Najwajean en concierto
Ocurrió en el momento adecuado, al poco de convertirme, por obra y gracia de mi sobrina Natalia, en un ferviente seguidor de la música electrónica de baile. Aquella no fue una tarea fácil. Seguí a pie juntillas una buena guía de audición, completé un cursillo acelerado de nuevos ritmos y comprendí que una manera diferente de construir canciones era posible. Un arduo camino para no volver a caer en el error de considerar una caja de ritmos como una aberración, equivocación muy de los años ochenta y de la que me arrepiento por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa.
Los conversos suelen necesitar un acto especial, un milagro, un impacto emocional que les haga olvidar su anterior vida. En mi caso ocurrió en 1996. Era una de esas tarde en las que un par de cañas llevan hasta los tintos y las tapas, un par de rondas para calentar el morro, torreznos, morcillas y alguien pide chupito de hierba que no era otra cosa que el preludio del gintonic o del ronconcocacola.
Una noche de farra que terminó junto al rumor del Ebro y las luces azules del Club Náutico. Mi sombra alargada por las farolas indicaba el camino de vuelta a casa. Me detuve el tiempo necesario para conectar mis orejas a los auriculares de la radio portátil con la intención de buscar alguna oración house que me ayudase a caminar al ritmo de las mejores salas de baile. Porque ese fue mi asidero inicial a los ritmos electrónicos: La facilidad para bailar, para soltar amarras, para olvidarte de todo, una catarsis como jamás había experimentado.
El dial estaba apalancado en la frecuencia de Radio 3 y la redifusión nocturna del programa matutino Siglo XXI lo cambió todo. Aquella noche de regreso de la pachanga escuché “Dead for you” por primera vez y todo cambió.
Fue una caída del caballo en toda regla. Aquel sonido tenía, además de intensidad, ritmo y brillantez, un carga emotiva que era la primera vez que sentía con música electrónica, mucho más que Chemical Brothers, mucho más de Prodigy, mucho más que Björk. Aquella canción construida con maquinitas y un ordenador latía con pasión en su estructura interna. Fue tan intensa su audición que transformado en el Gene Kelly de La Rivera bailé, bailé y bailé hasta meterme en la cama y seguir bailando.
Tras la brillantez de aquel primer disco titulado “No Blood”, Calos Jean y Najwa Nimri se separaron, grabaron un par de sencillos y colaboraron en bandas sonoras pero el proyecto Najwajean se diluyó. Mr Jean apostó por discos de aluvión donde todos los ritmos eran posibles, además de convertirse en un afamado productor capaz de refrescar las ideas de Fangoria, llevar hasta el siglo XXI las canciones fetiche de Miguel Bosé, confeccionar un traje a medida para Bebe o mezclar sin ningún rubor las aventuras y desventuras de Camela.
Najwa fabricó discos elegantes, sinuosos y en continúa búsqueda. Un camino que la alejó de la electrónica y de los arreglos más floristas hasta encaminarla por la senda de la naturalización del sonido en la combinación simple y eterna de voz y guitarra.
Han tenido que pasar once años para que estos brillantes músicos cumplieran con la afición y se subieran a un escenario para mostrarnos los nuevos temas de un disco que se editará el próximo mes de octubre. Una apuesta arriesgada esa de cantar en directo unas canciones que todavía no tiene soporte físico.
La Sala Oasis presentaba el aforo perfecto de tres cuartas partes, pero lo que no cambia son las cervezas de juguete a precios desorbitados. En esas estaba, sacando los machacantes del bolsillo para abonar las consumiciones, cuando la imagen oronda de Carlos Jean me dejó boquiabierto… ¡portaba una guitarra eléctrica cruzada en el pecho! y detrás la banda con pinta de haber salido de algún garito de Bristol. Pronto se confirmaron mis dudas: “Dead for you” seguía siendo igual de envolvente que en 1996 pero las cuerdas de los instrumentos nobles habían sido sustituidas por la densidad obsesiva del garaje. El concierto nada tuvo que ver con los inicios electrónicos del grupo, delante de nuestras narices un concierto de rock con canciones que desprendían el aroma de los grandes temas.
