A veces siento la soledad
A veces siento la soledad detrás de la nuca. Susurra todos mis defectos sociales y los de todos aquellos que alguna vez me han ignorado. He tenido tantos desengaños “y los que tendrás chaval”, me dice la muy jodida.
A veces siento la soledad pegadita a mi camisa, escondida porque le molesta tanto alboroto de decibelios, vinos de reserva y calles peatonales para que quede clarito quien pasea sólo, agarrado a los auriculares como si fueran un trapecio para balancearse por esta vida que tan mal se me da gestionar, una vida de quítame allí esas soledades a base de fórmulas que desconozco y no quiero aprender, estrategias, malabarismo y en la pista el equilibrista.
A veces siento la soledad al volante del coche, entonces enciendo las luces y cientos de conductores me lanzan destellos de aviso, gestos cómplices y gritos de salvamento. Yo les sonrío para atrapar la energía que desprenden pero al poco me canso de recibir propinas baratas de gentes desconocidas, más desconocidas que los desconocidos habituales, los desconocidos veteranos, esos que me hacen sentir la soledad entre pecho y espalda, dentro del caparazón construido a base de renuncias, de renuncias a ser yo, ese tipo apasionado que no ha querido crecer porque tiene miedo a la soledad, una soledad que ya esta aquí, bajo el foco del flexo, al otro lado de un teléfono que sólo suena para recibir ofertas sobre las mejores tarifas, como si los descuentos por SMS tuvieran la más mínima posibilidad de ganarle la batalla a la soledad.
A veces siento la soledad encerrada en tanto silencio, el gesto cobarde del miedo como respuesta, dos palabritas por dios, unas copas en los bares más cutres de una ciudad que ellos llaman Zaragoza porque todavía no se han enterado que vivimos en Zeta, Cetísima de calor, de cierzo, de cachirulos, caminos recorridos mil veces y vuelta a empezar.
A veces siento la soledad y la muy puta se ríe de su victoria, de la aplastante evidencia de que tantas palabras no sirven para nada, que la pulsión por sentirte vivo es una mera distracción frente a los encantados de conocerse, esos que te acompañan sólo por el placer de dejarte en la soledad provocada por sus ínfulas, por sus memeces, por la grandilocuencia estúpida de poses, de estereotipos, de vómitos tan correctos como hipócritas, santones de la verdad revelada para unos pocos mientras los ignorantes de titulación nos comemos los mocos de los palurdos.
A veces siento la soledad y la mimo, le doy un bombón, le regalo una bufandita para el invierno y la invito al cine, al teatro o a un concierto, para irnos conociendo la suelo llevar a cenar, incluso he pensado en enseñarle a bailar la cumbia, así, cuando nos encontremos de nuevo tal vez pasemos un rato agradable enfundaditos en nuestras batas, a la luz catódica de la tele o bajo los soportales de la calle mayor de una ciudad del norte.
A veces siento la soledad tan cercana y humana que la abrazo, me duermo a su vera y sueño con los días dónde lo más importante era darle patadas a un balón, el beso que volando cruzaba el recreo y las tardes de domingo, después de misa de cinco, cuando en la oscuridad del cine ella me cogía de la mano para llevarme hasta el fin del mundo.
A veces siento la soledad y me gustaría estar muerto, aunque sólo fuera para que me quisieran más y alguien me regalara un ramo flores.
A veces siento la soledad pegadita a mi camisa, escondida porque le molesta tanto alboroto de decibelios, vinos de reserva y calles peatonales para que quede clarito quien pasea sólo, agarrado a los auriculares como si fueran un trapecio para balancearse por esta vida que tan mal se me da gestionar, una vida de quítame allí esas soledades a base de fórmulas que desconozco y no quiero aprender, estrategias, malabarismo y en la pista el equilibrista.
A veces siento la soledad al volante del coche, entonces enciendo las luces y cientos de conductores me lanzan destellos de aviso, gestos cómplices y gritos de salvamento. Yo les sonrío para atrapar la energía que desprenden pero al poco me canso de recibir propinas baratas de gentes desconocidas, más desconocidas que los desconocidos habituales, los desconocidos veteranos, esos que me hacen sentir la soledad entre pecho y espalda, dentro del caparazón construido a base de renuncias, de renuncias a ser yo, ese tipo apasionado que no ha querido crecer porque tiene miedo a la soledad, una soledad que ya esta aquí, bajo el foco del flexo, al otro lado de un teléfono que sólo suena para recibir ofertas sobre las mejores tarifas, como si los descuentos por SMS tuvieran la más mínima posibilidad de ganarle la batalla a la soledad.
