La curvatura de la córnea

16 mayo 2007

Osmosis

Para Conchita Berruete


La alianza entre el cocidito con hierba buena y los caldos del Somontano terminó en el deseo de sucumbir al sopor de una siesta. A Jorge se le antojó un bolero como la banda sonora perfecta para tan sublime menester. Husmeó los títulos de todos sus discos pero ninguno le traía el recuerdo de los días, ya tan lejanos, en los que se embarcó con la sofisticada Rinalda Rinaldi por aquellos mares perdidos. Este pequeño inconveniente resultó ser insalvable y Jorge, mediada la digestión, plantó sus pasos en los anaqueles discográficos de la Biblioteca.
Las pesquisas comenzaron obviando el potente buscador informatizado. Jorge era alérgico a la tecnología y prefería deslizar el tacto de sus manos por los lomos de todos los compactos. Empezó por la música clásica, continuó con el rock y así hubiera pasado toda la tarde si el destino, como en un bolero, no hubiera cambiado sus planes.
Un carrito con ruedas para montaña, nieves perpetuas y cortafuegos de toda condición abolló el George´s culo con una embestida de muy padre y señor mío. Jorge lanzó un grito de dolor. El resto de usuarios de la biblioteca afeó esa conducta vocinglera mientras el artefacto causante de su mal se alejaba a la carrera. La conductora temeraria no se inmuto abducida por la conversación a través del teléfono móvil «Ay cariño luego te llamo que estoy en… ya sabes… en ese sitio dónde hay muchos libros…. Te dejo que llego tardísimo a un cuenta… si hija si a un… mira que no sé… a algo de unos cuentos… si es por Cata, ya sabes, a ella le gusta mucho estas cosas… No, no esta conmigo, hemos quedado en la puerta. Venga te dejo cariño y luego te cuento… Eso, si, en un cuenta cuentos… Besitos cariño»
Jorge utilizó su experiencia como opositor, recordó el artículo del Código de la Circulación que hablaba de atropellos, comprobó desolado que no regulaba las infracciones cometidas por los dispositivos especializados en el transporte niños, bebes u otras criaturas premasticantes y pensó en promover una campaña popular de recogida de firmas para que este medio de transporte, cada vez más sofisticado en su concepción y extravagante en su diseño, formara parte de la legislación sobre seguridad vial. Era evidente que la filosofía de los 4 X 4 y los todo terrenos había penetrado en el mundo de los carruajes infantiles de la mano de las Súper Mamás conductoras, esas señoras dispuestas a conseguir todo lo que sus vástagos soliciten en el menor tiempo posible, con la mayor de las sonrisas y gesticulando como los malos actores del cine mudo; mujeres que han hecho de la crianza de sus herederos su fin, su meta, el sentido último de sus vidas, y a esa tarea encomiendan todas sus energías de bífidus activo con soja y sus gritos estridentes que tan pronto prohíben como olvidan lo prohibido con un desparpajo de preocupar.
Ella utilizó el ascensor. Él recorrió los escalones de dos en dos. La carrera terminó frente a un tipo hosco que abrió la puerta de la sala polivalente. La emoción llegó hasta el atropellado cuando sintió la necesidad física de escuchar un cuento, un ejercicio habitual durante su infancia y al que había renunciado desde hacía demasiado tiempo.
Los niños se arremolinaron delante del estrado, las dos primeras hileras fueron copadas por una marejada de Súper Mamás y Jorge tomó asiento en una de las sillas de la tercera fila.
Chincheta apareció acompañada por las notas de una flauta que tenía todas las pintas de ser mágica. El revuelo de niños y adultos terminó cuando el árbol mágico creció en medio del escenario y la dulce voz de la cuenta cuentos comenzó con una clase de botánica.
«Había una vez un árbol tan especial que sus hojas, en lugar de favorecer la fotosíntesis, fabricaban palabras»
Un inesperado vendaval aulló desde las rejillas del aire acondicionado con tanta virulencia que arrancó un montón de hojas del árbol, algunas se colaron por debajo de la puerta, otras se quedaron dando vueltas en el aire y el resto se posó en las ropas de Chincheta.
Cada una de las hojas transportaba una palabra que se diluyó al entrar en contacto con las fibras textiles y se colaron por los poros de la piel en un proceso osmótico que las llevó hasta el riego sanguíneo que las depositó en el arte del birli birloque. Las historias del érase una vez hicieron ese viaje para poder seguir vivas en la tradición oral.
Chincheta comenzó un cuento
«Érase una vez un palacio en el que vivía Besi. Contra todo pronostico, Besi no era una princesa, era una gallina, eso si, una gallina muy especial.»
Las primeras escaramuzas de las Súper Mamás empezaron antes de saber el motivo que convertía a Besi en una gallina especial y consistieron en agitación de bolsas de patatas fritas de colores metálicos. La contaminación acústica continuó aderezada del disfraz de modositas, un modelo ideal para preguntar a sus rechonchos cachorros si tenían hambre. Un segundo grupo prefirió resoplar porque sus vástagos, ante aquel ataque sonoro, habían decidido moverse para escuchar como Dios manda el relato del cuento de la gallina Besi. El mother´s shout B rasgó cielo, mar y aire al ritmo poli tono de Moon River. Miss Atropello contestó sin sonrojo y a grito pelado.
«En un cuenta cuento… En un cuenta cuentos… No, no, no… En un cuenta cuentos con Cata y los peques… Es que no te oigo bien… Ya te he dicho que en un cuenta cuentos… Porque les gusta mucho a los chicos… Que no, que no, que no… Que estoy en un cuenta cuentos… ¿Me oyes?... En un cuenta cuentos… Eso, si, en un cuenta cuentos… Besitos cariño »
El grito pelado dejó paso al grito melenudo y la reacción en cadena fue inevitable. Lo grititos hicieron todo lo posible para llegar al status del griterío y los resoplidos transitaron por el mugido, el bramido y la berrea. Chincheta enmudeció.
La algarabía alcanzó hasta las ramas del árbol maravilloso de tal guisa que las pocas palabras que quedaban prendidas es sus hojas volaron hasta posarse en las rebecas beige de todas y cada una de las Súper Mamas. El fenómeno físico de la ósmosis se repitió.
Las palabras se diluyeron al entrar en contacto con las fibras textiles y se colaron por los poros de la piel en un proceso osmótico que las llevó hasta el riego sanguíneo. El arte de birli birloque detectó una minúscula, infinitesimal, nanodimensional diferencia genética entre Chincheta y las Súper Mamás, una curva por la que derrapó el experimento: Las féminas gritadoras se transformaron en la ballena que se tragó a Pinocho, las picajosas hermanastras de Cenicienta, la bruja embaucadora de Blancanieves, el lobo feroz que engañó a Caperucita y en un montón de ratones naturales de Hamelin.
Jorge, Chincheta y los niños escaparon al encantamiento escaleras arriba, cruzaron el hall de la Biblioteca, corrieron a todo correr hasta llegar al Parque de Villafeliche, y allí se desparramaron sobre la hierba.
El silencio regresó y Chincheta continuó con el cuento de la gallina Besi. Sin embargo, como decía Michael Ende “ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión”

