La curvatura de la córnea

15 agosto 2006

Podría culpar

“A base de ser feliz trato de tapar mis penas” (Violadores del Verso)
Podría culpar a las rondas de quintos de Ámbar en Las Vegas, a las cañas de Estrella Dorada en la barra de Los Mayorales durante la sesión vespertina del baile, a los porrones de cerveza que circularon entre las deliciosas tapas del Bar Las Piscinas, al excelente caldo riojano que llevó Carmelo a la cena, a Doña Anna de Codorniu que llegó a los postres, al DYC del cortado, al licor casero, gallego y de hierbas que Juan puso sobre la mesa, al Brugal con Coca-Cola de nuevo en la barra de Los Mayorales pero en la sesión nocturna del baile, a los Jackies en El Templo, o a los chupitos fucsia de almibarado sabor que contra resté con un sin número de tubos.
Incluso podría culpar a la Orquesta Duende. Negados para los ritmos clásicos de verbena, inaudibles, en volumen y afinación, en todo tipo de músicas. Un desastre. Deberían haber acabado en el abrevadero y que me perdone Don Santiago Auserón.
He intentado recordar el momento exacto, ese instante anodino y estúpido, el segundo fatal en el que dejas de controlar tus actos, se funde un fusible y te da igual uno que ochenta. Pertrechado de machete he retrocedido en el tiempo para desbrozar resaca y confusión hasta no llegar a ninguna parte. Esto es lo que recuerdo.
Estaba apoyado las paredes del edificio desde dónde se gestiona la Comarca de las Cuencas Mineras. Lloraba a mares con el desconsuelo de los afligidos, jirones de rabia mezclados con babas y la cabeza entre las manos.
— ¡Ey! ¿Qué pasa?
Era un zagal muy joven, demasiado joven. Vestía camiseta de Fernando Alonso.
— Las penas pa´fuera. — El acento era claramente utrillense.
Me abrazó. Lo hizo con respeto, ni una pizca de cachondeo, coña o me voy a descojonar de este borracho.
— ¿Qué pasa con la vida? — Insistió mientras apretaba el abrazo.
— La vida siempre esta por resolver. — Le contesté.
— Y la verbena por bailar.
— Los bailes otro día, hoy estoy más pa´lla que pa´ki.
— No hay que evadirse, hay que vivir.
Ahí mi memoria se disparó y contesté rapeando.
— No estoy sereno, no hay razones para estarlo. No estoy sobrio, no hay razones para estarlo, para estarlo, con levantarlo, levantarlo. Si tenéis un litro levantarlo.
El zagal dio un salto y se puso en mitad de la calle.
— Las lágrimas — rapeó — no tienen horario. ¿A qué venís putas? ¿A qué venís?
Nos reímos a mandíbula batiente, chocamos las palmas de las manos y se fue más contento que unas castañuelas. Me costó mucho encontrarlo al día siguiente y cuando lo tuve frente a frente pude decirle las de palabras que fui incapaz de expresar la noche anterior, todas fueron de agradecimiento.
Atravesé la historia de miles de besos bajo el puente del Beltrán, crucé el baile sin ganas de bailar y me senté, de nuevo derrotado, en la sinuosa barra de lo que fuera El Gran Carusso.
— ¿Qué te pongo Javi? — me dijo Sergio.
Creo que ya no pude contestar, ni articular una palabra coherente en todo lo que quedaba de apenada noche. Sin embargo, el pensamiento funcionaó lo suficiente como para seguir rapeando aquello de “No importan litros o cubatas, marcas o mata ratas” Y a cada rima una nueva caída en la sima de la pena. ¿Qué coño hacía hiphoppeando un descerebrado de cuarenta años?
Me gustaría afirmar que controlé el nuevo aluvión de lágrimas hasta que regresé a las Casas Nuevas. No recuerdo el itinerario que me llevó hasta sentarme en el banco que inaugura la calle Aragón. Vomité con la avaricia del desahuciado. Hacía tanto tiempo que no saboreaba el sabor amargo de la bilis expulsada a cañonazos estomacales, las salvas de un gilipollas.
Me tumbé sobre los listones de madera. Las estrellas estaban allí aunque no pude encontrar a mi querida Casiopea. En un rayo de lucidez me interrogué por el delay de mi sueño, por las metáforas que algún día serán brillantes, por el odio a los adjetivos que me asedian, por el tiempo necesario para fabricar un hombre, por mi corazón y por el suyo, por todos y cada uno de mis fracasos, por la mediocridad rampante, por los tontos que me señalaban con el dedo y por el sitio de mi recreo.
Me levanté como un peregrino para recorrer los escasos cincuenta metros hasta llegar a casa. Esquivé la tapia de la guardería, el XSara Picasso de mi cuñado y las zancadillas que Dios me enviaba. Ante tanto obstáculo acabé por tropezar y caí sobre la acera como un lapo.
Supongo que el sueño venció al abraza farolas, al beodo, al tipo serio de palabras insulsas, al cronista de lo insípido, al borracho tratando de tapar las penas. Desconozco el tiempo que pasó.
El flash rebotó en mis zapatillas, me despertó y Vanesa Herrero hizo esta foto.

