Corte de pelo
Para mi peluquero
Retrasé la visita a la peluquería con la esperanza de verme con una melena digna de un guitarrista. Migue me recordó que esa quimera no se había producido en el pasado, que era muy difícil que se materializase en la actualidad y me recomendaba que fuera asumiendo que no ocurriría en el futuro. Tenía razón. Tengo una pelambrera peleona y puntiaguda que crece en forma orbital desdeñando la Ley de la Gravedad, en esas condiciones, el crecimiento capilar de mi cabellera se aleja del heavy metal y se aproxima a los Jackson Five.
Pablo me recibió con su habitual amabilidad y me preguntó que tipo de corte prefería. Era una cuestión retórica entre cliente y peluquero porque ambos sabíamos que el servicio iba a ser como el de siempre. Algunas veces he pensado en responderle algo así como: rapado al cero por detrás, extensiones rastas a los lados y mechas verdes en el flequillo.
No tenía una buena mañana porque andaba medio dormido por el cambio de turno de noche a tarde, con esa sensación de jet lang entre la alfombra roja de los Oscar y el Barrio de Las Fuentes. La conversación no acababa de arrancar y Pablo se decidió a contarme la historia de un árabe que mando a su siervo más fiel ha comprar al mercado y allí, entre corderos, especies y verduras, cruzó su mirada con la muerte. Tanto se asustó el vasallo que puso pies en polvorosa hasta postrarse ante su señor.
— ¿Qué ocurre? Veo que llegas sofocado, tembloroso y sin la compra que te encargué.
— Estoy asustado mi señor.
— ¿Cual es el motivo para mostrar tanto miedo?
— Estaba paseando entre los puestos del mercado para comprar lo mejor entre lo mejor cuando me miró.
— ¿Quién te miró para que el pánico se haya quedado impreso en el iris de tus ojos?
— La muerte mi señor. La muerte penetró en mis pupilas, llegó hasta lo más profundo del alma y temo que haya venido hasta aquí para buscarme.
— No temas porque estás en casa de tu señor. Eres un buen servidor y de ti no tengo queja, al contrario, siempre has sido fiel, eficiente y silencioso. Y en justo pago a tus servicios me veo en la obligación de ayudarte. Coge el mejor de mis caballos y los más bellos aparejos, cabalga sin descanso hasta llegar a Samarra. Allí preguntaras por mi hermano. Cuando estés ante él no necesitaras explicaciones ni discursos, sólo tendrás que entregarle este anillo para que ponga a tu disposición sus mejores habitaciones, los más ricos manjares y las más bellas mujeres. Te lo aseguro, te recibirá como si fueras un Rey. Y mientras tanto no te preocupes que esta misma tarde me acercaré al mercado para hablar con la muerte y exigirle que abandoné estas tierras.
— Gracias señor. — contestó emocionado — Mi agradecimiento será eterno ante esta muestra de valor y bondad.
— Anda raudo y no te entretengas en más palabras
Cada uno cumplió con su parte. El siervo disfrutaba de la hospitalidad y su señor interrogaba a la muerte.
— ¿Por qué has venido a asustar a mis criados?
— No fue esa mi intención. De igual manera que se asustó tu siervo me sorprendí yo.
— ¿Y por qué motivo se puede sorprender la muerte?
— Me extrañó encontrarme con tu vasallo en este mercado porque tengo una cita con él mañana por la mañana en Samarra.
Otro ritual retórico de Pablo consiste en mostrar mi nuca recién rasurada en el espejo de la pared, lo hace a través del reflejo de un espejo de mano y mi respuesta siempre es afirmativa y de satisfacción.
—Parece un cuento de Las mil y una noches — le dije.
—Puede que lo sea — me contestó — pero a mi me parece que es uno de los cuentos menores de Borges.
— Borges es una de mis deficiencias literarias. Intenté leer su poesía y no pude entrar en su mundo. Y me da rabia porque muchos de mis autores preferidos siempre se refieren a él como una referencia.
— Yo sólo he leído sus cuentos y me gustan mucho— apostilló Pablo mientras abría la caja registradora.
