Felices sueños
Salí del turno de noche con la caraja del que sueña con ser la bella durmiente, ¿te imaginas dormir sin fin? Parece excesivo pero no lo es después de ocho horas nocturnas de trabajo.
Detuve el coche frente a la panadería de Montañana, hurgué en los bolsillos hasta encontrar una moneda de dos euros y compré la trenza de hojaldre con chocolate de todos los días.
Gracias a los radares fijos puedo conducir a cincuenta kilómetros por hora sin sufrir los conciertos de claxon de algunos energúmenos tan madrugadores como estúpidos. Antes aprovechaba el trayecto para darme un garbeo por las distintas sensibilidades radiofónicas y sus particulares visiones sobre las noticias. Tuve que abandonar esta costumbre porque uno ya no esta para determinados trotes. Ahora disfruto de los habitantes de Casa Limón: Las caricias de Paco de Lucia, el tempo de Bebo Valdés, la conexión africana de Buika y el duende de Niño Josele. Ellos me llevan entre algodones hasta la plaza de garaje.
Llamé al ascensor mientras intentaba resolver la última duda del día. ¿Acompañaría a la trenza con zumo frío de manzana o un vaso templado de leche? En esas disquisiciones me encontraba cuando las puertas se abrieron en la planta calle.
Su presencia fue como un despertador. Llevaba el pelo corto de color dorado y con mechas amarillas. Un peinado feo y tosco. Su sonrisa no se apago al verme, al contrario, la desplazó hasta los ojos. Acarreaba cubo, fregona, escoba y plumero
—Buenos días, caballero. ¿O debería decir buenas noches?
El acento argentino me dio pavor. Imaginé que el ascensor ya no pararía y que ella estaría el resto de mi vida hablando y hablando sin dejar de hablar. No me gusta ser esclavo de estos tópicos, intento evitarlo pero… fue muy dura aquella semana compartida con un autobús de bonaerenses que no dejaron de hablar ni un segundo.
— Buenos días para ti — me salté el usted que ella había usado conmigo. — Y buenas noches para mí.
— ¿Empiezas muy pronto la jornada?» lo pregunté para evitar el molesto silencio.
— Si, lo prefiero así, en realidad este es el segundo patio que voy a limpiar hoy.
Ya habíamos sobrepasado el segundo piso cuando me atreví a mirar sin miedos aparentes. Allí estaban sus dos pechos asomados a un escote generoso. Dos tetas lozanas, frescas, pura sabrosura. Ella se dio cuenta de mi operación de rastreo. No se molestó, al menos eso me indicó con su sonrisa que se desplazó hasta el canalillo. Aguanté sin ruborizarme hasta que las puertas se abrieron en el sexto piso.
— Qué tenga una buena jornada — Utilizar el usted fue la prueba más clara de mi pecado
— Qué tenga felices sueños — contestó sin dejar de sonreír.
Regresé a las noticias radiofónicas, a los periódicos de Internet, a las bitácoras y al correo electrónico. Acompañé a la trenza con un vaso de zumo de naranja porque en la nevera no había ni leche, ni zumo de manzana. Me había desvelado. Antes de irme a la cama espié el rellano a través de la mirilla. Ella fregaba al otro lado de la puerta y Bunbury cantaba desde “El tiempo de las cerezas”
Queriéndote como ya no se estila
Sin una gota de decencia.
Me casaré contigo
Sin una gota de cordura.
Si pensara menos con la cabeza.
Menos con el corazón.
Y más con la entrepierna.
Gracias a los radares fijos puedo conducir a cincuenta kilómetros por hora sin sufrir los conciertos de claxon de algunos energúmenos tan madrugadores como estúpidos. Antes aprovechaba el trayecto para darme un garbeo por las distintas sensibilidades radiofónicas y sus particulares visiones sobre las noticias. Tuve que abandonar esta costumbre porque uno ya no esta para determinados trotes. Ahora disfruto de los habitantes de Casa Limón: Las caricias de Paco de Lucia, el tempo de Bebo Valdés, la conexión africana de Buika y el duende de Niño Josele. Ellos me llevan entre algodones hasta la plaza de garaje.
Llamé al ascensor mientras intentaba resolver la última duda del día. ¿Acompañaría a la trenza con zumo frío de manzana o un vaso templado de leche? En esas disquisiciones me encontraba cuando las puertas se abrieron en la planta calle.
