Moverse para llegar
¿Cuándo llegará el momento en el que piense que todo
razonable ya es permanente? Qué lo que es, siempre fue y siempre será. Romper
la lógica del tiempo que solo vive para ser la medida del cambio, el movimiento
que implica dejar de ser para llegar a vaya usted a saber qué lugar. ¿Qué seré?
Esa es una pregunta jodida. Sin embargo, olvidamos que para llegar a ser, antes
tienes que ser otra cosa, o la misma. ¿Quién sabe? Tal vez debería preocuparme
más por quien soy antes que fantasear sobre lo que voy a ser, esa ilusión por
el cambio y el movimiento. Nada es permanente, ni el agua del rio ni el cuerpo
que se baña pero yo no estoy seguro de si todos los cambios tan solo son la
nueva copia de lo antiguo o una nueva versión digitalizada. No es fácil
saberlo. Tal vez cada momento sea el revoltijo de todo el pasado, la brevedad
del presente y los sueños de futuro. Un momento como una viñeta que hay que
coser a otras viñetas hasta esa buena mañana que coges unas tijeras y cortas
por lo sano para salvar el futuro, el tiempo que resta y el movimiento por
venir. Quizás esa sea la mayor dificultad y el esfuerzo necesario para llegar a
la felicidad.
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