Europa, escritores y otros pirados
En el gremio familiar, además de la tradicional ojeriza hacia las suegras, existe una extendida animadversión en contra de los cuñados en general y las cuñadas en particular. Yo mismo he anunciado infinidad de veces la extinción de esa denostada especie a la que pertenezco desde lo seis añitos y en la que ingresé tras los esponsales de mi hermana, es evidente que he errado en mis predicciones y hoy les voy a contar un buen ejemplo
La primera novela de Iván Prieto Valle me llegó de la mano de Pedro Arévalo, un compañero de trabajo que confesó ser el cuñado del autor, al día siguiente me entregó un ejemplar, editado por Entre Líneas, y me evitó un paseo entre la niebla zaragozana hasta mi librería favorita. Un cuñado que te hace publicidad y entrega pedidos en manos, eso es un “peazo” de cuñado, aunque siempre habrá algún agorero que afirmará que la excepción confirma la regla.
“Europa, escritores y otros pirados” parte con tres obstáculos cargados de buenas intenciones pero poco interesantes para el lector. El primero es un “Desiderátum” que en realidad son cuatro deseos y una conclusión. El segundo aparece bajo el epígrafe de “Agradecimientos” muy loables y merecidos pero que nada aportan ni al lector ni a la historia. El tercero es el más enigmático e incomprensible, “Prólogo innecesario” es el título tras el cual se nos advierte aquello de… cualquier parecido con la realidad es fruto de la coincidencia.
La historia arranca con una propuesta ingeniosa. Agenor es un escritor de best seller que se ve inmerso en una secuencia macabra de acontecimientos que amenazan su vida. El primero de ellos es el asesinato de su único amigo, Práxedes fallece sobre la mesa de un café a manos de una sombra “felina y femenina” que tiene por objetivo que Agenor deje de lado la pura mecánica del escribir por escribir y de un paso adelante, un salto que le lleve a la escritura para “sentir, aprender y reír”. A la muerte del amigo le sigue la mutilación del lóbulo de una de las orejas del Agenor en boca de una china, una tunda de palos por parte de un chulo putas y el ruido de las cámaras réflex de la prensa de picadillo. Acontecimientos que parecen abocar a nuestro protagonista hacia una catarsis que culminará con el abandono de la profesión de “churrero de libros” para caminar hacía una “nueva concepción de la vida”
Pero Agaenor no pasa de la reflexión, no llega a materializar esa travesía ritual y continúa con su peregrinar que lo llevará hasta una ceremonia y ahí, entre masones y vírgenes etéreas vestidas con pajarita y mandil, me dio el yu-yu. No puedo definir lo sucedido, tal vez fue la enfermedad de la rayuela, el caso es que continué la lectura haciendo caso omiso del orden capitular, salté de una historia a otra sin atenerme a la norma de seguir la numeración de las páginas. Leí al azar, saltos hacia delante y vuelta para atrás, una vertiginosa yenka de un, dos, tres, entre multitud de personajes. El siroco terminó cuando topé con la aliteración “atalaya de la raya”. Estaba seguro de haberla leído con anterioridad, pensé que estaba vagando en círculos y esa era la constatación de que estaba perdido, desorientado y, al fin y al cabo, fracasado en mi extraño comportamiento de alterar la propuesta del autor por la sinuosa senda dejada al azar de mi capricho.
Han pasado varios días y tengo que certificar otro fracaso: Soy incapaz de encontrar el hilo perdido, a día de hoy sigo atrapado sin poder salir de ella, vagando entre las páginas de esta novela, incapaz de encontrar el camino lógico en la lectura.
Mi mujer notó mi falta enseguida, los primeros días sólo movía la cabeza para expresar su desacuerdo con mi situación, más tarde llamó al Servicio de Urgencias pero desistió porque la tomaban por loca, hoy ha empezado a protestar “No me casé contigo para dejarte el desayuno en la página diez, el almuerzo en la veinte y la cena en la treinta de una novela, por mucho que venga recomendada por un cuñado”. Me lo escribió en una nota que dejó junto al teclado del ordenador en la página cuarenta, también me sugería que os pida ayuda “Tal vez alguno de los lectores que entran en La Curvatura de la Córnea te pueda aconsejar sobre como salir del atolladero en el que te has metido, chato”
La primera novela de Iván Prieto Valle me llegó de la mano de Pedro Arévalo, un compañero de trabajo que confesó ser el cuñado del autor, al día siguiente me entregó un ejemplar, editado por Entre Líneas, y me evitó un paseo entre la niebla zaragozana hasta mi librería favorita. Un cuñado que te hace publicidad y entrega pedidos en manos, eso es un “peazo” de cuñado, aunque siempre habrá algún agorero que afirmará que la excepción confirma la regla.