A veces siento la soledad encerrada en tanto silencio, el gesto cobarde del miedo como respuesta, dos palabritas por dios, unas copas en los bares más cutres de una ciudad que ellos llaman Zaragoza porque todavía no se han enterado que vivimos en Zeta, Cetísima de calor, de cierzo, de cachirulos, caminos recorridos mil veces y vuelta a empezar.
A veces siento la soledad y la muy puta se ríe de su victoria, de la aplastante evidencia de que tantas palabras no sirven para nada, que la pulsión por sentirte vivo es una mera distracción frente a los encantados de conocerse, esos que te acompañan sólo por el placer de dejarte en la soledad provocada por sus ínfulas, por sus memeces, por la grandilocuencia estúpida de poses, de estereotipos, de vómitos tan correctos como hipócritas, santones de la verdad revelada para unos pocos mientras los ignorantes de titulación nos comemos los mocos de los palurdos.
A veces siento la soledad y la mimo, le doy un bombón, le regalo una bufandita para el invierno y la invito al cine, al teatro o a un concierto, para irnos conociendo la suelo llevar a cenar, incluso he pensado en enseñarle a bailar la cumbia, así, cuando nos encontremos de nuevo tal vez pasemos un rato agradable enfundaditos en nuestras batas, a la luz catódica de la tele o bajo los soportales de la calle mayor de una ciudad del norte.
A veces siento la soledad tan cercana y humana que la abrazo, me duermo a su vera y sueño con los días dónde lo más importante era darle patadas a un balón, el beso que volando cruzaba el recreo y las tardes de domingo, después de misa de cinco, cuando en la oscuridad del cine ella me cogía de la mano para llevarme hasta el fin del mundo.
A veces siento la soledad y me gustaría estar muerto, aunque sólo fuera para que me quisieran más y alguien me regalara un ramo flores.
Etiquetas: Relato
23 Comments:
Cabrón! me has emocionado.
No si se me creeras, me da igual.
Eres bueno y un poco perro.
Una dulce y una salada.
Y yo que lo sepas, te quiero, y mucho.
¡Joder con el señor Clemente!
Con este, de nuevo me levanto, y con la mano derecha me quito el sombrero o la boina.
J
La soledad elegida es buena, sin embargo la soledad que nos asalta y nos llena de oscuridad, esa es la mala, la que nos vacía por dentro.Un abrazo y dulce compañía.
La soledad en algunos momentos no sólo es buena sino necesaria para reflexionar, respirar, reir, llorar.
Lo peor es sentirse en soledad estando rodeada de gente.
A los muertos no se les quiere más, simplemente cuando fallece una persona querida nuestra,nos damos cuenta que ya no le vamos a poder dar un beso cuando queramos, no vamos aa poder tocarles, olerles, decirles un te quiero y éso quizás nos hace pensar un poco más en ellos (es mi opinión).
Un ramo de flores para tí. ¿Qué flores? Margaritas. Espero que te gusten.
Sikos
Besos.
Besos, besos, besos, besos, besos.
Besos.
mmmm... xhelazz!! me encanta!!
mil gracias por el guiño kalimerístico del otro día, eh! ;)
nos hemos quedado sin dj ternasco.
Jo tito Javi,esta ha sido muy buena.me ha llegado al alma y aqui,en la tienda a las 10.17 de la mañana del sabado,cuando mi propia soledad estaba a punto de tomarme a mi,tu has hecho que se fuera.
besucos
te echaremos de menos en el concierto del domingo bose y yo
A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.
¡No sé qué tiene la aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo
no puedo venir más lejos!
Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.
Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.
De cuantas cosas me cansan,
fácimente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.
Versos de Lope de Vega.
Besoabrazos solitarios.
Montse
"..un corazón grande se llena con poco.." te dicen.
La soledad, como los buenos amigos, enseña tanto que hemos de cogerla de la mano y caminar a buen paso con ella. Aunque a veces nos duela.
Un besico.
Hola George.
Si las palabras de esta bitácora son capaces de provocar emociones la cosa va bien, así que me alegro, pese al calificativo que encabeza tu comentario jajajajaja
Salu2 Córneos.
