La curvatura de la córnea

01 abril 2021

Escribirnos

 

Espido Freire en un artículo sobre Jane Austen habla de los salones imaginarios, esos mundos propios de los que hablamos como si fueran reales porque los hemos creado a través de las conductas, las actitudes y los hechos, esos artefactos resbaladizos que transcurren por nuestra memoria. Por eso las estufas de carbón, las sillas de anea o las viejas radios de onda media son toboganes que nos invitan a viajar en el tiempo, a ese mundo factual donde la realidad es una ficción. Sin embargo, para que una narración consiga dar el salto de lo cotidiano y el recuerdo se sitúe en la palestra de la literatura…. ay, eso es mucho más difícil porque además del recuerdo necesitamos a un enigmático protagonista, una acción trepidante, un saltarse las normas, un enamorarse hasta las trancas o un sin vivir que por vivir muero. Pero eso no debe preocuparnos a los mortales que no tocamos la gloria de la literatura. Trasegar los recuerdos hasta ponerlos negro sobre blanco en la pantalla de ordenador es un ejercicio saludable que despeja la mente y abre caminos insospechados que nos llevan al auténtico significado de nuestra vida, al dilema de los cruces que ya hemos pasado y a la contemplación de los errores. Por eso es bueno escribirnos, para conocernos mejor.

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