El desorden
El poeta Alejandro Pastor vio a buscarme a la puerta de casa. Tardé unos segundos en reconocerlo porque, en vez de aparecer al volante de su Fiat Tipo con la bola plateada de la disco music colgada del espejo retrovisor, se presentó con un Mini.
Desde Las Fuentes hasta La Aljaferia solo hablamos de las bondades y el equipamiento del coche que, vaya por Dios, no era suyo, era de su hermana. Y uno, que no puede callarse, reconvirtió la conversación en una sopa de añoranzas de cuando ejercía de copiloto en el Mini verde de mi hermano. Una máquina con un motor de 850 centímetros cúbicos capaz de hacer patinaje artístico sobre las nieves, por entonces perpetuas, de la sierra de San Just.
Nos sentamos en la terraza del bar “La Teja”, el poeta pidió un botellín de agua y yo un tinto del Somontano, tenía que entornar la voz para el ensayo de “Robinsón de cabaret caribeño” y perder el miedo a esas frases que todavía andan un poco flojas en mi memoria. La conversación saltó de un tema a otro hasta que Alejandro sacó un puñado de folios de una carpeta roja.
— Me gustaría que leyeras estos poemas para…
El nombre de la copistería Lorente fue lo único que había visto cuando me sobresaltó el bocinazo de algún camión de reparto. Fue un gesto estúpido, blandito, una tontería que elevó el poemario por los aires, se escapó de entre mis manos y voló como las golondrinas de algún poema romántico. Un vientecillo cabroncente vino a unirse a la torpeza con tanto entusiasmo que los textos dibujaron suficientes filigranas en el aire como para componer una gavilla de sonetos.
Los versos intimistas se quedaron esparcidos en torno a la mesa del velador y los pillé sin mayor problema. Los rebeldes, los que ponen la mejilla una y mil veces para que los-que-están-de-vuelta-de-todo recuerden que la vida es soñar, los festivo-sexuales, los de la fiel infantería, los sórdidos, los irónicos y todos los demás le cogieron el tranquillo a las acrobacias y aterrizaron al otro lado de la avenida, en la puerta de Casa Emilio.
Los frenazos dieron olor de Gran Premio a la escena. Crucé los cuatro carriles enfebrecido, enajenado, cegado ante la posibilidad de perder aquellas palabras, recogí las hojas una a una y regresé.
— No tenía decidido el orden de los poemas — dijo Alejandro — Pero el método que has utilizado me ha parecido de lo más adecuado. Lo tendré en cuenta, chavalote.
***
La copistería Lorente ofrece sus servicios en el reverso de la carpeta “escaneado e impresión digital color gran formato, fotocopias, ploteado de archivos, plegado de planos y plastificados de rifas”. Rifas Plastificadas se me antoja un excelente título para un libro de poemas.
Los poemas de Alejandro me esperan dentro de esta carpeta. He esperado hasta las doce de la noche para empezar a leerlos, he quitado la ropa sin planchar que se amontonaba en el sillón que compré para leer y que uso de estantería, he abierto una botella de vino tinto sin etiqueta (es lo mejor que me puedo permitir con mi salario subyugado al euribor) Sin embargo, y pese a los preparativos, no me atrevo a acariciar las palabras, todavía vírgenes, que el poeta me ha entregado. Palabras que son el producto de un proceso de sedimentación que ahora se me ofrece para arañar su impoluta superficie con la punta de mis lapiceros de colores, como si mi torpeza fuera merecedora de impartir justicia, de opinar sobre la calidad de lo escrito, de valorar que giros poéticos son mediocres o geniales, como si la miopía de mi nula preparación literaria tuviera algo que añadir a la piel, a los huesos y al corazón del poeta, …como si el desorden producto de mi torpeza no fuera suficiente aportación a la obra poética de Alejandro Pastor.
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Fotografía "O valor das palavras negativas..." de Filomena Chito
Desde Las Fuentes hasta La Aljaferia solo hablamos de las bondades y el equipamiento del coche que, vaya por Dios, no era suyo, era de su hermana. Y uno, que no puede callarse, reconvirtió la conversación en una sopa de añoranzas de cuando ejercía de copiloto en el Mini verde de mi hermano. Una máquina con un motor de 850 centímetros cúbicos capaz de hacer patinaje artístico sobre las nieves, por entonces perpetuas, de la sierra de San Just.