10 Comments:

At 16 mayo, 2007 14:18, Anonymous Anónimo said...

¡Que alegría me has dado al convertir a esa t.. del c... de ballena (porque he decidio que a esta le ha tocado la ballena, oye), su incordio llegaba hasta aquí, pardiez!
Ese cuento posterior sobre la hierba tuvo que ser magnífico ¿no?,
Ay Javier, como me gustan tus historias..
P.D. Lo del politono de Moon River igual me daba un poco del glamour que me falta. Me lo pensaré :)

 
At 16 mayo, 2007 15:22, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Lamima.

No te lo vas a creer pero no consigo descifrar los puntos suspensivos de detrás de la t y la c. Estoy muy espeso y sólo consigo visualizar "tonta del culo", pero claro, en el relato el único culo que se hace presente es "the george,s culo" y te aseguro que George no es tonto del culo.
Creo que me estoy liando. Ahora caigo: "toca cataplines" No se Lamima, a mi me parece un poco excesivo, ¿no te parece? Ya me dirás :-)))

¡A mandar! si se te apetece que Miss Atropello sea convertida en ballena, aqui no se discute más ¡oiga, una de ballena!

Moon River suena muy evocador pero desde que Audry pasea en los bolsos de media ciudad (incluido el que le regalé a mi señora) y su imagen en poster, postal, monederos, en fin... que es un encanto.

Salu2 Córneos.

Me llena de alegría que te gusten mis historias y vale, que la sonrisa tonta se empieza a desparramar

 
At 16 mayo, 2007 17:13, Blogger Gubia said...

