salva de aplausos que saltó por encima
de la representación, y llegó al corazoncito del actor. Entonces descubrimos
que debajo del payaso sin palabras hay un hombre cuyo nombre es Quique Mendez y
que más que hablar, solo balbuceó unas palabras de agradecimiento que desvelaron
su emoción. En este intercambio de energías quedó patente la grandeza del
payaso que nos entregó el aliento de su esfuerzo, el universo de su creatividad
y la poesía de un lenguaje propio para que 'Calor', como anuncia el programa de
mano, sea un universo onírico para saltar de la risa al juego, del sentimiento
a la reflexión.
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'Calor'
Idea, creación e interpretación: Qique Mendez.
Mirada externa : Leandre Ribera
Acompañamiento : Ruben Rio, Alex Britos
Coreografía :. Javier García » Mimo»
Escenografía : Jairo Fuente y Violeta Ollauri
Vestuario : Piti Demore
Atrezzo : Taller Guirigay
Iluminación : Sergio Izquierdo
Técnico en gira : Jairo Fure
Fotografía : David Palacin, Gabymerz Photo
Video : David Castro Gonzalez
Espacios de creación: La Parrala, La Central del Circ,
BoliviaNOW, ARTmosfera
Cooproducido por el Festival de Artistas Callejeros ARCA,
Aguilar de Campoo (Palencia)
Etiquetas: critica teatro, El Jardín de las Artes, Jean Philippe Kikolas, Quique Mendez
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