El sueño de una noche de verano
Mientras el cierzo azotaba las calles de Zaragoza, el verano se adueñó de las tablas del Teatro Principal que acogieron una gran noche de teatro con un espectáculo producido por Concha Busto.
Juan Bosco ha escrito una estupenda versión de la obra más alegre y optimista de William Shakespeare. “El sueño de una noche de verano” transcurre en lugares tan británicos como el bosque, la montaña y la campiña, pero la gran idea de este montaje radica en trasladar los territorios mágicos por los que se desenvuelve la obra original para situarlos en un ambiente mediterráneo, y pocos lugares son más mediterráneos que una playa por cuyas arenas transitan la aristocracia, el pueblo llano representado por unos pescadores y personajes mágicos que intervienen en la vida de los humanos para enmarañar los contradictorios sentimientos que el amor provoca.
La música fue un elemento fundamental y cobró una importancia vital en cumplir el objetivo de ambientar los sentimientos universales del amor en una percepción mediterránea de la acción. Antonio Carmona y Beltrán Cavero consiguen que rancheras, tangos y rumbas ilustren perfectamente el desarrollo de la obra hasta llevarla a un territorio tan popular y festivo como el espíritu verbenero que inunda nuestro país con la llegada del verano, unos temas interpretados con solvencia tanto en la parte vocal como en la sección musical, con ese buen sabor de boca que siempre deja la música en directo, unos músicos que se integraron perfectamente en el juego escénico de las partes cantadas de la obra o subrayando desde bambalinas las acciones que se desarrollaban en el escenario.
El maravilloso elenco de actores que impartieron una clase magistral de interpretación apoyados en una escenografía que nos recordaba los restos varados de un gran buque, en torno a los cuales se desarrolló la acción, una singladura guiada por el dinamismo, que se reveló como la característica común que enlazó unas escenas con otras para mantener la atención del público a lo largo de las dos horas que duró la representación. Excelentes composiciones de cada uno de los personajes que se movieron con frescura en las partes narradas, además de mostrar un exquisito sincronismo en las coreografías que salpicaron constantemente las escenas de la obra.
Un excelente trabajo artístico bajo la dirección de Tamzin Townsend que se sustenta sobre una sólida base fraguada en la excelente visión dramática, la brillantez literaria y la deslumbrante genialidad que derrochan las palabras escritas por ese genio llamado William Shakespeare.
Juan Bosco ha escrito una estupenda versión de la obra más alegre y optimista de William Shakespeare. “El sueño de una noche de verano” transcurre en lugares tan británicos como el bosque, la montaña y la campiña, pero la gran idea de este montaje radica en trasladar los territorios mágicos por los que se desenvuelve la obra original para situarlos en un ambiente mediterráneo, y pocos lugares son más mediterráneos que una playa por cuyas arenas transitan la aristocracia, el pueblo llano representado por unos pescadores y personajes mágicos que intervienen en la vida de los humanos para enmarañar los contradictorios sentimientos que el amor provoca.
La música fue un elemento fundamental y cobró una importancia vital en cumplir el objetivo de ambientar los sentimientos universales del amor en una percepción mediterránea de la acción. Antonio Carmona y Beltrán Cavero consiguen que rancheras, tangos y rumbas ilustren perfectamente el desarrollo de la obra hasta llevarla a un territorio tan popular y festivo como el espíritu verbenero que inunda nuestro país con la llegada del verano, unos temas interpretados con solvencia tanto en la parte vocal como en la sección musical, con ese buen sabor de boca que siempre deja la música en directo, unos músicos que se integraron perfectamente en el juego escénico de las partes cantadas de la obra o subrayando desde bambalinas las acciones que se desarrollaban en el escenario.
El maravilloso elenco de actores que impartieron una clase magistral de interpretación apoyados en una escenografía que nos recordaba los restos varados de un gran buque, en torno a los cuales se desarrolló la acción, una singladura guiada por el dinamismo, que se reveló como la característica común que enlazó unas escenas con otras para mantener la atención del público a lo largo de las dos horas que duró la representación. Excelentes composiciones de cada uno de los personajes que se movieron con frescura en las partes narradas, además de mostrar un exquisito sincronismo en las coreografías que salpicaron constantemente las escenas de la obra.
Un excelente trabajo artístico bajo la dirección de Tamzin Townsend que se sustenta sobre una sólida base fraguada en la excelente visión dramática, la brillantez literaria y la deslumbrante genialidad que derrochan las palabras escritas por ese genio llamado William Shakespeare.
2 Comments:
¡Qué envidia, puñetero!
¡Abrazos gordos!
Hola Antonio.
Shakespeare y uno de los Ketama, una mezcla de altos vuelos y muchos kilates.
Salu2 Córneos y que corra la envidia jajajajajajajaj
(más risoterapia, me temo)
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