— Tal vez debería intentar leer alguno de esos relatos.
Caminé hacía casa siguiendo el olor a cocido que Migue me iba a regalar y pensando en la suerte de tener un cuenta cuentos como peluquero.
Pablo me recibió con su habitual amabilidad y me preguntó que tipo de corte prefería. Era una cuestión retórica entre cliente y peluquero porque ambos sabíamos que el servicio iba a ser como el de siempre. Algunas veces he pensado en responderle algo así como: rapado al cero por detrás, extensiones rastas a los lados y mechas verdes en el flequillo.
No tenía una buena mañana porque andaba medio dormido por el cambio de turno de noche a tarde, con esa sensación de jet lang entre la alfombra roja de los Oscar y el Barrio de Las Fuentes. La conversación no acababa de arrancar y Pablo se decidió a contarme la historia de un árabe que mando a su siervo más fiel ha comprar al mercado y allí, entre corderos, especies y verduras, cruzó su mirada con la muerte. Tanto se asustó el vasallo que puso pies en polvorosa hasta postrarse ante su señor.
— ¿Qué ocurre? Veo que llegas sofocado, tembloroso y sin la compra que te encargué.
— Estoy asustado mi señor.
— ¿Cual es el motivo para mostrar tanto miedo?
— Estaba paseando entre los puestos del mercado para comprar lo mejor entre lo mejor cuando me miró.
— ¿Quién te miró para que el pánico se haya quedado impreso en el iris de tus ojos?
— La muerte mi señor. La muerte penetró en mis pupilas, llegó hasta lo más profundo del alma y temo que haya venido hasta aquí para buscarme.
— No temas porque estás en casa de tu señor. Eres un buen servidor y de ti no tengo queja, al contrario, siempre has sido fiel, eficiente y silencioso. Y en justo pago a tus servicios me veo en la obligación de ayudarte. Coge el mejor de mis caballos y los más bellos aparejos, cabalga sin descanso hasta llegar a Samarra. Allí preguntaras por mi hermano. Cuando estés ante él no necesitaras explicaciones ni discursos, sólo tendrás que entregarle este anillo para que ponga a tu disposición sus mejores habitaciones, los más ricos manjares y las más bellas mujeres. Te lo aseguro, te recibirá como si fueras un Rey. Y mientras tanto no te preocupes que esta misma tarde me acercaré al mercado para hablar con la muerte y exigirle que abandoné estas tierras.
— Gracias señor. — contestó emocionado — Mi agradecimiento será eterno ante esta muestra de valor y bondad.
— Anda raudo y no te entretengas en más palabras
Cada uno cumplió con su parte. El siervo disfrutaba de la hospitalidad y su señor interrogaba a la muerte.
— ¿Por qué has venido a asustar a mis criados?
— No fue esa mi intención. De igual manera que se asustó tu siervo me sorprendí yo.
— ¿Y por qué motivo se puede sorprender la muerte?
— Me extrañó encontrarme con tu vasallo en este mercado porque tengo una cita con él mañana por la mañana en Samarra.
Otro ritual retórico de Pablo consiste en mostrar mi nuca recién rasurada en el espejo de la pared, lo hace a través del reflejo de un espejo de mano y mi respuesta siempre es afirmativa y de satisfacción.
—Parece un cuento de Las mil y una noches — le dije.
—Puede que lo sea — me contestó — pero a mi me parece que es uno de los cuentos menores de Borges.
— Borges es una de mis deficiencias literarias. Intenté leer su poesía y no pude entrar en su mundo. Y me da rabia porque muchos de mis autores preferidos siempre se refieren a él como una referencia.
— Yo sólo he leído sus cuentos y me gustan mucho— apostilló Pablo mientras abría la caja registradora.
— Tal vez debería intentar leer alguno de esos relatos.
Caminé hacía casa siguiendo el olor a cocido que Migue me iba a regalar y pensando en la suerte de tener un cuenta cuentos como peluquero.
