Inma “La Bruja” Dando el cante



“Dando el cante” alterna monologo y flamenco, dos palos que Inma “La Bruja” domina a la perfección. El texto de la representación navegó por el humor surrealista para hablarnos de la diferencia entre la utilización del lenguaje popular, y ese discurso seudo intelectual que utilizan los modernos para diferenciarse.
La única preocupación de Inma “La Bruja” es que se la entienda, que esa retahíla de historias que lleva y trae con desparpajo y desplante traspase el círculo de luz y llegue hasta el público. La brújula del espectáculo son las risas y algunos silencios majestuosos que la actriz deja caer para cambiar el rictus y pasar en un suspiro de la alegría al drama, igualito que en la vida más allá del escenario. Y esa es otra gran virtud de este espectáculo, que entre risas y veras se desgrana la vida que antes era de patio de vecinos y ahora, cada vez con más frecuencia, abre los telediarios. Amores y desgracias que tamizadas por el buen humor terminan por reflejar lo que a casi todos nos ha pasado alguna vez.
Inma “La Bruja” deja bien a las claras que en las tablas se encuentra agustito, respira con calma, parece que se pierde pero retoma la historia, hasta nos enseña una chuletita que le ayuda a avanzar, un mecanismo dramático que normaliza su actuación, que nos abre una ventana para mirarla como a uno de nosotros, que la aleja de la interpretación, precisamente, para que el público la sienta más cerca, para que el escenario y el círculo de luz de diluyan y sólo quede el arte que esta mujer tiene en las venas.
Las canciones aparecen salpimentando el texto y es aquí dónde Inma “La Bruja” ejecuta una excelente selección musical con letras de Federico García Lorca, León Felipe y Julio Iglesias. Enjundia en los sentimientos a flor de piel, piel de gallina por la entrega, el control vocal y el derroche de facultades. La guitarra siempre ahí, templada, juguetona en los solos, brillante en el acompañamiento y paciente con el aire de la cantaora, con sus vaivenes, con el pulso del corazón que siente la hondura del cante, la energía que surge del diafragma y todo lo empapa de emoción. La Bruja es canela fina, largueza de sus brazos, un rostro expresivo, el alma derramada hasta los tacones de los pies y las palmas de la mano para marcar el ritmo de cada palo, de la rumba a la soleá, de la sevillana a la bulería.
“Dando el cante” no tiene doblez, el guitarrista y la cantaora de frente para que el público disfrute de textos inteligentes y cantes de campanillas. Arte en estado puro.
Etiquetas: conciertos, Dando el cante, Inma “La Bruja”, teatro
2 Comments:
Bonito texto, bonita crítica
Hola Anónimo
Gracias por partida doble, una gracias bonitas, por supuesto.
;-)
Salu2 córneos.
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