Me gustan tus historias y más aún como las cuentas. Cuando tengo un minuto para conectarme eres el primero en visitar.Un abrazo.

 
At 16 mayo, 2007 17:17, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Gubia.

Palentina de mis entretelas, veterana en esta bitácora y fuente de alegría para mi.

Mil gracias serían tan pocas...

Salu2 Córneos.

 
At 18 mayo, 2007 01:32, Blogger Paula said...

«Había una vez un árbol tan especial que sus hojas, en lugar de favorecer la fotosíntesis, fabricaban palabras»


a veces, creo que ese árbol eres tú

pero tú, por suerte, eres mucho más

y además, nos regalas tus cuentos

y el parque te acoge entre sus hebras de hierba.

te envío un abrazo bien fuerte

(el otro día creí conocerte... ¿es cierto?)

otro abrazo

 
At 19 mayo, 2007 00:57, Anonymous Anónimo said...

Como madre solícita de dos niños de corta edad, he de recriminarte seriamente por esta falta de sensibilidad hacia las pobres mujeres que han de bregar con sus pequeños...

¡¡¡Que noooo!!! ¡¡¡Que es bromaaa!!!

Con el paquete que les tengo a las madres petardas (lo que no quiere decir que yo no lo haya sido más de una vez) y a las que se desentienden de sus vástagos mientras dan pol saco a la concurrencia...

Siempre me acuerdo de lo que contaba una conocida nuestra que trabajaba en un bar en Pamplona, de unos chiquillos que tenían aborrecida a la parroquia mientras los padres daban cuenta de un plato gambas en la barra. De tanto en tanto la madre, mientras iba descabezando y pelando los bichos del plato, les decía, con desgana: "Ah, pues, como suelte la gambaaa!".

Es la frase que decimos siempre cuando nos toca ser parroquianos aborrecidos por pequeños petardines de padres pasotas...

 
At 19 mayo, 2007 10:16, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Paula.

Paula dijo: "a veces creo que ese árbol eres tú"

Es la primera vez que me llaman "tronco" con tanta delicadeza :-))))))))

Los regalos, en este caso los cuentos, necesitan que alguien los lea y yo nunca podré agradecer lo suficiente que haya gente que venga hasta aqui para leer mis líneas.

Ese parque, querida Paula, ya es un sitio mitológico para el que esto escribe. Espero que eso me ayude.

Si, si, si, Me conociste!!!!!!! y lo que es mejor: Yo conoci a la autora de Durmiendo a mares.

Salu2 Córneos y un abrazo.

 
At 19 mayo, 2007 10:22, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Inde.

La verdad es que estaba preparado para el primer párrafo, parapetado y con la guardia en alerta máxima.

:-)

A veces pienso, y uso tu terminología, que lo malo no es madre petarda, lo malo es no tener conciencia de ello.
He detectado que, como bien dices, al principio sólo eran los niños los que campaban por sus respetos sin que nadie acotase sus "pol sacos", lo peor es que los adultos se han apuntado al carro. Pero ya verás como todo esto da un cambio radical cuando este menda lerenda suelte la gamba.

Excelente expresión que me apunto para utilizarla jajajajaaj.

Salu2 Córneos.

 
At 20 mayo, 2007 21:27, Blogger George said...

Dioooossss, siendo uno de los protagonistas de la historia y la leo 4 dias mas tarde. Si es que esto de fecundar, o mejor dicho, de haber fecundado, es muy agotador. No me deja tiempo para na. Ni siquiera para tener unos minutos libres para leer, las historias de este peaso de artista. Bueno o solo te digo una cosa. Ve haciendo realidad, ese monologo que llevea en mente. Que aqui tienes un voluntario para interpretarlo lo mejor que pueda. Solo te digo que tienes un año para pensartelo, ha ser posible que sea comico, a mi siempre me ha gustado mas ser feliz que no. Y con lo que me conoces ya te habras dado de cuen.

Un abrazote y venga a darle al tarro. Que si te sale como este de aqui arriba, me veo en el principal g g g.

 
At 21 mayo, 2007 11:29, Blogger Javier López Clemente said...

Hola George

Los monólogos tienen su propia dinámica y aunque es cierto que muchas veces he pensado adaptar alguna de mis antiguas historias al formato "teatro" más que "monólogo de micro y taburete" no estoy muy seguro de saber hacerlo. De todas formas, el que sería prototipo para esa mutación te va que ni pintado :-)

Salu2 Córneos.

 

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