15 Comments:
Pues anda que sí, la mayor parte de ellos no salen de los tópicos habituales. Incluso he oído comentarios sobre la redacción que están haciendo algunos de ellos del "Manual actualizado de la conversación insulsa", puesta al día....
A mi me fascina verlos trabajar, su dominio con las tijeras, y con los tintes. Me encanta ver cómo mueven los dedos, cómo manejan las pinzas para sostener la melena. Y agradezco mucho que respeten mi silencio, envuelta en el jaleo de los múltiples secadores funcionando a la vez.
Claro, que nunca me he encontrado con un peluquero cuentacuentos
Hola Detective.
De los tópicos y del fútbol. Aunque esas conversaciones de pelluquería también tiene su saborcito.
Salu2 Córneos.
HOla Paula.
Me temo que la actividad entre la zona de hombre y la de mujeres varía bastante. Pero es cierto, hay cierta mágia en los movimientos de dedos, los peines, ese ajetreo para dejarte guapo.
Sabes, ahora he recordado que tengo un relato de hace un par de años que transcurre en esa peluquería y algo se hablaba de la técnica de los peluqueros... tal vez sea el momento de recuperarlo, darle un bañito de correciones y traerlo hasta esta bitácora... aunque sea un cuento navideño, o al menos lo pretendiera.
Me lo pienso.
Salu2 Córneos.
Qué fantástico, un peluquero-cuenta-cuentos. Me gusta mucho a mi también ver a los/las peluqueros/as transmutar las cabezas. Los masajitos me chiflan. Si además de cuentan cuentos, ya... para no salir (encima así no hay que leer las terribles revistas usuales...)
(Ha sido un placer leer este post y el anterior de Andy W.). Me vendré más veces -que alguna que otra ya vine- y procuraré sacar algun otro rato para comentar (se me acumula).
Un saludo
Hola Luisa y Bienvenida a esta bitácora.
Hmmmm, masajes de cabeza.
Las revistas, ay las revistas, desde luego puedes encontrar peluquerías con otro tipo de revistas, incluso con exposiciones, como quedó reflejado en la bitácora hermana La Mirada de la Córnea en la entrada:
http://la-mirada.blogspot.com/2007/02/greta-fustoven-gustavo-laredo.html
Me alegro que te gustaran los dos últimos post y te invito a que bucees en las entrañas del blog.
Te espero en tus próximas visitas que los comentarios siempre son un buen estímulo para seguir navegando.
Salu2 Córneos.
La verdad Javier que Borges es especial...así como me emociona Neruda por lo que dice, Borges me llega muy adentro por como lo dice...pero lo bueno sea o no totalmente de tu gusto siempre acaba dejandote alguna huella...me encanta un poema que habla de la aurora como el vuelo de las palomas blancas y su gusto por Heráclito...gracias por buscarme...espero salir pronto de la penumbra...un abrazo.
No he leído a Borges, lo reconozco así que no puedo opinar.
Oye, que magnífico eso del peluquero cuenta cuentos (¿y tú?¿eres su cliente-cuenta-cuentos?.. no me digas que no lo sabe!).
P.D. Lo de las pelus de chicas es necesariamente distinto por una sencilla razón: necesitamos más tiempo. Mi peluquera no hubiese terminado siquiera de lavarme la cabeza con ese cuento..vamos, ni para empezar.
P.D. (2) Que bien encontrar aquí a Luisa y a Fernando.
Hola Fernando.
Claro que no descarto a Borges... no soy tan osado ;-) seguramente es una cuestión de tiempo y espacio.
Siempre pongo el ejemplo de "El señor de la rosa". Dejé su lectura las veces necesarias hasta que me tocó el turno de disfrutar.
Lo mismo diré de los desasosiegos de Pessoa, no pude con ellos pero estoy seguro que disfrataré con ellos cuando llegue mi tiempo.
Si te he buscado es porque algo me faltaba en el camino. Nunca estas en la penumbra, tus palabras siempre son luz
Salu2 Córneos.
PD. Acabo de llegar de cenar y, adeemás de los del restaurante, me estoy dando un festival de chupitos... de hierbas ;-)
Hola Lamima
Si, lo sabe. Hace tiempo escribí un relato navideño que acontecía en su peluquería y le gusto mucho.