Su presencia fue como un despertador. Llevaba el pelo corto de color dorado y con mechas amarillas. Un peinado feo y tosco. Su sonrisa no se apago al verme, al contrario, la desplazó hasta los ojos. Acarreaba cubo, fregona, escoba y plumero
—Buenos días, caballero. ¿O debería decir buenas noches?
El acento argentino me dio pavor. Imaginé que el ascensor ya no pararía y que ella estaría el resto de mi vida hablando y hablando sin dejar de hablar. No me gusta ser esclavo de estos tópicos, intento evitarlo pero… fue muy dura aquella semana compartida con un autobús de bonaerenses que no dejaron de hablar ni un segundo.
— Buenos días para ti — me salté el usted que ella había usado conmigo. — Y buenas noches para mí.
— ¿Empiezas muy pronto la jornada?» lo pregunté para evitar el molesto silencio.
— Si, lo prefiero así, en realidad este es el segundo patio que voy a limpiar hoy.
Ya habíamos sobrepasado el segundo piso cuando me atreví a mirar sin miedos aparentes. Allí estaban sus dos pechos asomados a un escote generoso. Dos tetas lozanas, frescas, pura sabrosura. Ella se dio cuenta de mi operación de rastreo. No se molestó, al menos eso me indicó con su sonrisa que se desplazó hasta el canalillo. Aguanté sin ruborizarme hasta que las puertas se abrieron en el sexto piso.
— Qué tenga una buena jornada — Utilizar el usted fue la prueba más clara de mi pecado
— Qué tenga felices sueños — contestó sin dejar de sonreír.
Regresé a las noticias radiofónicas, a los periódicos de Internet, a las bitácoras y al correo electrónico. Acompañé a la trenza con un vaso de zumo de naranja porque en la nevera no había ni leche, ni zumo de manzana. Me había desvelado. Antes de irme a la cama espié el rellano a través de la mirilla. Ella fregaba al otro lado de la puerta y Bunbury cantaba desde “El tiempo de las cerezas”
Queriéndote como ya no se estila
Sin una gota de decencia.
Me casaré contigo
Sin una gota de cordura.
Si pensara menos con la cabeza.
Menos con el corazón.
Y más con la entrepierna.
20 Comments:
Hola Javier:
He leído tu post muy agradablemente. Tienes una prosa ligera y fresca que engancha.
La estampa que describes me ha gustado mucho. Es la vida "normal" hecha texto. Me gusta tu naturalidad. Un saludo con mis pies pequeños!
Me ha gustado mucho, mucho. He subido ese ascensor contigo, entrén en la panadería y por un momento miré por la mirilla mientras sonreía. Muy bueno.
Hola Pies Diminutos (algún día tendremos que hacer un inventario sobre todo lo mayúsculo ¿no? :-) )
Gracias por los piropos, leer tu comentario si que es agradable.
Me gusta partir de la vida normal para intentar crear una mirada lietraria, entre otras cosas porque mi vida, ay ay ay, es de lo más normal.
Un saludo y me pongo a su pies.
Hola Gubia.
¿Te gustó lo que vistes?
Yo también subí en el ascensor contigo, pero elegí ser tus ojos...
Me gustaría que entrases en mi blog y participases de la idea que esbozo sobre un código ético del blogger, a ver qué podemos aportar entre todos. Te espero (si puedes y quieres, claro)
Un abrazo.
www.salvaperez.blogspot.com
Bunbury... ¿qué hay que hacer para conocer a este chico en persona? Cuanto más leo sus letras y le escucho, más me apetece tomarme un café con él. Claro que... dudo mucho que a él le apeteciera tomarse un café conmigo, pero oye, de la ilusión también se vive...
Parece que lo oigo, de hecho, muchas de sus canciones forman parte de la banda sonora de mi vida.
Todavía no me he comprado el cd. No tengo perdón. Aunque en cualquier momento cae...
Del momento del ascensor, yo no digo nada, que enseguida me sonrojo si pillo a alguien en plena travesura...
Un abrazo, Javier
Hola Detecitve jajajaja hagan un hueco que esto empieza a parecer el camarote de los Hermanos Marx :-)))
Carver, cualquiera de sus libros de relatos publicados en Anagrama. No desdeñes su poesía;acaba de publicar Bartleby Editores un poemario suyo. Decídete, el salto merece la pena
Hola Paula.