“Europa, escritores y otros pirados” parte con tres obstáculos cargados de buenas intenciones pero poco interesantes para el lector. El primero es un “Desiderátum” que en realidad son cuatro deseos y una conclusión. El segundo aparece bajo el epígrafe de “Agradecimientos” muy loables y merecidos pero que nada aportan ni al lector ni a la historia. El tercero es el más enigmático e incomprensible, “Prólogo innecesario” es el título tras el cual se nos advierte aquello de… cualquier parecido con la realidad es fruto de la coincidencia.
La historia arranca con una propuesta ingeniosa. Agenor es un escritor de best seller que se ve inmerso en una secuencia macabra de acontecimientos que amenazan su vida. El primero de ellos es el asesinato de su único amigo, Práxedes fallece sobre la mesa de un café a manos de una sombra “felina y femenina” que tiene por objetivo que Agenor deje de lado la pura mecánica del escribir por escribir y de un paso adelante, un salto que le lleve a la escritura para “sentir, aprender y reír”. A la muerte del amigo le sigue la mutilación del lóbulo de una de las orejas del Agenor en boca de una china, una tunda de palos por parte de un chulo putas y el ruido de las cámaras réflex de la prensa de picadillo. Acontecimientos que parecen abocar a nuestro protagonista hacia una catarsis que culminará con el abandono de la profesión de “churrero de libros” para caminar hacía una “nueva concepción de la vida”
Pero Agaenor no pasa de la reflexión, no llega a materializar esa travesía ritual y continúa con su peregrinar que lo llevará hasta una ceremonia y ahí, entre masones y vírgenes etéreas vestidas con pajarita y mandil, me dio el yu-yu. No puedo definir lo sucedido, tal vez fue la enfermedad de la rayuela, el caso es que continué la lectura haciendo caso omiso del orden capitular, salté de una historia a otra sin atenerme a la norma de seguir la numeración de las páginas. Leí al azar, saltos hacia delante y vuelta para atrás, una vertiginosa yenka de un, dos, tres, entre multitud de personajes. El siroco terminó cuando topé con la aliteración “atalaya de la raya”. Estaba seguro de haberla leído con anterioridad, pensé que estaba vagando en círculos y esa era la constatación de que estaba perdido, desorientado y, al fin y al cabo, fracasado en mi extraño comportamiento de alterar la propuesta del autor por la sinuosa senda dejada al azar de mi capricho.
Han pasado varios días y tengo que certificar otro fracaso: Soy incapaz de encontrar el hilo perdido, a día de hoy sigo atrapado sin poder salir de ella, vagando entre las páginas de esta novela, incapaz de encontrar el camino lógico en la lectura.
Mi mujer notó mi falta enseguida, los primeros días sólo movía la cabeza para expresar su desacuerdo con mi situación, más tarde llamó al Servicio de Urgencias pero desistió porque la tomaban por loca, hoy ha empezado a protestar “No me casé contigo para dejarte el desayuno en la página diez, el almuerzo en la veinte y la cena en la treinta de una novela, por mucho que venga recomendada por un cuñado”. Me lo escribió en una nota que dejó junto al teclado del ordenador en la página cuarenta, también me sugería que os pida ayuda “Tal vez alguno de los lectores que entran en La Curvatura de la Córnea te pueda aconsejar sobre como salir del atolladero en el que te has metido, chato”
2 Comments:
Me dejas con la incógnita de saber si te parece bueno o no, agridulce descripción la tuya, miel salada, algo raro... No sé si comprarlo o no, y mira que la portada me atrae. ¿Has probado a leerlo en orden, como todos los cristianos?
Hola Anónimo.
(Tercer intento de contestarte, los otros dos han sido borrados por mi dedo meñique)
Lo importante no es si me parece bueno o no. En las reseñas de esta bitácora nunca se habla en esos términos, ¡Dios me libre!, aqui sólo se habla de mis sensaciones. El libro es un reto, un viaje, una aventura. A veces uno es incapaz de introducirse en la propuesta del autor y tal vez por eso me he perdido entre las páginas del libro.
Agridulce tal vez si que lo sea lo reseñado y eso puede ser significativo, pero es un problema también mío, siempre que leo a un autor por primera vez espero encontrar la novela de mi vida y eso, eso no es posible.
Dejarte llevar por las sensaciones que te produce la portada es una buena decisión (yo nunca lo hago)
Tal vez lo deje reposar un poco y vuelva al orden establecido, a veces pasa que se necesita otro "time" para leerlo.
Añadiré una confesión: En la lista de espera de libros por leer, detrás de este, venía "Juegos de la edad tardía" deLuis Landero y tal vez, tal vez tal vez me pudo en ansia.
Salu2 Córneos y ante la duda NO LO DUDES: ¡Comprálo y a hincarle el diente!
Ya me contarás.
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