Será el día...
No he conocido a mis abuelos, sólo guardo una imagen lejana, creo que es Serafín, el padre de mi padre, nunca lo he corroborado con el resto de mis familiares porque muy pronto aprendí que un buen día se dejó de hablar de aquel hombre.
Algunas veces regreso a ese único recuerdo. Camina muy despacio, lo veo nada más sobrepasar la Casilla, al lado del polvorín, lo miro durante unos brevísimos segundos, pero enseguida lo abandono para cabalgar la botella vacía de cinco litros de aceite con la que esbarizo el culo por los terraplenes de antes de llegar a las Barriadas del Sur. Eso es todo.
En días grises como el de hoy cambió el guión de mi memoria. Visto a mi abuelo con pantalones de pana negra y con boina mientras lo espero sentado en una piedra. Siempre tarda mucho en llegar pero no me importa porque así tengo más tiempo para recolectar todas las preguntas que le voy a hacer y elegir las historias que me va a contar.
Silencio, cuando llega a mi lado sólo hay silencio. No dura mucho esta situación porque enseguida me siento incomodo, así que recojo la botella vacía de cinco litros de aceite y esbarizo el culo por los terraplenes de antes de llegar a las Barriadas del Sur cargado con la mala conciencia de ser un nieto pésimo.
Pero hoy las cosas han cambiado. Yo he guardado el tradicional silencio cuando Serafín ha llegado hasta la piedra dónde lo espero, sin embargo, las palabras de Doña Sole, uno de los personajes de “La sombra del ciprés es alargada” de Miguel Delibes, han brotado de la boca de mi abuelo con el tono achacoso de la sabiduría: “El pesimismo sólo nos deja ver las espinas de los rosales, la muerte en el hombre, la carne en el amor. Alimentados de pesimismo no vivimos la vida, la sufrimos. Todo lo malo de la vida se agiganta para el pesimista, y, además, lo bueno lo hace malo, precisamente porque de todo escoge su fachada negativa. Cuando la vida amarga, hay que suavizarla, y cuando es dulce, mitigar sus dulzuras pensando que otros sufren por los que nosotros no sufrimos. Siempre tendiendo al equilibrio, que es el camino de la verdad”
Algunas veces regreso a ese único recuerdo. Camina muy despacio, lo veo nada más sobrepasar la Casilla, al lado del polvorín, lo miro durante unos brevísimos segundos, pero enseguida lo abandono para cabalgar la botella vacía de cinco litros de aceite con la que esbarizo el culo por los terraplenes de antes de llegar a las Barriadas del Sur. Eso es todo.
En días grises como el de hoy cambió el guión de mi memoria. Visto a mi abuelo con pantalones de pana negra y con boina mientras lo espero sentado en una piedra. Siempre tarda mucho en llegar pero no me importa porque así tengo más tiempo para recolectar todas las preguntas que le voy a hacer y elegir las historias que me va a contar.
Silencio, cuando llega a mi lado sólo hay silencio. No dura mucho esta situación porque enseguida me siento incomodo, así que recojo la botella vacía de cinco litros de aceite y esbarizo el culo por los terraplenes de antes de llegar a las Barriadas del Sur cargado con la mala conciencia de ser un nieto pésimo.
Pero hoy las cosas han cambiado. Yo he guardado el tradicional silencio cuando Serafín ha llegado hasta la piedra dónde lo espero, sin embargo, las palabras de Doña Sole, uno de los personajes de “La sombra del ciprés es alargada” de Miguel Delibes, han brotado de la boca de mi abuelo con el tono achacoso de la sabiduría: “El pesimismo sólo nos deja ver las espinas de los rosales, la muerte en el hombre, la carne en el amor. Alimentados de pesimismo no vivimos la vida, la sufrimos. Todo lo malo de la vida se agiganta para el pesimista, y, además, lo bueno lo hace malo, precisamente porque de todo escoge su fachada negativa. Cuando la vida amarga, hay que suavizarla, y cuando es dulce, mitigar sus dulzuras pensando que otros sufren por los que nosotros no sufrimos. Siempre tendiendo al equilibrio, que es el camino de la verdad”
12 Comments:
Bueno, pues fuera el pesimismo que nos pone muy oscuros y con esa pelota en la garganta que no nos deja tragar.
Muy buenas palabras también las de Fernando, al que conozco de sólo un día pero parece buena gente.
Besos para los dos desde este cacharrete frío y metálico.(el ordenata, je, je.)
S. Manrique.
vaya me he sorprendido porque al leer el titulo me he dicho que casualidad...el día será..yo creo en que la primavera es un manantial de vida pero esta ciertamente me está dejando su lado más extraño..será el día..abrazos para ti y besos para Sagrario..dice que soy buena gente...
Holal Sagrario.
Empezaré por el final: ¡Vive Dios que agradezo sobremanera la identificación postrera del cacharrete frío y metálico!
:-O
Un gramito de pesimismo en un día gris tal vez sea la dosis justa y suficiente.
Yo a Fernando lo conozco de vista pero el día de la presentación de su libro espero saludarle con todos los honores que merece su labor bloguera.
Salu2 Córneos.
Hola Fernando
Los poemas de tu bitácora certifican que todas las estaciones del año son manantial de vida, de amor y de sensaciones.
Salu2 Córneos y espero saludarte en la FNAC.
Hay días y días, en esos en los que el pesimismo llega, lo mejor es poner buena cara y esperar que el nos devuelva a nuestro estado normal...en tu caso, al de el buen humor. Por otro lado, las añoranzas también son buenas, es un ejercicio de reflexión.
Un abrazo.
El pesimismo no sólo no te deja ver más que las espinas, sino que te convierte en una de éstas.
Auténtico lo de resbalar el culo por la botella de cinco litros. Yo lo hacía con un tablón fino de madera.
pesimismo, espinas, resbalar, poema, culo,gris,pelota...
hablaís del descenso el zaragoza y os encondeis en la grandilocuencia literaria eh? os he pillado pajáros.
como pilló retruecano el bonito detalle de la erección. joder que avispado.. ves como daba para un buen cineforum javier.
saludos amigo.
agustin martin.
www.quepues.es
utgesjdj (uy perdon que esto no es aquí.)
No me gusta sufrir la vida, no quiero. No sé si es bueno mitigar dulzuras, y no soy golosa lo juro, pero mejor que el amargo desde luego.
Solo conocí a mi aitite Cosme, el "americano", y creo que él vivía en la ironía (un arte que no domino).
Cuando hace falta poner los pies en el suelo...me quedo con eso.
Hola Gubia.
A mi me gusta pensar que las "añoranzas" son ese territorio al que volver pero nunca para habitar, para habitar es mejor el buen humor ;-) ¡si señora!
Salu2 Córneos y un abrazo.
Hola Sara Fedrika.
Las espinas también tienen su razón de existir.
El esbarizaculo más rápido que pasó por mis posaderas fue la tapa ovoide de un váter, aquello era fórmula 1.
;-)
Salu2 Córneos.
Hola Agustín Martín.
El descenso del Zaragoza me pilló en el pueblo, celebrado una comunión y bajo el aguacero.
Esta ciudad no se merece un equipo en segunda pero.... la pelotita, como la erección es muy caprichosa
:-))))
Sobre un cineforum sobre erecciones mañaneras... hmmmm, creo que se vertirían demasiadas mentiras jajajajajaja
Salu2 Córneos, alicate.
Hola LaMima
Esa debería ser la primera lección: No sufrir la vida.
Manejar la ironía con soltura y sin caer en tentación de la exageración, es todo un mérito al alcance de muy pocos.
Salu2 Córneos.
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