La curvatura de la córnea

19 mayo 2010

Alquitrán y miedo


I
La espesa realidad se acuesta en los desvanes de la memoria y ahoga los traumas que nunca se olvidan. Los estertores de la consciencia se asoman al borde del abismo para, durante un breve segundo, mirar de frente a la soledad de vestido virginal y chaqué arrugado. Disfraces para quienes nunca levantamos los ojos más allá de nuestras propias miserias. Y cuando lo hacemos, abrumados por la maloliente compañía de hipócritas y traidores, somos incapaces de valorar las esencias del camino: Colores agudos, luz codificada, astigmatismo de mediocres, estrabismo de piel de oro y sábanas descoloridas por el semen amargo de la insatisfacción miope. Dos bestias ahogadas en la negra saliva de la lascivia.
II
Vomitarnos fue la promesa. La mujer de alquitrán y el hombre de miedo fermentaron bilis para expulsarla por la boca. A ella le costaba respirar, no es fácil respirar después de abrir el abismo de las entrañas y derramar nauseas de ano, clítoris y vagina. Vomitar sólo era retórica para el hombre de las palabras. La mujer era sustancia y hedor. El hombre sólo mentira. Ella se peinó los cabellos negros antes de caminar. Él no se levantó. Ella diluida sobre la tierra, resbalaba y se deshacía. Él abría las grietas del mundo mientras se preguntaba por la esencia femenina, que hacer con ella, que decirle, como esconder tanta acidez. Ella boca. Él labios de sal. La mujer vertida por el alcantarillado se abandonó en un poema. El hombre, temeroso y perdido, abrió sus fauces en busca del último beso de tornillo.

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3 Comments:

At 20 mayo, 2010 16:03, Blogger Sara Fedrika said...

La mujer de alquitrán es la urbe en la que vivimos. La ciudad que llevamos dentro todos los que habitamos en ella, pues paradójicamente nos envuelve, así como también la contenemos. Dos antihéroes, mujer y hombre, se mueven por sus calles de cuarzo, alquitrán y caucho; Se arrastran buscándose el uno al otro sin esperanza, sabiendo que llevan direcciones diferentes. La mujer está hecha de entrañas, pero sólo en la poesía, fuera de ella es un espejismo, el alquitrán que se deshace en un día de verano; El hombre se oculta tras las palabras, arrastrando consigo una red de miedos diferentes que conforman uno sólo. Ella sabe y comprende, no hace falta que él busque caminos para acabar diluyéndose en el charco de alquitrán que deja a su paso, prefiere saber que él está ahí, sus fauces abiertas para acogerla cuando la tierra tiemble bajo sus pies.

Entiendo tu texto como un regalo. Me ha encantado. Aunque me apena un poco que te haya inspirado más un beso de tornillo que mi poema, ja,ja,ja…

 
At 21 mayo, 2010 14:08, Blogger monica said...

¡Hola Javier! Como no tengo tu mail, aprovecho este medio para invitarte a una nueva sesión del ciclo "Hombres y mujeres de papel",el próximo lunes 24 de mayo a las 19.30 hs.en Fnac Pza. de España. La invitada en esta ocasión es Ana Alcolea, autora de literatura juvenil y de una novela "para adultos" recientemente publicada. Como siempre, trabajaremos fragmentos de su obra.
Un saludo cordial. Mónica Gorenberg

 
At 26 mayo, 2010 16:45, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Sara.

El poema fue la inspiración y el beso de tornillo el motor. Ardo en deseos de recoger mi premio.
;-)

Salu2 Córneos.

 

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