Se fue
El odio dejó su sitio a la indiferencia. La diferencia entre esta situación y la anterior fue mínima. La verdad es que eso me alegró porque lo que yo creí odio tal vez no lo era. A lo mejor sólo fue una rabieta prolongada en el tiempo, como cuando mi padre me prohibía chupar de los botecitos de leche condensada La Lechera y yo lo castigaba con la apatía de mi presencia en forma de niño tumbado sobre las baldosas frías del número nueve del Barrio del Piojo.
Se fue mientras me preparaba un bocadillo de atún en aceite. Lo hice sin manchar las hojas de mi último relato, ese que estoy corrigiendo y que tantas satisfacciones me ha dado durante la última semana. Salió por la cerradura de la puerta, llamó al ascensor y se marchó.
No nos despedimos porque en el fondo siempre hemos sido unos extraños. Es verdad que habitaba dentro de mi cuerpo pero siempre lo ninguneé como el desconocido que era. Un día me preguntó por la posibilidad de abandonar lo terrenal y alojarse en mi alma. Le tuve que recordar que no tenía mucha fe en la existencia del alma pero que aún con todo no iba a permitir que estuviera zascandileando de aquí para allá sin rumbo fijo y dando por saco. No volvimos a hablar y cuando se marchó ni siquiera nos dedicamos una mirada.
Al principio temí que su presencia corrompiera el resto de mi vida, pero aquello que yo identifiqué como odio era mucho más inofensivo de lo que decían las revistas femeninas, los suplementos semanales y algunos poemas de rima libre con florituras de chantilly. A veces me amargaba algún recuerdo pero poco más me estorbó
Todavía, al cerrar la puerta de la calle, miro hacía atrás por si en un descuido vuelve a ocupar su puesto. Espero que estas precauciones me duren poco y aquello que me parecía odio y tal vez no lo fuera, se convierta más pronto que tarde en una lejana presencia.
Se fue mientras me preparaba un bocadillo de atún en aceite. Lo hice sin manchar las hojas de mi último relato, ese que estoy corrigiendo y que tantas satisfacciones me ha dado durante la última semana. Salió por la cerradura de la puerta, llamó al ascensor y se marchó.
No nos despedimos porque en el fondo siempre hemos sido unos extraños. Es verdad que habitaba dentro de mi cuerpo pero siempre lo ninguneé como el desconocido que era. Un día me preguntó por la posibilidad de abandonar lo terrenal y alojarse en mi alma. Le tuve que recordar que no tenía mucha fe en la existencia del alma pero que aún con todo no iba a permitir que estuviera zascandileando de aquí para allá sin rumbo fijo y dando por saco. No volvimos a hablar y cuando se marchó ni siquiera nos dedicamos una mirada.
Al principio temí que su presencia corrompiera el resto de mi vida, pero aquello que yo identifiqué como odio era mucho más inofensivo de lo que decían las revistas femeninas, los suplementos semanales y algunos poemas de rima libre con florituras de chantilly. A veces me amargaba algún recuerdo pero poco más me estorbó
Todavía, al cerrar la puerta de la calle, miro hacía atrás por si en un descuido vuelve a ocupar su puesto. Espero que estas precauciones me duren poco y aquello que me parecía odio y tal vez no lo fuera, se convierta más pronto que tarde en una lejana presencia.
24 Comments:
Buena elección dejarlo marchar.
Por suerte o por desgracia, todo pasa. LO malo y lo bueno.
Y si fué una elección acertada... lo dirá tus propios tiempos.
¿Y lo ancho que te habrás quedao? Espérate un poco y ni siquiera los recuerdos serán amargos, sólo estarán en su sitio.
Hace tiempo alguien me hizo una faena y me dijo..."ahora intentarás vengarte o incluso me odiarás". No había terminado la frase cuando volvió a decir "no, me equivoco, para la venganza y el odio hay que nacer y tú no eres así, no puedes hacerlo".
Me da la impresión de que lo mejor es dejar pasar de largo al odio y todo lo que acompaña, bien hecho Javi,
Hola Lamima
Dejarlo marchar, ¿es suficiente?
¿No hubiera sido mejor darle una patada en el culo?
Ya ves, una duda en cada esquina.
Salu2 Córneos
Hola Princesa.
Todo pasa me recuerda a Machado.
Mis tiempos a veces son tan caprichosos que revolotean en derredor jugando con mis recuerdos.
Creo que ahora estoy mucho mejor.
Salu2 Córneos
Hola Inde.
Ya se lo dije a Princesa: Mis recuerdos son unos alborotadores que tan pronto me acechan cuando quiero olvidarlos o huyen cuando los reclamo.
Tienes razón que el tiempo siempre suaviza la amargua y fija lo positivo. Eso me consuela.
