La curvatura de la córnea

07 febrero 2023

Sweet Dreams

 


El reto de ser feliz

San Ambrosio contaba que el cuerpo del ave fénix era consumido por el sol hasta morir convertido en cenizas. Un poco más tarde renacía con la forma de un pequeño gusano hasta transformarse en un águila Celeste.

Cuando la coreógrafa Bouchra Ouziguen le pidió al novelista Abdellant Taia que le ayudara a adaptar una de sus novelas para convertirla un espectáculo de danza, el escritor le pidió participar en el espectáculo porque pensó que su oficio también era actuar, la única diferencia era la inmediatez de la danza. Su participación consistía en correr por el escenario pero, tanto se entregó tanto en su actuación que se cayó. Inmediatamente, sin pensarlo, se puso en pie, recobró el impulso del movimiento y la función continúo. Así de fácil se puede representar la ficción sobre el escenario.

Alberto Velasco también ardió y sus cenizas se dispersaron por los mismos escenarios en los que se elevó hasta el altar del éxito. Pero a él le resulto mucho más difícil levantarse y seguir. Por eso ha montado esta función, para recordarnos que el dolor se puede en luz con la única condición de cambiar hasta ser otro.

Sweet Dreams es una pieza híbrida que conecta danza y lenguaje verbal en un marco de belleza visual mediante un altar que recuerda el universo feliz de la infancia, y la desidia de los premios y trofeos que, alejados de la apoteosis de su entrega, tan solo son los cachivaches polvorientos de una Mudanza.

El punto de partida narrativo nos sumerge en una breve coreografía que deriva en la canción del daño donde el dolor se visualiza en Capucha, cueva y capirote hasta aterrizar en el relato de la autoficción. Una peripecia personal que fija la verdad directa y sin tapujos con la confesión en primera persona, con el golpe directo lanzado a la mandíbula. Son instantes de conexión brutal y demoledora. Pero entonces el relato se afloja y deriva en otras voces que se alejan de la primera persona para externalizar la trama hacia el delicioso recurso del humor y el playback, como si la ficción alejara el foco de la verdad pura, dura y carnal para rebajar la conectividad emocional y poner el acento más lúdico de la función en un método para quererse, amarse y respetarse. Ese cambio de terreno narrativo permite transitar la frontera porosa entre una fábula que recrea la verdad y la potencia de un mensaje directo que te mira a los ojos para confesar los pecados lanzando más preguntas que generando respuestas. Todo este desarrollo argumental tan solo un preámbulo.

El espectáculo está diseñado para concentrar toda la energía en una catarsis que intenta ser corporal, pero que tan solo se agarra al grito emitido desde el fondo de un sillón, con el aliño unas voces en off que se extienden tanto y son tan ajenas al espectáculo que solo deseo que se callen de una vez y que vuelva la credibilidad. Y lo extraño es que el actor lo consigue utilizando herramientas esenciales: Maquillaje, palabras y movimiento, a los que añade el brilli brilli que transforma la oscuridad en un baile de luz para concluir con una idea final: Ser feliz es lo más trasgresor que se puede hacer en la vida.

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Miércoles 1 de febrero. Teatro de las Esquinas.

Dirección y dramaturgia: Alberto Velasco. Ayudantía: María Pizarro. Escenografía: Alessio Meloni. Vestuario: Sara Sánchez de la Morena. Espacio sonoro: The New Carrot Studios. Iluminación: Abel García y Alberto Velasco. Técnico: Abel García. Fotografía: Dominik Valvo. Diseño: Laura Velasco


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