Afeitado
Me gusta observar a mi padre en la afanosa tarea del aseo diario. Es la prueba de su victoria frente a la inundación caprichosa de la sangre. Desde que se recuperó del derrame cerebral se afeita con maquinillas desechables Bic. Los primeros días estaba un poco despistado por la diferencia de peso con el tradicional soporte para las hojas de doble filo Gillette. Ahora ya se ha acostumbrado y, aunque mantiene el equilibrio con cierta dificultad, ha conseguido que el movimiento de sus manos sigua el guión establecido.
Con la mano izquierda estira la piel mientras el rasurado se produce con pequeños desplazamientos grabados en la memoria, siempre los mismos, siempre minúsculos. Empieza por la mejilla con la dificultad orográfica de un montañita de piel para acabar en el carrillo derecho. Antes se ha peleado con lod pliegues rebeldes en la blandita zona de la garganta de dónde le cuelgan sus ochenta y siete años. El mentón y el bigote los deja para el final y, para que el apurado sea perfecto, coloca la lengua por delante de los dientes intentando reducir los surcos que se trajo de la tierra, de la vida y de su camión.
Etiquetas: Relato
2 Comments:
Que mirada mas hermosa sobre tu padre. Algún día te contaré lo que queda del mío.
Es un lujazo pasear por aquí
Hola Lamima.
El lujazo que tiene esta bitácora eres tú, que has sido capaz de viajar a todo lo largo y ancho de estos textos.
Ha sido duro volver a leer esta entrada. Han pasado nueve meses y me parece todo un mundo.
Mi padre ya no se afeita con las desechables bic. Ahora soy yo quien lo hace.
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