Remedar
Aún estaba en la fase de correr a trote cochinero y el pinchazo en la rodilla incrementaba su dolor. Bajaron de un coche blanco lleno de negros: Un papa, una mama y una niña con un millón de trencitas colgando de la cabeza. La pequeña dio un salto y se apoyó contra la pared para dejarme libre toda la acera. Llevaba chupete. «Demasiado mayor para llevar chupete» pensé.
Nos miramos. Le sonreí enseñando ostensiblemente los dientes y ella respondió con una mueca. Cuando llegué a su altura soltó una carcajada y remedó, jacarandosa, mi todavía indeciso correteo.
Nos miramos. Le sonreí enseñando ostensiblemente los dientes y ella respondió con una mueca. Cuando llegué a su altura soltó una carcajada y remedó, jacarandosa, mi todavía indeciso correteo.
Fue la primera alegría del día, después me telefoneó mi sobrina de seis años para recordarme que el próximo jueves mostrará la obra de teatro que han estado ensayando este trimestre. No me he atrevido a decirle que seguramente no podré ir... su voz sonaba tan alegre que no he tenido otra opción.
Presiento que cambiaré mis obligaciones.
Etiquetas: Relato
3 Comments:
Si puedes cambiar tus cosas y vas al teatro, serás un poco más feliz, sobre todo ese ratito en el que tu sobrina esté actuando. Y a ella la darás una alegría.
TIENES QUE IR, TIENES QUE IR, TIENES QUE IR!!!!!!!!!!!!!
Estoy de acuerdo con Gubia y con tu sobrina
Gracias por los comentarios. Lo cierto es que, además de ir, espero tener la claridad de ideas para contarlo aqui.
:-)
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