La curvatura de la córnea

19 julio 2006

Incapaz.doc

Ella se levantó dejándole toda la cama. Demetrio dio una vuelta y media más hasta conquistar aquel territorio tibio y perfumado. No era un gesto agresivo, ni una invasión, sólo era el viaje hasta la almohada de su mujer para volver a comprobar aquel misterio insondable que no podía descifrar. Compraron el mismo modelo de almohada, el mismo día, en la misma tienda y, sin embargo, el destino fue muy diferente para ambas. Mientras la suya estaba fofa y chuchurría; la de su esposa mantenía la lozanía, la suavidad y la consistencia del primer día. Acomodar allí la cabeza era un placer.
Ella caminaba desnuda. Demetrio se arrulló en la nueva posición, entreabrió los ojos y disfrutó de la visión. La espió con fruición y deleite. Durante aquellos minutos, dedicado a observar sin ser observado, percibía con más intensidad que amaba a aquella mujer.
Parecía deambular sin sentido hasta que se detuvo frente al sinfonier. Abrió tres cajones y se decidió por el primero. Escogió sujetador y bragas amarillas. Demetrio sonrió porque volvían los colores y ante la perspectiva del espectáculo que significaba combinar el ámbar de la lencería con la piel morena. La alegría duró poco. Ella dejó la ropa interior sobre la cama, entró en el baño y cerró la puerta. Se dispuso para el tiempo de espera pero los párpados le traicionaron.
El suave portazo lo despertó. Había ocurrido de nuevo. Después de pasar toda la noche en vela jugando al escondite con sus pensamientos se había adormilado en el mejor momento, ese que le permitía contemplar la parsimoniosa cadencia con la que su mujer se vestía para regresar al mundo real. Supo que no volvería a dormir y esperó hasta sentirse completamente sólo.
Las dudas volvieron con el desayuno. Incertidumbres que no pudo ahogar en el xuxo de chocolate acompañado con un zumo de naranja. Encendió el ordenador y esperó, como en capilla, el tiempo de arranque. Descargó el correo y eliminó de un plumazo todos los titulares de prensa, se reconocía saturado de actualidad y columnas, ¿o eran calumnias?, de opinión. Cada día estaba menos seguro de la diferencia.
Un correo de Nélida con su habitual archivo adjunto de Power Point. Le gustaban los mensajes argentinos de su amiga desconocida porque siempre le ponían en el brete de pensar, de mojarse sobre los más variopintos asuntos, o quizás sólo sobre uno: Como vivir mejor la vida.
Pili le contaba que la ecografía parecía decantarse por niño. «Sólo se ha dejado ver un segundo» afirmaba el mensaje. Demetrio pensó enviarle un relato sobre el derecho a la intimidad de los fetos que se ven invadidos por las ondas alcahuetas del ecógrafo.
Manolo le amenazaba cariñosamente porque todavía no había entregado el último Fotomatón y la actualización de la página Web se hacía al día siguiente. Demetrio suspiró. No estaba seguro de la eficacia narrativa del último párrafo que había escrito para cambiar la historia de los Bee Gees.
Abrió el Explorador de Windows y ratoneó la ruta hacía su destino: Mis documentos/Demetrio/Textos/Poemas. La carpeta contenía trece documentos «Mal número» pensó, él, que nunca había creído en cábalas y supersticiones. Los seleccionó uno a uno ayudado por la tecla de Control. Pulso el botón derecho y eligió, con una frialdad que le asustó, la opción Eliminar.
El Sistema Operativo obedeció con diligencia y cada elemento eliminado producía un avance en la barra de progresión. Demetrio observó hipnotizado el proceso hasta que la pantalla reclamó su atención. La tortura de la destrucción se había detenido porque el ordenador le informaba que el archivo Incapaz.doc no se podía eliminar al ser un documento de “Sólo Lectura”. Hasta aquella puñetera máquina le recordaba que sus poemas eran sólo lectura y, por lo tanto, nada de emoción, nada de vida, nada de sentimientos, nada de atrapar al lector, nada de nada.
Abrió el procesador de textos y a modo de homenaje leyó en voz alta el último de sus poemas.

Ha vuelto la noche
y el viento.
Yo sigo aquí.
Incapaz de escribir un verso.

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2 Comments:

At 19 julio, 2006 16:43, Blogger Gubia said...

Quiero conocer a Demetrio en persona, cada día me resulta más cercano. Si le sirve de consuelo decirle que ultimamente las musas también andan despistadas por estas tierras.
Por cierto los versos de "solo lectura" me apasionan porque son de lo mejor, dejan que sea el lector el que ponga su punto y visión de pasión, entrega, amor, o deseo, son geniales.
Besos

 
At 19 julio, 2006 23:57, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Gubia.
Seguro que Demetrio se siente halagado cuando le cuente tu interés pero... yo creo que no esta por la labor. Además, recuerda que la idealización simpre acaba en un tropiezo :-)
Las musas van y vienen, creo que lo importante es estar siempre alerta, en los momentos bajos, más que nunca.
"Sólo lectura" tal vez sea un buen título.

 

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