Hola Gubia
Asi me lo tomo, como una prueba superada, como el superviviente ante la tragedia.
Salu2 Córneos
Feliz aquel que estuvo en una batalla y puede volver a contarla...
Bonito desdoblamiento... venga, recupera la que hubo de amistad, búscalo, olvida los odios y los rencores... viva el amor!
no hay mayor desprecio que no hacer aprecio ,compañero
A veces hay dejar la puerta abierta que nuevos aires entren, y el ayer pueda dejar aromas sin resquemores.
Trasmite tu escrito.
Es curioso como ningunear, restarle importancia o sencillamente "pasar" de ciertos sentimientos, hace que poco a poco se vayan desvaneciendo... ¿el poder de la indiferencia?
Quien sabe...
¿Lees revistas "femeninas"?
¿Y cuales son esas? O_o´
Un besico J.L.C.
Me gustaría enlazarte a mi blog, disfruto mucho leyéndote, ¿tengo permiso?
Hola Detectiva.
Tras la batalla nadie vuelve igual.
Hola Pies Diminutos.
La amistad siempre es cosa de dos y a veces no entendemos la amistad de la misma manera. De tanto buscar tambien nace el cansancio.
Salu2 Córneos
Hola Txe, hola compañero.
Tengo a buen recaudo el tarro del aprecio, aunque en lo literario he tenido que abrirlo muchas veces con los visitantes de esta bitácora y eso siemprese agradece.
Salu2 Córneos
Hola Gaia56.
A veces, de tanto abrir la puerta, en vez de aire fresco, como esperabas, te inundan vendavales.
Si mi escrito logra transmitir eso es una gran noticia.
Salu2 Córneos.
Hola Tamaruca.
Perdona que no te haya respondido antes pero el servicio de alertas de comentarios creo que esta fallando últimamente y no sabía de tu entrada en este post.
Las revistas femeninas, ¡esa fuente inagotable de información!
Han ido cambiando en mi entorno con el tiempo. La que últimamente leo es "Clara" aunque por mis manos han pasado casi todas las que puedas encontrar en el Kiosco.
Para esta bitácora será un honor estar enlazada con la tuya y ahora me dan ganas :-) de recitar aquello de:
En las alegrías y las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida :-)))
Gracias por la visita y por el enlace.
Salu2 Córneos.
¿sabes?
No estoy tan segura como tú de que el odio deje paso a la indiferencia. cuando el odio se va, cuando el odio se marcha, yo creo que lo que queda es sabiduría
Un abrazo
Hola Paula.
Toouche.
Nada que objetar y algo que añadir.
Si llegamos a la feliz conclusión de que ha llegado la sabiduría, estaremos de acuerdo que hasta entonces reinaba la estupoidez, la tontería, la... elige tú. Seguramente es cierto, lo peor de mantener un poso de odio es que ocultas la sabiduría.
¿Y todo esto lo pensaste después de tu viaje en tren a, por cierto, no sabemos que lugar y tal vez lo tengamos que leer mientras dormimos a mares?
:-)
Salu2 Córneos.
hola javier!!! gracias por tu visita, siento haberte recordado tristeza, yo soy una de las que leo tu blog y no hablo...me siento muy pequeña cuando te leo...será porque tu eres muy grande...un beso!!!
Hola Maite.
No, al contrario, el recuerdo tuvo su punto triste al final pero el comienzo fue todo un gozo.
Me encanta saber que me lees y me gustaría que te animaras a hablar, o a cantar, ya sabes.
Tambíen te envío un beso con mis Salu2 Córneos.
¿Y si le has llegado a coger una especie de ‘cariño’?¿Y si lo sientes parte de ti?¿Y si se va y te queda la nada? El odio jode, me jode muchísimo; pero la indiferencia me horroriza.
Encima juraría que el mío no cabe por la cerradura el muy.
¿Le pusiste algo al otro lado?
Hola Goulds.
Gracias por tu visita y bienvenido a esta bitácora. Es todo un placer verte por aqui ;-)
Convivir con un sentimento, cualquier que sea, supongo que crea dependencia, no estoy seguro de hasta llegar al "carño" que apuntas. Tal vez eso ocurra si la visión de ese sentimiento se positiva, los otros, lo negativos no creo que favorezcan el roce o el aprecio.
El odio se fue. Lo hizo él solito, igual que llegó se marchó. Cuando convivíamos la cosa marchaba, no nos jodíamos el uno al otro en exceso y esa simbiosis iba tirando.
La ausencia siemrpe causa un cierto vacio, el martir nota al verdugo desaparecido.
No, no lo cebe. Se fue por decision propia, eso si, algunas veces temo que me haya dejado una carga temporizada para hacer bueno el refrán: El que rie el último rie mejor.
Salu2 Córneos.
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