Hola Gubia.
No se, la soledad elegida, es un buen título pero ¿de verdad la elegímos o sólo la sobrellevamos?
Salu2 Córneos
Hola Sinfonía.
Claro que a los muertos no se les quiere más, más es imposible, la referencia es a aquellos que sólo quieren a los muertos, ahora me doy cuenta que la frase no esta bien construida, en fin, la cambiaría pero... dejémosla porque ha provocado una buena reflexión.
La verdad es que nunca he pensado en mis flores favoritas, entre otras cosas porque no creas que las distingo jajajaja Tal vez los geranios de mi infancia, esos que regaba mi madre.
Salu2 Córneos.
Hola Inde.
Espera que los recojo uno a uno: Un capazo de besos.
:-)
Salu2 Córneos.
Hola Ana.
Xhelazz tiene en su cabeza la posibilidad de dar un giro poético la hip hop, la priemra vez que lo vi en directo, en Fraga, estaba en la puerta repartiendo los flyer publicitarios de su primer disco. Hay que seguirle la pista.
Kalimerófilos del mundo, uníos!!
Jajajjajajaj
Lo del ternasco session ha sido una pena, pero no es normal que el Ayuntamiento haga campaña contra los ruidos y luego los permita. en fin que son fiestas, pero bueno.
Ahora me queda por ver la otra cara musical de Leo Camaleón, la que muestra en los clubes.
Salu2 Córneos.
Hola Mar.
Ejem, ejem, no abusemos de lo de "tito" jajajjajajaja que me pongo melosillo.
Me alegro de esos efectos que describes tras leer esta entrada.
Ay, Bosé en Independencia, no iré, no me gustaría, tanto personal pasando el rato...
Ya sabes: Bailaremos allá dónde me encuentre.
Salu2 Córneos.
Hola Montse,
Impresioante aportación.
Gracias por traer la poesía.
Salu2 Córneos.
Hola LaMima
Recuerdo uno de los patos de tu bitácora, solito y con el agua al cuello.
Salu2 Córneos.
Hola Javier.
Las sensaciones de soledad son pasan rápido una vez que lo has pasado, pero mientras están, qué pesado e inútil se hace todo y todos.
Sabemos que nos quieren, pero a veces no nos lo creemos ¿verdad?Desde que has escrito esta entrada estoy segura que más de uno de tus seres queridos te ha comido a besos ¿a que sí?.
lo mejor, irse solo o acompañado a ver a los McClown. La primera vez que los vi actuar fue en Monreal y me lo pasé pipa. Hay que reirse jajaja
Un abrazo fuerte
Hola Mamen
El juego de las percepciones es muy peligroso, a veces las palabras pueden arreglarlo, sin embargo, esas mismas palabras a veces sólo son los ecos perdidos de la soledad.
Comer a besos, me dices y yo te dedico la próxima entrada de esta bitácora
;-)
Espero que te guste
Salu2 Córneos.
Cosa más linda de texto!!
Entré en tu blog por uno de esos fenomenos de "asociación" típicos de internet.
Uno, a veces, comienza buscando algo, va enlazando, y al final termina encontrando otra cosa, que puede, incluso resultar más interesante. Vamos, como la vida misma.
Yo comencé buscando información sobre un espectaculo teatral, y terminé encontrando...tu soledad (o la de todos...)
(Lo tendré que comentar con mi psicoanalista, jeje).
Felicidades por tu blog.
Hola Penélope y bienvenida a esta bitácora.
Me ha pasado tantas veces eso que cuentas de ir enlazando y zas! la sorpresa.
Tengo una duda que me encantaría resolvieras ¿Qué espectáculo teatral inició la búsqueda?
Lo extraño de la soledad es que sea precisamente de todos.
Tambien me gustaría saber que dice tu psicoanalista
:-)
Salu2 Córneos.
Ah, bien!. Te comentaré lo de mi psicoanalista cuando hable con ella...a ver que aprendemos...
Buscaba el cabaret de Boris Vian.
Un saludo.
Precioso texto Javier.
Lo que más me gusta de todo lo aquí cuelgas son tus relatos.
Espero el próximo.
Un abrazo.
Hola Sara.
Ya sabes, los relatos son escurridizos y nunca se presentan cuando los convocas, ahí andamos, en la senda y con los ojos abiertos.
Salu2 Córneos y un abrazo.
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