Nos sentamos en la terraza del bar “La Teja”, el poeta pidió un botellín de agua y yo un tinto del Somontano, tenía que entornar la voz para el ensayo de “Robinsón de cabaret caribeño” y perder el miedo a esas frases que todavía andan un poco flojas en mi memoria. La conversación saltó de un tema a otro hasta que Alejandro sacó un puñado de folios de una carpeta roja.
— Me gustaría que leyeras estos poemas para…
El nombre de la copistería Lorente fue lo único que había visto cuando me sobresaltó el bocinazo de algún camión de reparto. Fue un gesto estúpido, blandito, una tontería que elevó el poemario por los aires, se escapó de entre mis manos y voló como las golondrinas de algún poema romántico. Un vientecillo cabroncente vino a unirse a la torpeza con tanto entusiasmo que los textos dibujaron suficientes filigranas en el aire como para componer una gavilla de sonetos.
Los versos intimistas se quedaron esparcidos en torno a la mesa del velador y los pillé sin mayor problema. Los rebeldes, los que ponen la mejilla una y mil veces para que los-que-están-de-vuelta-de-todo recuerden que la vida es soñar, los festivo-sexuales, los de la fiel infantería, los sórdidos, los irónicos y todos los demás le cogieron el tranquillo a las acrobacias y aterrizaron al otro lado de la avenida, en la puerta de Casa Emilio.
Los frenazos dieron olor de Gran Premio a la escena. Crucé los cuatro carriles enfebrecido, enajenado, cegado ante la posibilidad de perder aquellas palabras, recogí las hojas una a una y regresé.
— No tenía decidido el orden de los poemas — dijo Alejandro — Pero el método que has utilizado me ha parecido de lo más adecuado. Lo tendré en cuenta, chavalote.
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La copistería Lorente ofrece sus servicios en el reverso de la carpeta “escaneado e impresión digital color gran formato, fotocopias, ploteado de archivos, plegado de planos y plastificados de rifas”. Rifas Plastificadas se me antoja un excelente título para un libro de poemas.
Los poemas de Alejandro me esperan dentro de esta carpeta. He esperado hasta las doce de la noche para empezar a leerlos, he quitado la ropa sin planchar que se amontonaba en el sillón que compré para leer y que uso de estantería, he abierto una botella de vino tinto sin etiqueta (es lo mejor que me puedo permitir con mi salario subyugado al euribor) Sin embargo, y pese a los preparativos, no me atrevo a acariciar las palabras, todavía vírgenes, que el poeta me ha entregado. Palabras que son el producto de un proceso de sedimentación que ahora se me ofrece para arañar su impoluta superficie con la punta de mis lapiceros de colores, como si mi torpeza fuera merecedora de impartir justicia, de opinar sobre la calidad de lo escrito, de valorar que giros poéticos son mediocres o geniales, como si la miopía de mi nula preparación literaria tuviera algo que añadir a la piel, a los huesos y al corazón del poeta, …como si el desorden producto de mi torpeza no fuera suficiente aportación a la obra poética de Alejandro Pastor.
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Fotografía "O valor das palavras negativas..." de Filomena Chito
18 Comments:
Pues, buen método, viva dios... Yo tuve un profesor del que se decía maledicentemente algo parecido: que otorgaba las notas según lo lejos o cerca que caían los exámenes de al alfombra de su despacho cuando los aventaba al aire.
Todas las escenas que has contado podrían meterse en un estupendo corto cinematográfico sobre la creación poética, el azar, y esas cosas. ¿Alguien, por ejemplo 39 escalones, se anima?
Abrazos.
¿Por que no entregar al azar la organización de esos versos? (cuanto me hubiese gustado verte por un "agujerico", ja), de todas formas no sé que tiene de malo.
Además, seguro que son bonitos los pongas donde y como los pongas.
Y que esperan a que los leas para deleitarte y que les ayudes, si cabe, a estar mas guapos.
P.D.Yo he recordado el Mini rojo de la madre de una compañera de parvulitos...con sus "cassetes beta" gordotes...y como se plegaba para entrar en él, porque era muy alta.
Su padre en cambio, chiquitín, conducía un supercoche que inevitablemente parecía que iba solo. Injusticias de género...pero bueno, eso es otro terreno.
"tenía que entornar la voz para el ensayo de “Robinsón de cabaret caribeño” y perder el miedo a esas frases que todavía andan un poco flojas en mi memoria".
He leído bien?? no me llegó a quedar claro que hicieras teatro cuando hablamos de la interpretación :), pero ya veo, ya!
un beso.
Seguro que el poeta te agradece que además de acariciar sus poemas también los manches, los mutiles, los podes, los injertes, los desestructures...Vamos, que dejes tu huella de lápiz de color rojo en la negra caligrafía que los sustenta.
