La curvatura de la córnea

04 enero 2021

La cicatriz

 


Hacía mucho tiempo que no me detenía en la cicatriz de la parte superior del muslo izquierdo. La primera y única cicatriz que tatúa mi cuerpo me la hice en la frontera entre las Barriadas del Sur y el monte Gurugú, allí donde mi madre me atrapo frustrando una fuga que no llegó a tanto. Ella se me abalanzó para detener mi carrera y caí al suelo con tan mala suerte que  un canto rodado me abrió la herida. Mi madre se atusaba el ato mientras se levantaba del suelo resoplando por el esfuerzo hasta que vio el reguero bermellón que brotaba de mi pierna y se desmayó con la misma elegancia con la que rociaba de laca sus peinados de ir a misa los domingos. Intenté despertarla con unas palmaditas en aquél cutis al cuidado de Pond´s pero como no conseguía nada decidí regresar a casa con ella arrastras. Recorrer el camino de vuelta a casa fue una humillante lección en la que un reguero de sangre empapaba el cemento  para dejar un rastro que, pasado el tiempo, todavía sigue allí, impertérrito a las brigadas de limpieza desde la dictadura a la democracia. Cuando llegué a la puerta de casa mi padre escuchaba a Luís del Olmo en la radio y me dio tres pescozones: Por fracasar en la huida, por manchar la calle de sangre y por traer desmayada a una madre que eso, hijo mío, no se hace. El señor Isaac apagó la radio y puso una voz que yo nunca le había escuchado. Hazte a un lado Javi que voy a despertar a tu madre. Y entonces recitó de corrido: Santa Rita mediadora de lo Imposible, tan humilde, tan pura, tan mortificada y tan paciente a ti acudo confiado para que seas favorable a nuestra petición y despiertes a mi parienta, a la madre de este hijo desnortado que no para de darnos faena, disgustos y de llevarnos por la calle de la amargura con todas las cosas descabelladas que se le ocurren y que nosotros no podemos refrenar por más que… Los ojos abiertos de mi madre interrumpieron el soliloquio y los tres nos fundimos en un breve abrazo que la Rosario interrumpió al grito de, hay que cerrar esa herida para que este trasto de niño no se nos desangre, cogió aguja, hilo y dedal de su caja de caja de costura y cerró mi herida con un pespunte de punto contorno y dividido que me dejó una cicatriz primorosa de la que todavía puedo presumir.

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