Tras el desconcierto inicial del esto-no-suena-a-lo-que-yo-me-esperaba todo transcurrió por los caminos de la calidad: Desde el sonido indie, pasando por la voz arrebatadora de Najwa en diva años cincuenta hasta en las desgarradoras inmediaciones del punk. Guitarreo sin consideración y una línea de bajo capaz de hacer bailar a un muerto. Un sonido excelente, sin estridencias y perfectamente medido, pesado y ecualizado. Una hora y cuarto de temas nuevos con una potencia y energía que se agradecen.
Un guiño al pasado y la mil veces remezclada “Like those roses” dio por concluida la parte oficial del concierto que dio paso a lo nunca visto. Los asistentes continuamos rugiendo como no recuerdo, tanto se gritó que el grupo tuvo que regresar al escenario para repetir dos temas. Y eso que es un triunfo: Conseguir que el público zaragozano nos merezcamos un bis extra, se convirtió en algo menor por las repeticiones de los temas porque, señores, eso se tiene preparadito y nos tocamos, por ejemplo, un par de clásicos, así de paso, olvidamos el precio de la entrada…y de las cervezas.
Najwajean ha regresado con mucha fuerza, así que permanezcan atentos a las estanterías de su tienda favorita porque el próximo mes de octubre tendrán disco nuevo en el mercado y seguro que vale la pena.
Los conversos suelen necesitar un acto especial, un milagro, un impacto emocional que les haga olvidar su anterior vida. En mi caso ocurrió en 1996. Era una de esas tarde en las que un par de cañas llevan hasta los tintos y las tapas, un par de rondas para calentar el morro, torreznos, morcillas y alguien pide chupito de hierba que no era otra cosa que el preludio del gintonic o del ronconcocacola.
Una noche de farra que terminó junto al rumor del Ebro y las luces azules del Club Náutico. Mi sombra alargada por las farolas indicaba el camino de vuelta a casa. Me detuve el tiempo necesario para conectar mis orejas a los auriculares de la radio portátil con la intención de buscar alguna oración house que me ayudase a caminar al ritmo de las mejores salas de baile. Porque ese fue mi asidero inicial a los ritmos electrónicos: La facilidad para bailar, para soltar amarras, para olvidarte de todo, una catarsis como jamás había experimentado.
El dial estaba apalancado en la frecuencia de Radio 3 y la redifusión nocturna del programa matutino Siglo XXI lo cambió todo. Aquella noche de regreso de la pachanga escuché “Dead for you” por primera vez y todo cambió.
Fue una caída del caballo en toda regla. Aquel sonido tenía, además de intensidad, ritmo y brillantez, un carga emotiva que era la primera vez que sentía con música electrónica, mucho más que Chemical Brothers, mucho más de Prodigy, mucho más que Björk. Aquella canción construida con maquinitas y un ordenador latía con pasión en su estructura interna. Fue tan intensa su audición que transformado en el Gene Kelly de La Rivera bailé, bailé y bailé hasta meterme en la cama y seguir bailando.
Tras la brillantez de aquel primer disco titulado “No Blood”, Calos Jean y Najwa Nimri se separaron, grabaron un par de sencillos y colaboraron en bandas sonoras pero el proyecto Najwajean se diluyó. Mr Jean apostó por discos de aluvión donde todos los ritmos eran posibles, además de convertirse en un afamado productor capaz de refrescar las ideas de Fangoria, llevar hasta el siglo XXI las canciones fetiche de Miguel Bosé, confeccionar un traje a medida para Bebe o mezclar sin ningún rubor las aventuras y desventuras de Camela.
Najwa fabricó discos elegantes, sinuosos y en continúa búsqueda. Un camino que la alejó de la electrónica y de los arreglos más floristas hasta encaminarla por la senda de la naturalización del sonido en la combinación simple y eterna de voz y guitarra.
Han tenido que pasar once años para que estos brillantes músicos cumplieran con la afición y se subieran a un escenario para mostrarnos los nuevos temas de un disco que se editará el próximo mes de octubre. Una apuesta arriesgada esa de cantar en directo unas canciones que todavía no tiene soporte físico.
