Vulva
Una radiografía social
Verónica se suicidó el 25 de mayo de 2019 después soportar
durante más de un mes la presión que significaba un video íntimo circulando de
manera viral entre muchos de los 2.500 trabajadores de la factoría de Iveco, algunos
de los cuales se arremolinaban entre risas en su puesto de trabajo. Cuando el
video saltó al ámbito familiar todo se precipitó. 24 horas después de que la
empresa tan solo le ofreciera cambiar de sección o coger la baja, Verónica
decidió quitarse la vida.
Irene Herrero Miguel se conmovió con este suceso y sintió la
necesidad de indagar en un complejo desarrollo emocional: El proceso en el que
la culpa se retroalimenta de un entorno hostil que deshumaniza a la víctima
hasta aislarla por completo. Así nació 'Vulva'. El teatro como la mejor
herramienta para representar esa odisea.
Herrero decidió cambiar el espacio en el que se producen los
hechos y los situó en un colegio. Es una modificación significativa porque
amplía el espectro social en el que se produce los sucesos, incorpora a los
niños como sujetos a proteger de materiales potencialmente peligrosos para su
desarrollo emocional, y pone la lupa de la observación sobre en unos padres
que, temerosos porque sus hijos tengan acceso a determinados contenidos
audiovisuales, al mismo tiempo son incapaces de impedirlo. Esta contradicción
es un añadido importante que amplía el debate sobre el uso de la tecnología como
herramienta de comunicación, conocimiento, pero también como el canal para
mostrar nuestro lado más ruin. Esa es la contradicción en la que navegan todas
las personas e instituciones que formaban parte de la vida de Verónica: Desde
la hipocresía de los compañeros, hasta la mirada para otro lado de las
autoridades, pasando por la desconexión de la realidad del entorno familiar. La
carga de profundidad que alberga la función es una crítica que apela a toda la
sociedad en lo colectivo y cada uno de nosotros en lo individual.
La intención de Herrero al escribir esta función quedaba muy
clara en declaraciones a la revista El Salto, no se trata de juzgar o
culpabilizar a nadie, el reto para la dramaturga es visualizar a los
responsables necesarios para llegar al fatal desenlace, pero al mismo tiempo
advertir que ninguno de ellos es esencialmente malo. Al fin y al cabo, quizás
todos somos un poco así y no nos damos cuenta. Por eso la dramaturgia huye de
la tentación de colocar etiquetas y, lejos de dibujar un documento fiel que
intente reflejar la realidad, centra toda su energía en traducir al lenguaje
teatral infinidad de fragmentos que provienen de la prensa y declaraciones
públicas que alimentan una acción dramática construida sobre los tres círculos
concéntricos que ahogan los ánimos de la protagonista.
El primero es la despersonalización caracterizada por la potente
presentación audiovisual de una realidad que mezcla la sombra de lo orgánico,
con la multiplicidad de conexiones en un mundo digital que no sabemos muy bien
hacia donde nos lleva. Nuevas formas de comunicación que van estar presentes a
lo largo toda la representación en diferentes grados de intensidad. El segundo se
centra en las relaciones humanas, el lugar por el que circulan las personas que
tienen algún tipo de contacto físico con la protagonista, el universo de las
opiniones en el que todo el mundo tiene algo que decir, explicar, vomitar, y
También ocultar. Todos dan la chapa mientras la víctima no verbaliza un punto
de vista que a nadie parece interesar porque lo único importante es el escarnio
y la breve satisfacción de señalar. El tercero es el espacio más íntimo de la
protagonista: Sus pensamientos. La dramaturgia tiene el gran acierto de penetrar
en ese territorio a través de la puerta que da acceso a los sueños. Un mundo onírico
al que hay que mirar con detenimiento porque allí se muestra una realidad que, aparentemente
disfrazada, sin embargo es el retrato sin tapujos de como algunas instituciones
pensadas para protegernos, tan solo son capaces de actuar con las mismas malas
artes que ya advertimos en la sociedad. Ese es el lugar donde la víctima
descubre que sus miedos están en un callejón cuya única salida es el suicidio.
El espacio escénico tiene la virtud de la metamorfosis
mediante una sencilla escenografía con capacidad para trasladarnos a los diferentes
ámbitos por los que transita la función que, muy bien aliñada con una sugerente
iluminación y unas videocreaciones que por momentos son las protagonistas
estelares, pero también tienen la capacidad de subrayar el discurso narrativo
sin difuminarlo.
El trabajo actoral en todo este proceso es abrumador, desde su
presencia cuando el audiovisual modifica el ambiente y la coreografía dinamiza
el espacio para delimitar cada una de las escenas; hasta la construcción en
primera persona de unos personajes tallados en la verdad, la precisión de los
pequeños gestos, y un ritmo vocal impecable que consigue carnalidad, frialdad o
impostura en el momento y la dosis adecuada.
La dirección de Herreros, aunque ella en todo momento habla
de un trabajo colectivo durante todo el proceso de creación, denota una mirada
de gran angular para incorporar y asimilar una gran variedad de elementos que
siempre aportan valor estético o narrativo.
'Vulva'
en una coctelera en la que se mezcla con brío diferentes lenguajes mediante una
potente musculatura formal que traslada al patio de butacas la experiencia
vital de una víctima y lo hace estallar de emoción.
Pero 'Vulva' es algo más que una experiencia teatral, y para
que todo tenga sentido quizás hay que dar un paso más, enfrentarse a la gran
cantidad de información que maneja la obra y, utilizando la mirada del
antropólogo, observar el comportamiento humano y dedicarle un tiempo de
reflexión.
___
'Vulva'
Producción: Las horas del humor. Dramaturgia y dirección:
Irene Herrero Miguel. Coreografía y movimiento: Merce Grané. Espacio escénico:
Joaquín López- Bailo. Música, video escena y espacio sonoro: Alberto Martín
Paz.
Miércoles 30 de noviembre de 2022. Teatro de las Esquinas. VI
Edición del ciclo mujeres a escena.
Etiquetas: Alberto Martín Paz, critica teatro, Irene Herrero Miguel, Joaquín López-Bailo, Las horas del humor, Merce Grané, Teatro de las esquinas
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