La curvatura de la córnea

04 marzo 2023

Celebraré mi muerte



El doctor Hourmann: Personaje, actor y persona.

La obra del dramaturgo Luigi Pirandello (1867-1936) se presenta como una reflexión vital sobre las grandes cuestiones que determinan La vida del hombre. Su idea de teatro pretende modificar la percepción del espectador con respecto a lo que ocurre en escena, en realidad aspira a que la identificación con los personajes, además de conectar por los sentimientos, también se produzca a través de un canal por el que circule la razón hasta llegar a las Mismas raíces de los hechos. Eduardo Haro-Tecglen en esa misma tesitura recuerda que hay dos maneras de conseguir que una representación vaya más allá: Acentuando la relación personaje-autor y que los personajes choquen con los actores. La estructura de 'Celebraré mi nombre' navega por unas aguas tan nutritivas como las propuestas de Pirandello y las demandadas por Haro-Tecglen.

La peripecia nace de una experiencia personal que Marcos Hourmann es capaz de convertir en un relato compuesto por hechos históricos, reflexiones vitales, pensamientos filosóficos y el pegamento literario de la memoria. Este material en bruto pasó por las manos de los directores de teatro Alberto San Juan y Víctor Morilla para convertirlo en una dramaturgia. El círculo se cerró cuando el texto dramático regresó a su autor. La idea era que fuera él mismo quien lo representara sobre el escenario. Eso significaba que el médico con capacidad para contar una historia podía alcanzar la categoría de actor pero, aunque la situación y el espacio eran tan teatrales, resultó que Hourmann y sus directores rechazaban esa evidencia. Sobre las tablas no debía estar un actor. Y tal vez tengan razón. Cuando del doctor Marcos Hourmann sale a escena, en realidad lo hace revestido por tres tipos de piel: Persona, actor y personaje.

La persona es el inicio de una historia que comienza en 28 de marzo de 2005 cuando tomó una importantísima decisión apoyándose en fuertes convicciones morales y profesionales, pero sin tener en cuenta la legislación vigente. El doctor Hourmann inyectó una dosis mortal de cloruro de potasio en una paciente de avanzada edad con gran dolor físico, un pronóstico de pocas horas de vida y que le había pedido ayuda para morir. Poco tiempo después fue acusado de homicidio con una petición de pena de 10 años. La vida se derramó por los suelos. Una vida y un conflicto legal que se nos cuenta con el apoyo de material audiovisual que va documentando la narración de esa persona que está en el escenario. El día de su graduación. La relación con sus padres. Con los cortes, quebradas y firuletes que su madre ejecuta al ritmo de tango. Con la muerte lenta y desesperante de su padre.

El actor sale al escenario y se sienta en una silla. El foco que lo ilumina está tan vertical que no se le ve la cara. Una sombra que mira el suelo. Está un poco encorvado. La voz suena tranquila a través de un micrófono ligeramente amplificado pero que capta cualquier modulación. Algunas palabras se atropellan. En eso no parece un actor. Aunque también es posible que sea un rasgo de la personalidad del doctor que el actor incorpora a la interpretación de un argentino tartamudo que aprendió a hablar de corrido. Al fin y al cabo muchas de las palabras que usan los licenciados en medicina ya son suficientemente complicadas como para encima andar trabucándose con ellas. Esternocleidomastoideo, electroencefalografista o dimetilnitrosamina. La historia comienza durante la noche, en el turno de guardia de un hospital de Tarragona que está a una hora de automóvil de su casa. Una hora de cansancio, autopista y radio mientras Hourmann, como todos los actores, se sitúa en el centro mismo del acontecimiento teatral. El vínculo que une la acción con el espectador.

El personaje se presenta nítido, contundente y definitivo cuando el actor se levanta de la silla y descubrimos su enorme barriga. Está enfadado porque a veces tiene que decir cosas que el del director ha escrito para él. Esa es una confesión irrevocable de su condición de actor quejándose por el texto del personaje que interpreta porque, el director nunca escribe para la persona, él solo tiene ojitos para darle relumbrón al personaje, esa entelequia que el actor que lo encarna aspira a alcanzar.

Nos encontramos ante una pirueta. La quintaesencia de Stanislavsky. 'El Método' que trata de romper las convenciones teatrales para que la escena se llene de vida. Exigir al actor la máxima veracidad mediante la exploración de experiencias personales que le ayuden a construir el personaje. Pero en este caso el actor no necesita buscar las experiencias en algún lugar recóndito de su memoria. Se exhiben y se cuentan en el escenario a la vista de todos para que la acción teatral sea una simbiosis entre personaje y actor que nos acerca irremediablemente a la persona: Tres tipos de piel sobre el cuerpo del doctor Marcos Hourmann.

'Celebraré mi muerte' se sitúa en el espacio del teatro documento que, recogiendo diversas fuentes, lanza una tesis o defiende unas Ideas. La documentación con la que se trabaja es esencialmente el relato proporcionado por el protagonista que a veces se acompaña de fotografías reales y con recreaciones ficticias. Las opiniones de otros protagonistas aparecen en videos extraídos de programas de televisión, discursos parlamentarios y letreros que subrayan las ideas que van circulando por la escena. Todo el planteamiento va encaminado a dos cuestiones fundamentales: La conveniencia moral de plantear la eutanasia como un derecho. La responsabilidad del individuo para con unas leyes que, garantes del funcionamiento de la sociedad dentro de Estado de Derecho, no coinciden con sus convicciones morales.

El programa de mano recuerda que el doctor Hourmann fue acusado de homicidio por el hospital, mientras la familia de su paciente nunca lo denunció. Tal vez por eso llegó a un acuerdo en el que se declaró culpable con la condición de no pisar la cárcel y seguir ejerciendo como médico. Ahora se trata de que sea el público quien lo juzgue. Pero no es del todo cierto. Marcos Hourmann se siente inocente y eso nadie lo puede cambiar. Ni siquiera el juicio soberano de los espectadores.

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Producción: Mediterránea. Autoría: Marcos Hourmann, Alberto San Juan y Víctor Morilla. Dirección: Alberto San Juan, Víctor Morilla. Intérprete: Marcos Hourmann.

 

3 de marzo de 2022. Teatro de las Esquinas.

 



 

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