La ceguera del sol
Estaba atada a la silla con una sábana. La atisbé nada más entrar. Pelo blanco, corto y con raya al lado. Los ojos hundidos en las cuencas me buscaban, en realidad exploraban la novedad. Los labios metidos hacia dentro de la boca, ocupando el lugar que debería pertenecer a los dientes o a la dentadura postiza. Pero de allí sólo salían pequeños grititos guturales, sonidos de caverna. Hago como que ni la veo ni la escucho, cierro los oídos cobardes, desvío la mirada ¿Quién se comporta como en una caverna?, me pregunté.
La volví a mirar poco antes de llegar a su lado. El vestido multicolor de diminutas florecillas. Los gritos aumentaron de volumen, iban acompañados por movimientos cada vez más convulsos, intentaba levantarse una y otra vez con el brazo estirado y el dedo índice señalando al suelo.
Ante su presencia quedé petrificado y sin defensas. Sus ojos me cazaron. Eran joviales, chisporroteantes, incluso alegres. Me invitó a mirar al suelo. Allí sólo había un botón, un botón rojo. El silencio expectante todo lo llenó. Lo tomé entre mis dedos y lo deposité en la palma de su mano. Cerró los dedos, se llevo el puño hasta el pecho y me sonrió con franqueza.
Cuando me escapé hacia la calle sólo buscaba la ceguera del sol. Ella permaneció allí, atada a la silla con una sábana.
La volví a mirar poco antes de llegar a su lado. El vestido multicolor de diminutas florecillas. Los gritos aumentaron de volumen, iban acompañados por movimientos cada vez más convulsos, intentaba levantarse una y otra vez con el brazo estirado y el dedo índice señalando al suelo.
Ante su presencia quedé petrificado y sin defensas. Sus ojos me cazaron. Eran joviales, chisporroteantes, incluso alegres. Me invitó a mirar al suelo. Allí sólo había un botón, un botón rojo. El silencio expectante todo lo llenó. Lo tomé entre mis dedos y lo deposité en la palma de su mano. Cerró los dedos, se llevo el puño hasta el pecho y me sonrió con franqueza.
Cuando me escapé hacia la calle sólo buscaba la ceguera del sol. Ella permaneció allí, atada a la silla con una sábana.
2 Comments:
Y es que su mundo es sencillo; nadie desorganiza el sistema planetario; plutón siguen siendo plutón y los botones tienen su función.
En el nuestro todo es complejo; los planetas van y vienen en base a una argumentación científica que admiramos ciegamente; y desear con ansia psicótica un botón no tiene ningún sentido.
Buena salida la de buscar la ceguera...
Hola Ana.
Tal vez tengamos que volver a desea un mundo sencillo, comprensible, accesible. Porque en el entorno actual...¿cuantas veces buscamos la ceguera del sol?
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