Fiestas de los Mozos 2006. Madrugada del 29 de Julio. Calle Escucha. Utrillas (Teruel)

8 Comments:

At 16 agosto, 2006 13:45, Blogger ana martinez said...

Leo y recuerdo una escena de una gran película: "los lunes al sol". ¿Recuerdas el monólogo del compañero de vasos (que no de copas pues un sustantivo es él solito muy capaz de dar nivel a una situación...jeje) cuando sus amiguetes intentan llevarlo a su casa? Fue, creo recordar, una de las mejores escenas de la película. Es posible que todos, absolutamente todos, tengamos una pena, frustración, desencanto, amargura... guardadas; que deberíamos vomitar aun a riesgo de pillar una borrachera de esas que, paradójicamente, se recuerdan siempre.
Muy buena la historia.

 
At 16 agosto, 2006 16:04, Blogger Gubia said...

Al contrario que otras veces, veo aquí a un Javi diferente, alejado de la ironía. Veo a un Javi que me gusta, porque en realidad esa borrachera de cuerpo y espíritu la hemos sufrido todos aunque no fuese regada com tanto alcohol.
Dicen que es bueno beber para olvidar, yo no comparto la teoría.
Espero que la resaca fuese lo más suave posible (aunque no lo parece por la foto,jaja) y como siempre te digo, hay que seguir.
Un abrazo

 
At 16 agosto, 2006 16:29, Anonymous Anónimo said...

Curiosa foto que hizo Vanesa de ese Javi Yesuitombé con zapatillas fosforescentes.

Y tierna forma de expresar los tumbos (incluso revolcones) que damos a veces para tapar las penas, reales o imaginadas. Muy bueno.

En fin, siempre nos quedará el hip hop y el sitio de nuestro recreo ...

Un saludo,
Clarisa

 
At 16 agosto, 2006 19:08, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Ana.
Tengo la película “Los lunes al sol”, he revuelto toda la casa y no logro encontrarla, así que aprovecho este comentario para reclamar a quien se la haya prestado que me la devuelva por favor, ya ves que la necesito. Gracias.

Inteligente diferencia entre vasos y copas.
Las borracheras que se recuerdan siempre es un buen tema para un post. Yo tengo una a mitad de los años ochenta en una discoteca de Santa Cruz de Tenerife pero eso es otra historia, ¿o siempre es la misma?
Gracias por tu visita y tus palabras siempre acertadas.
Prometo intentar ver de nuevo Los Lunes al sol.

 
At 16 agosto, 2006 19:14, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Gubia.
Ya sabes que me gustaría hacer reír, creo que es lo máximo pero a veces hay que sacar las otras caras del cubo. Borrachera de espíritu es una expresión que me encanta.
Beber para olvidar, estoy de acuerdo contigo, eso no es bueno. Otra cosa es que una vez bebido te encuentres desarbolado por sentimientos, por los temores y las alegrías. Ese tal vez sea un ejercicio saludable para dar rienda suelta a todo lo que no nos atrevemos a ver, a mostrar, a desafiar.
Un abrazo.
PD. Para cuando bailemos nuestro pasodoble prometo estar en perfectas condiciones físicas, mentales y espirituales :-)

 
At 16 agosto, 2006 19:21, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Clarisa.
jajajaaj. Yo también pensé que era una excelente foto Yesuitombé pero, hasta que el promotor de tan brillante idea no diga lo contrario, creo que una buena foto Yesuitombé necesita esa punto de intencionalidad de querer hacerla que, es evidente, yo no tengo en esta foto.
Sin embargo, y para auto llevarme la contraria, mi primera foto Yesuitombe me la hizo mi mujer cuando todavía faltaban un par de años para montar la página. http://yesuitombe.blogspot.com/2006/04/teruel-de-javier.html
Claro yo no sabía que estaba haciendo un yesuitombé pero tenía la intención, al menos, de hacer la foto.

Ay, Clarisa, es cierto, ojala siempre tengamos a mano el sitio de nuestro recreo.

 
At 17 agosto, 2006 05:21, Blogger Cleo said...

Queridisímo Javier, como se dice acá en mis tierras...."se te apagó la tele"...!!

Estuvo buena la fiesta, eh?
Un acierto la foto de Vanesa.

Para la resaca, cerveza fría es lo mejor.....

Un beso alcoholizado,

La Reina del Nilo festiva

PD: Gracias por tus hermosas palabras. Me hicieron muy bien.

 
At 17 agosto, 2006 15:30, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Cleo, mi festiva emperatriz.
Se me apagó la tele, el vídeo y hasta el DVD.
En mi caso lo mejor para combatir la resaca es empezar el nuevo día con un buen plato de sopa de cocido.
Me alegro que las palabras fueran un bálsamo, las mias y las del poeta.

 

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