Hace unos años solía coincidir con Bunbury en los conciertos de los jueves en La Casa del Loco, nunca le dije nada porque siempre iba con amigos y me parecía un poco desconsiderado interrumpirle, eso sí, me colocaba a su lado… ay, los fans.
Las peores travesuras son las de la imaginación, después, si las haces realidad se quedan tan alejadas de lo soñado, snif.
Un abrazo otoñal.
Hola Detective.
Ya recuerdo la excusa para no empezar con Carver... no he forrado con plástico las edidiones de bolsillo de Anagrama.
Ahora estoy con Carmen Laforet y dudaba si continuar con Baroja o la última novela de Eduardo Mendoza.
¿Daré el saltocarver?
Un abrazo decidido.
Hola dopel-dobel y bienvenido a esta bitácora.
Creo que te has confundido no?
En esta entrada se habla de zumos de manzana y naranja, vasitos de leche y trenza de chocolate.
De tazón de leche y galletas se habla en:
http://lacurvaturadelacornea.blogspot.com/2006/09/galletas.html
Buenos días, algo tan sencillo y que cada vez decimos menos. La buena educación que se va perdiendo. Yo me acuerdo de... ahora no recuerdo el título de la peli donde Carey dice: Por el día, buenos días. Por la tarde, buenas tardes. Por la noche, buenas noches y por si no nos vemos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
Un gran saludo, si señor
MUY SIMPÁTICO TU BLOG...
CARIÑOS
ANDREA
Hmmmm....Esos pequños encuentros con desconocidos(as) que te dejan pensando (ya sea con la cabeza, el corazón, la entrepierna o todos a la vez)...son los que hacen que cada jornada valga la pena!
Pregunta desde el otro lado del charco: Bunbury no era vocalista de los "Héroes del Silencio"?
Agradeceré cualquier aclaración sobre el particular.
Cariños,
La Reina del Nilo musical.
Hola Andrea y bienvenida.
Vale, el blog será simpático pero el guapo soy yo :-)
Hola Cleo, mi reina.
No, no es lo mismo y deberíamos elegir con que gobernar nuestras vidas: con la cabeza, con el corazón o con la entrepierna.
Dime emperatriz ¿con que gobiernas tu reino?
Efectivamente, Bunbury era el cantante de ese grupo enorme, gigante, estratosférico que era Héroes del Silencio.
Todos los fans lo añoramos y algunos sabemos de los difícil de su reencuentro pero, pese a todo, seguimos ilusionados para que eso ocurra.
Yo sueño con un concierto de Héroes en el estreno del recinto ferial de la Expo 2008 de Zaragoza.
En respuesta a tu pregunta, querido Javier, puedo decirte que manejo mi imperio a punta de intuición: ella es la que me dice al oído en qué momento debo usar ya sea la cabeza, el corazón o la entrepierna...
Respecto de Los Héroes del Silencio, acá en mi reino solamente llegó a conocerse una canción llamada "Entre dos tierras"...y qué te puedo decir: un tremendo temón. Y ni hablar del video clip. Me gusta mucho.
Un abrazote dominguero,
La Reina del Nilo.
Hola Cleo
Bendita intuición la de las féminas con sentido y buen escribir. Te imagino preparando tus brebajes con la justa medida de cabeza, corazón y entrepierna.
¡Viva la Reina1
De "Entre dos tierras" acabamos mareados en estas tierras... demasiado radiada, demasiado pinchada en bares, tugurios, bochinches.
Gran grupo Héroes, ahora, al menos en España se están reeditando sus discos en lujosos formatos digi pack.
Un saludo
Bueno,yo estoy con Gubia; subiendo en ese ascensor contigo.
No puedo ser tus ojos allí, pero sepas que ha sido un auténtico placer "vivir" este texto,..y no he sido la única en mi entorno.
Hola LAMIMA y bienvenida.
Ya lo he dicho, este ascensor ya es el camarote de los Hermanos Marx :-)
Ese "vivir" entrecomillado es toda una satisfacción para mí.
Pero si además afirmas "no he sido la única en mi entorno" Entonces me pongo más contento que unas castañuelas
¡Gracias por difundir los textos!
Salu2.
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