El Maño y El Fato son una pareja de dos ( y de muchos más)
Florián Rey rodó Nobleza Baturra en el verano de 1935. La célebre
escena del baturro gritando al tren aquello de “¡Chufla, chufla, que como no te
apartes tú” se grabó en agosto de ese mismo año en Borja y estuvo protagonizada
por el actor madrileño Miguel Ligero, que por aquella época se había
especializado en interpretar a un personaje llano y castizo como la imagen contrapuesta
del galán clásico, mientras la escena del burro y el tren dibujó durante décadas
ese carácter aragonés basado en el tópico, o no tanto, de ser un tipo noble
pero tozudo. El siguiente paso fue el
paleto de “La ciudad no es para mí” interpretado por el turiasonense Paco
Martínez Soria que, con excelente formación teatral, reclamaba orgulloso su
condición de cómico. Tuvo que llegar Marianico El Corto y su salto a la
televisión a mediados de los años ochenta para que, ataviado a la típica usanza
de camisa blanca, chaleco negro, faja roja, boina con pitorro y acento
aragonés, diera carta de naturaleza para el resto del orbe mundial tuviera noticia
de la existencia de los maños que, según la Real Academia de la Lengua, además
de una expresión de cariño entre personas que se quieren bien, también define a
los naturales de Aragón. Pero entonces… ¿Quiénes son los fatos? La RAE no se
moja en este asunto pero el Heraldo de Aragón del 2 de febrero del 2016 lo
tienen bien clarito: “El zaragozano llama fato al oscense” y la Wikipedia
defiende que si el gentilicio de los habitantes de Huesca es “oscense”, el
apodo es “fato” que en aragonés vendría a significar valeroso.
Hacía demasiado tiempo que no me sentaba frente a una de las
mesas del Juan Sebastián Bar de Zaragoza y me tomaba un copazo a la espera de
que empezara el espectáculo.. Las luces bajan, la música se disipa y ahí están
los cómicos Josan Bailac y Gabriel Gutiérrez. Solo hay que verlos para
comprender que pertenecen a esa estirpe que irrumpe en la rutina del tiempo para
adornarla con chistes, chascarrillos, imitaciones y saque usted el anisete y la
guitarra que nos ponemos a cantar y a bailar. A Gutierréz & Bailac solo hay
que verles subir a las tablas para sentir como la energía de las endorfinas empieza
a producir sonrisas, cruzarte con sus miradas es suficiente para ver a dos
niños encantados con estar bajo los focos, ese lugar al que suben lo
privilegiados por el arte de hacer reír y que el público pase un buen rato.
“El Maño y El Fato” se
anuncia como un show de imitaciones e improvisaciones a la carta, que a la
postre experimenta uno de esos tan
cacareados avances tecnológicos de Investigación, Innovación y Desarrollo en
forma de app interactiva que gran parte del público manejaba unas veces bien y
otras no tanto y, sin embargo, lo más potente de la noche fue la tanda de
chistes bien tirados al estilo clásico de toma y daca, en un mano a mano sin
tregua y con voces que empezaron informativas, pasaron a la política y
terminaron homenajeando a iconos del humor como Torrente y Barragán. Les
confieso que tenía a ambos personajes bastante olvidados, y eso que aún tengo
reciente en mi retina el homenaje que José Mota hizo a todo el humor de mi
infancia y juventud durante el especial de Nochevieja 2019 y que había
refrescado el recuerdo de Barragán y un humor que nunca terminó
de llegarme, y sin embargo me producía un profundo cariño. El espectáculo
continuó con las improvisaciones, la canciones y la interacción con el público,
pero yo me había quedado colgado en aquella excelente tanta de chistes del
inicio y pensaba que, más allá de la popularidad que tengan algunos personajes, y con independencia de cuando
alcanzaron su mayor cota de popularidad, todos y cada uno de los que fueron imitados conforman un estereotipo que podría servir de base para
situarlos sin contemplaciones ni medias tintas en el siglo XXI. Y así soñé con
la euforia de Torrente ante el ascenso de un partido político tan casposo y
anacrónico con él, o a Barragán como el relator que necesita la mesa de
negociación entre el Gobierno español presidido por el tipo más sexy de la
galaxia y el Gobierno de Cataluña a la sombra de los paraísos andorranos de San
Jordi Pujol, incluso a la Duquesa de Alba montando una reunión de Avón llama a
tu puerta cargadita de una buena cantidad de Satisfayer. Ese es el pasito de
riesgo que le falta a este espectáculo que también precisa de algunos detalles
escénicos y ajustes técnicos porque, tal y como están montados juegan a la
contra a la hora de mantener la tensión y la expectación de un público que, no
crean que me olvido, estuvimos encantados con la compañía de estos dos artesanos
de la mueca, la ceja arriba y la patadita de Bisbal. Porque — aunque es muy
probable que esto del humor vaya de destilar la realidad hasta convertirla en
un juego de palabras o el contraste más descabellado y sentir esa agradable
sensación que provoca reírnos de los poderosos, de los personajes populares, de
la historia y de nosotros mismos — lo realmente importante es que haya dos
tipos como Gutierréz & Bailac que son un pareja de dos (¡¡cuidadin que se
cae el de en medio!!) con esa enorme capacidad para la comedia almacenada en cuerpo,
mente y alma, una capacidad de está pidiendo a gritos crecer, dar un paso
adelante y arriesgar mucho más con todos esos personajes que se merecen una
nueva vida, ese girito que transforme un espectáculo amable en una bomba sexual
de la pradera. Ellos se lo merecen.
Etiquetas: Gabriel Gutiérrez, humor, Josan Albiac, Juan Sebastián Bar, mortadelia, reseña teatro, teatro
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