La Sala Oasis presentaba el aforo perfecto de tres cuartas partes, pero lo que no cambia son las cervezas de juguete a precios desorbitados. En esas estaba, sacando los machacantes del bolsillo para abonar las consumiciones, cuando la imagen oronda de Carlos Jean me dejó boquiabierto… ¡portaba una guitarra eléctrica cruzada en el pecho! y detrás la banda con pinta de haber salido de algún garito de Bristol. Pronto se confirmaron mis dudas: “Dead for you” seguía siendo igual de envolvente que en 1996 pero las cuerdas de los instrumentos nobles habían sido sustituidas por la densidad obsesiva del garaje. El concierto nada tuvo que ver con los inicios electrónicos del grupo, delante de nuestras narices un concierto de rock con canciones que desprendían el aroma de los grandes temas.
Tras el desconcierto inicial del esto-no-suena-a-lo-que-yo-me-esperaba todo transcurrió por los caminos de la calidad: Desde el sonido indie, pasando por la voz arrebatadora de Najwa en diva años cincuenta hasta en las desgarradoras inmediaciones del punk. Guitarreo sin consideración y una línea de bajo capaz de hacer bailar a un muerto. Un sonido excelente, sin estridencias y perfectamente medido, pesado y ecualizado. Una hora y cuarto de temas nuevos con una potencia y energía que se agradecen.
Un guiño al pasado y la mil veces remezclada “Like those roses” dio por concluida la parte oficial del concierto que dio paso a lo nunca visto. Los asistentes continuamos rugiendo como no recuerdo, tanto se gritó que el grupo tuvo que regresar al escenario para repetir dos temas. Y eso que es un triunfo: Conseguir que el público zaragozano nos merezcamos un bis extra, se convirtió en algo menor por las repeticiones de los temas porque, señores, eso se tiene preparadito y nos tocamos, por ejemplo, un par de clásicos, así de paso, olvidamos el precio de la entrada…y de las cervezas.
Najwajean ha regresado con mucha fuerza, así que permanezcan atentos a las estanterías de su tienda favorita porque el próximo mes de octubre tendrán disco nuevo en el mercado y seguro que vale la pena.
7 Comments:
qué envidiaaaaa!! yo no pude ir... donde sí estuve es en cajalón.
solo la conozco como actriz y me gusta,la última pelicula que vi fue "El método"
un beso
Hola Ana.
¡Estuviste en Cajalón y no me dijiste nada tan elegante que yo iba con mi chaleco reflectante!
:-))))
Salu2 Córneos.
Hola Maite.
Najwa también me gusta en su faceta de actriz, una amiga dice que parece un pajarillo.
Salu2 córneos y un beso.
juas juas... no me fijé en chalecos reflectantes de ningún tipo... una lástima.
nawja me encandiló, supongo q como a muchos, en "los amantes del círculo polar". q voz tan bonita y tan dulce, q parece susurro.
aunque no es oro todo lo q reluce. en septiembre estuve haciendo un curso con el director de cine fernando cámara ("trastorno") y por lo visto nawja es una diva de mucho cuidado. fernando nos contaba q en medio del rodaje "la tía" estaba más pendiente de sus canciones q de la peli.
un beso!
ah, cuéntanos si se portó en la oasis con la gente q fue a escucharla!
(te has leído ya los libros del premio de la delegación del gobierno?? definitivamente dolan mor es un artistazo!)
Hola Ana
¿lo recuerdas? me dijiste que me puesiera un chaleco reflectante en cada acto al que acudiera y así lo hago, eso si, los guardias jurados alucinan y se mandan mensajitos de alarma con sus walkie talkies :-)))
En mi condición de mitómano no me interesan las nimiedades humanas de las estrellas, yo la adoro por eso, por ese estrellas, no me interesan como funcionan en la vida real... ya tengo bastante con mis propias cuitas... no se, es una cuestión de salud mental. De Najwa me interesa su trabajo en la música y en el cine... sobre su personalidad, pues eso... es menos interesante.
A mi su actitud sobre el escenario me gustó: A veces cariñosas con los músicos, muy interpretativa en los temas, se nota que es actriz, sugerente, camiseta con escote y sujetador de florecitas otoñales, me pareció feliz y contenta y eso siempre esta bien en un concierto.
Todavía no he podido leer los libros del poesía de la Delegación de Gobierno ando con una novela y, por el momento, los veros son sólo para Luís García Montero.
Salu2 Córneos y un beso reflectante.
Publicar un comentario
<< Home