Esta casa huele a muerto
— Esta casa huele a muerto. — Lo dije desde la frontera de la inconsciencia, ese lugar al que me transporta el consumo voluptuoso de chocolate.
— No lo dirás por el café. — Contestó Migue.
— No y no te enfades cariñocielotesormiamor. — Lamí los restos de bombón que se habían adherido en los dedos índice y pulgar. — Es que me parece una buena frase para empezar la novela.
— ¿Y que sabes tú sobre la muerte?
— La verdad es que no se mucho, sólo lo que he leído en las novelas de García Márquez. Y mira lo que te digo, — hice una pausa valorativa de las que tanto me gustan. — Sigo teniendo el mismo miedo de cuando se mato Don Prudencio y mi padre se enfureció porque no quise verlo.
— Lo cierto es que se enfadó porque ni siquiera entraste al velatorio.
— Era un niño. — La lengua se deslizó sobre las encías en busca del último rastro de sabor.
— Ya éramos novios.
— Nunca me ha gustado ver a los muertos. — Afirmé mientras mezclaba el café con la leche condensada. — Y menos a Don Prudencio que era un tipo tan vital.
— Dicen que se ponen morados.
— ¿Quiénes?
— Los muertos por asfixia.
— ¿Tú no lo viste?
— No, — Migue me cogió la mano. — Me quede contigo en la puerta. ¿Recuerdas?
— Claro que lo recuerdo, — besé sus labios. — Ese día supe que estaríamos juntos el resto de la vida.
— Y de la muerte.
— Prefiero que mi memoria sólo guarde imágenes de vida.
— La vida es incomprensible sin la muerte.
— La vida por si sola ya es incomprensible. Además, nosotros no necesitamos comprenderla, con vivirla ya tenemos suficiente.
— ¿A mi me querrás ver?
— ¿Cuándo?
— Cuando muera.
— Me gusta ese sexto sentido que tenéis las mujeres, — sonreí — y que os permite adivinar quien morirá antes.
— Vamos Javi, déjate de ironías de medio pelo y contesta. ¿Querrás verme?
— Tú nunca vas a morir.
— ¿Y eso?
— Porque siempre te llevaré en mi pensamiento.
— Por favor, no me hagas frasecitas. Deberías guardarlas para tu novela.
— ¿Te parece un buen comienzo?
— ¿Cuál de todos?
— Esta casa huele a muerto.
— No se. Parece de Mihura, o de Jardiel. Lo mejor sería que empezases de una vez, da igual la frase, siempre la podrás cambiar.
— Vaya ayuda, — le contesté al tiempo que soltaba su mano.
El Himno de la Alegría sonó en el teléfono y zanjó la discusión que se avecinaba.
— Yo lo cojo.
La conversación tuvo la brevedad de las malas noticias.
— ¿Era el notario, verdad? — preguntó Migue.
— Si, bueno no. Era Pilar.
— Y que te ha dicho.
— Que no es posible.
— ¿Pero como no va a ser posible? — se enfadó. — ¿Qué sabrá esa secretaria de pueblo?
— No es secretaria, — la abracé. — Es abogada y lo ha consultado con el notario. Los dos están de acuerdo.
— Pero queremos hacerlo, ¿verdad? — Me besó con los ojos cerrados. —
—Claro que queremos. — Le dije mientras pasaba los dedos entre su cabello, como cuando tomábamos el sol tumbados en las eras, al otro lado del río. — Pero no se puede.
— ¿Y te ha dicho por qué?
— Si cariñocielotesoromiamor. — Acaricié sus mejillas. — Pilar me ha confirmado que los Fueros Matrimoniales de Aragón no permiten hacer testamento a los difuntos.
Etiquetas: Relato
8 Comments:
:-) genial, muertitos y coleando.
Guarda el interés hasta la última frase, me gusta. Breve y muy entretenido. Gracias por alegrarme el finde con Sabina,jaja. Se agradece el detalle, un abrazo.
¡Sigues siendo genial!
Me rindo ante tu pluma.
Te animo a seguir... El tema de la muerte es un tema muy bueno. Aunque yo le daría algún que otro matiz. Lo enfocaría entre varios aspectos: filosofíco, la realidad de acojone que tiene entre la gente, y todo lo fundiría sobre el ambiente cultural de lo rural y sobre todo en su aspecto más puro. Un ejemplo "los vedoiros gallegos".
Un abrazo.
Agustín
Hola Ana C. ¿los muertitos lo son menos?
Hola Gubia. Breve, ya me gustaría encontrar la senda de la brevedad.
Recojo el guante... de nada, fue un honor. Sabina ha llenado muchas de nuestras horas y dicen que la música es muy evocadora.
Hola Agustín. Una alegría verte de nuevo por estos territorios.
Una exigencia: No te rindas nunca, y ya sabes a lo que me refiero.
Gracias por los ánimos.
La muerte tiene muchos tempos, en este caso le he querido quitar toda la trascendencia para dejarlo en lo cotidiano.
¿Recuerdas el relato titulado Juancho Vaquero Bonet? Ese fue un intento de abordar la muerte desde todos los puntos de vista que me sugieres y, pese a tener un buen tono, me pasé de la raya en cuanto a lo filosófico. Lo tengo en la nevera de "textos a mejorar"
Sobre "los vedorios gallegos" no tengo muy claro a que te refieres, tal vez a los velatorios y ese raudal de anécdotas que en ellos suceden, pero no sólo en los gallegos.
Eso era cuando, y creo que de esto ya hemos hablado, la muerte no se escondía.
Salu2
No, los "muertitos" dejaron de estar vivos con o sin diminutivo.
Creo que Agustín se refiere a los velorios, ya se sabe lo que pasa en Galicia, tres efes: feiras, festas e funerais.
/.../
Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.
/.../
(José Ángel Valente)
Tengo miedo...
He visitado el link ese de el generador de novelas...
Y he dejado un comentario que si el autor considera oportuno, se publicará.
Sinceramente, no entiendo como la gente que comenta (191 comentarios tenía el tío) pone verde a Dan Brown, cuando por otro lado le hacen millonario.
[Que conste que yo no he contribuído a su enriquecimento, ni tampoco a su divulgación, pero me fastidia que los que lo compraron y admiraron por moda, ahora ponga a parir a todo el tinglado por moda también]
Saludoss!!
Hola Mekare.
Un gustazo tenerte de nuevo en mi bandeja de entrada.
Fíjate bien... me gustaría tanto poder captar el miedo y transcribirlo en un papel.
Yo no tuve miedo cuando lo visité, sólo me quede fascinado por la idea y el mecanismo infinito de proposición, aunque... si, tal vez de un poco de miedo.
Me temo lo peor, ¿le has insultado?
En mi descarga diré que yo he recomendado el blog no los comentarios. ¿De verdad ponen verde a Mister Brown? al parecer se ha convertido en un deporte nacional. Yo no puedo hacerlo, ni criticarlo, ni alabarlo, no he leído su novela y, esta afirmación, no la hago vanagloriandome, como otros, simplemente no he leído el libro y, por lo tanto, no puedo opinar. Eso sí, iré a ver la peli.
Lo cierto es que, salvadas las primeras semanas, fue un libro muy criticado. Estoy seguro, si el Vaticano no hubiera prohibido su lectura el éxito hubiera sido menor, esto va así.
Salu2.
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