Con la autoedicion de La Isla de Idle le regalé un ejemplar que, tras leerlo, lo liberó en noseque árbol del Parque Grande para que conociera otros lectores.
Vale, entiendo lo del tiempo, en mi caso creo que Pablo va más despacio porque mi corte de pelo es de los de aqui te pillo, aqui te mato ¿o debería decir mata?
vale, el chiste es malo pero es que la ristra de chupitos empieza a hacer efecto ;-)))))
Luisa y Fernando. Un lujo, a la primera le descubrí ayer vía antonio Pérez, al parecer, Fernando esta de Okupa boguero.
Salu2 Córneos.
Hola Lamima
Mata, de mata de pelo
jajajajaajjajajajajajaja
Que suerte tienes! el peluquero cuenta cuentos ... un día os podéis sentar juntos y hacer un "contrapunteo" de cuentos, y además te dejará guapo... jaja
besos Córneo...La muerte en samarra que como aquello que dice: "Si naciste pa` martilo del cielo te caen los clavos!!!"
Beos
LaOnza
Hola Laonza.
¡Un duelo de cuenta cuentos a modo de las peleas de gallo entre los Mc raperos!
Mi peluquero no me deja guapo... que eso ya viene de serie ;-)
Esa tonada que cantas es de ¿Maki Navaja?
Salu2 Córneos.
Vamos por partes (vengo llegando atrasada a este capítulo de la bitácora, pero igual vale):
* No podía ser más a propósito esta historia....justo cuando la escribiste (hace una semana ya)...mi abudante, larga y ya molesta melena pasó susto, pues pensé seriamente en deshacerme de ella y reemplazarla por un look tipo Sinead O´Connor....ál final la pobrecita se salvó porque la peluquera que no cuenta cuentos, resolvió no presentarse a trabajar ese día.
* Qué bueno saber que Maki Navaja no era producto de mi imaginación....tuve la oprtunidad de conocerlo -hace varios años ya- gracias a los prodigios del TV cable. Si bien el lenguaje era bastante local, me reía mucho con sus aventuras (sobre todo con el "Moro"). Lástima que ya no circula ni en los programas del recuerdo.
* La canción de marras pertenece al panameño Rubén Blades, intitulada "Pedro Navaja"...¿Bailas salsa, Javi? Podríamos intentarlo alguna vez.
Un abrazo,
La Reina del Nilo casi calva.
Hola Cleo, mi Reina.
Me gustaría pensar que en esta bitácora, y en las otras, no hay atrasos, sólo retornos ;-)
Es algo que la observación ha verificado. Una de las consecuencias de las decisiones tomadas, o no tomadas, por muchas mujeres es cambiar su pelo. ES algo que me parece maravilloso, como un cerrar, o abrir, una puerta, pintar una raya en el suelo o como si sonase el pistoletazo de salida. Pero claro, una cosa en cambiar el corte, el color o la longitud del pelo y otra muy distinta un rapado. En este punto tal vez el nombre de la irlandesa Sinead O`Connor quedé un poco antiguo después de la rapada de Britney Spears y todo el despliege mediático que lo ha rodeado ;-)
Si no recuerdo mal Maki Navja era un moñaco ideado por Ivá y publicado semanalmente en las páginas de la revista humorística El Jueves. De allí saltó a los escenarios de teatro, a las series de televsión, a los dibujos animados y hasta se hizo una pelí. Recuerdo los debates entre los espectadores para dilucidar cual de todos los actores que lo han encarnado lo hacía mejor. Yo recuerdo al Pepe Rubianes que supongo es el que has visto en la tele y Andrés Pajares en la gran patalla. El lenguaje era una de las características de la serie y ya sabes: Maki Navaja, Maki poeta, el último chorizo que queda, el último profeta.
Pedro Navaja es una de las más grandes canciones, aunque el espíritu de ese malechor esta muy alejado de Maki.
¿Bailar? Por supuesto mi Reina casi calva.
Salu2 Córneos.
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