;);)...la vez que yo te los deje seran grapados...abrazos
Es un placer inesperado poder desordenar sin pretenderlo, bien por torpeza como dices o por nada lo que tantas veces has ordenado y revisado...no importante el orden para los poemas ¿no?. El aire de ZGZ es traicionero.
Hola Luisa.
La verdad es que sobre la escritura de un guión de corto, en fin, uno ya tiene sus primeros pinitos, ejem, guardados en el disco duro del ordenador y no te digo que no intente un ejercicio con esa idea de los foliios volando voy, volando vengo.
Pero claro, estoy dispuesto a hablar con quien este interesado de 39 escalones ;-)
Salu2 Córneos y un abrazo de pan de oro.
Hola Lamima.
Una vez me dijo Ramón Acín que el orden, en ese caso eran mini relatos, de las historias es muy importante, es una manera de llevar al lector a la fuente en la que te gustaría que bebiese.
¡Qué buena la anecdota de los coches, los conductores y el taamño!
¿Otra idea para 39 escalones, quizás?
Salu2 Córneos.
Hola Ana.
jajajajajajaja
Si has leído bien, lo debiste olvidar porque creo que ya te había comentado que estoy en los cursos del Teatro de la Estación. Aunque una cosa es interpretar, y otra muy distinta hacer lo que hago yo: Salir al escenario (tremendo paso) y decir las frases sin equivocarme, que casi siempre me equivoco en algo.
Salu2 Córneos y un beso.
Hola Fernando.
Si un día me llegas a dejar una remesa de poemas virginales, además de graparlos tendrás que llamar a una ambulancia: Me suelo desmayar con las sensaciones fuertes ;-)
Salu2 Córneos y abrazos desde la camilla.
Hola Mamentxu
A mi me parece que el orden si es importante, otra cosa es quien lo decida y en ese caso el cierzo puede ser un buen consejero.
Salu2 Córneos y un abrazo.
interesante texto hermano.
el orden es cosa seria, sobre todo para mí que trabajo con papeles.
saludos
Irse de copas con poetas depara agradables ventanas en la cotidianeidad.
Depende de los poetas, claro
HOla Retruécano.
A veces dejar huella no tiene porque se positivo. El problema de las correciones es el punto de vista. Suelen tener un gran valor porque permiten al autor observar lo escrito desde un punto de vista que no es el suyo. Por otro lado, me parece de un gran mérito que alguien que ha construido su mundo tenga la amabilidad de dejarlo en mis manos para moldear, amasar y repasar. Un lujo. Espero estar a la altura... cuando me atreva a abrir esa carpeta ;-)
Salu2 Córneos.
Hola José Antonio.
Es un placer encontrarte en mi casa después de tu ausencia en los procelosos mares de Internet, tú regreso es una alegria enorme.
Yo se que el orden es una cosa seria porque no me queda más remedio que sobrevivir sin él. Una mirada a la mesa del ordenador es suficiente prueba del desbarajuste clónico que me rodea. En medio de este desastre me gusta pensar que es un "desorden ordenado" nunca una disculpa fue tan antigua y tan mala.
Salu2 Córneos y un abrazo, hermano.
Hola Detective.
Un poeta de verdad siempre da un plus a las copas, y a las convesaciones, hasta en el fútbol son agradables ventanas, claro que yo, aunque pocos, conozco sólo a poetas cojonudos ;-)
Salu2 Córneos, maestro.
PD Una pregunta: ¿En la planta de inoportunidades se podría encontrar un poeta baratito?
vaya vaya vaya!! tengo a un amigo en la estación. se llama david y dentro de nada estrena "yerma". hace poco interpretó un monólogo en el q hacía de perro. ya me dirás si t suena. :)
sabes q?? me he despertado de la siesta con el recuerdo del sueño: poco más o menos un diluvio universal. y resulta que me asomo a la ventana y está comenzando a llover... otro día sueño que me toca la lotería!!
un beso
Hola Ana.
¡Bingo!
No, no conozco a David, eso sería demasiado, pero vi su monólogo en las muestras de febrero ¡y tanto que lo vi! porque me apunté la posibilidad de hacerlo el año que viene. Ese perro con esa historia es un filón.
Levanto la persiana, es cierto: Los tejados del barrio de Las Fuentes están mojados y yo sigo aqui dando vueltas para no enfrentarme con mi próxima entrada en este blog, ay.
Salu2 Córneos y un beso, actriz.
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