La curvatura de la córnea

16 febrero 2007

Noche de San Valentín


La noche de San Valentín fue de estrenos. Ella estrenó bucles en la punta de sus cabellos, vestido negro, entallado y de amplio escote por el que asomaban un lazito de plata y los tirantes de un sujetador gris marengo moteado con puntitos brillantes de noche.Él tenía que haber estrenado un bóxer blanco con corazoncitos rojos pero decidió no hacerlo y salir a cenar sin ropa interior.
El restaurante Don Pascual los recibió con amabilidad, un local acogedor de dimensiones reducidas y un ambiente agradable que invitaba a la conversación. El chef había elaborado un menú especial para San Valentín y la carta descansaba aquella noche.
El vino con olor a cerezas era del Campo de Borja y sirvió de excusa para el primer brindis mudo de la pareja. No hubo palabras, sólo la mirada profunda de quienes se conocen con minuciosidad, desde los entresijos del alma hasta todas y cada una de las grietas por las que se escapó el amor en los tiempos difíciles, esas grietas que necesitaron el abracadabra de una caricia, la pausa del silencio y la pintura colorista de un orgasmo.
La crema de calabaza con mouse de queso estaba condimentada con palabras de la sorpresa y ambos alabaron el contraste del lácteo con la suave textura vegetal. La dorada escabechada se mostró con la presencia aristocrática de los mares y acompañada por un ramillete de verduritas, la mixtura del océano y la huerta provocó el suspiro de la pareja. El dado de solomillo ibérico tuvo el efecto cinético de reducir las distancias entre los labios, pero fue con la llegada de la sopa de chocolate blanco con polvo de cacao quien provocó las delicias del primer beso de la noche. Compartieron el taco de foie a la plancha sobre timbal de huevos rotos y la edificante promesa de no volver a romper ese hilo mínimo que siempre les había mantenido unidos bajo los chuzos negros de la lluvia de reproches y de las mandíbulas rabiosas, teñidas de incomprensión, de tozudez y del más estúpido de los comportamientos.
El segundo brindis fue en italiano para homenajear el rissotto all´amatricciana que les devolvió a las grandes palabras que una noche se dijeron junto a la Fontana di Trevi. El viaje duró el tiempo justo para que sus corazones volvieran al latido del pum-pum sobre un bacalao confitado al pil pil verde de cilantro. Las risas estallaron cuando se quedaron solos con un par de excelentes pedazos de cordero a baja temperatura con crujiente yuca que deleitó los paladares y vació las últimas gotas de vino. La explosión de felicidad fue el mejor preámbulo para llenar de suspiros el coulant de chocolate con helado de limón.
Él pidió un cortado y la cuenta. Ella fue al baño para bruñir sus labios de mandarina, bañar su piel con aire floral y quitarse las bragas. Abandonaron el restaurante cogidos de la mano, rechazaron los cantos de sirena de una sala de baile que desprendía los ritmos calientes del cha-cha-cha y caminaron hasta el recién adquirido automóvil de rojo lucifer. Él apostó sin dudarlo por una de sus teorías musicales: Bolero para el amor, música negra para el sexo.
Barry White los acompañó a través de las calles iluminadas, por la rampa del garaje y hasta la puerta del ascensor dónde se dieron el primer bocado. Se comieron durante siete pisos y no fue suficiente, así que optaron por volver a bajar hasta la planta menos uno y de allí, regresar a los cielos. El ascensor los expulsó enredados hasta el rellano oscuro que enmoquetaron con los abrigos, el vestido negro, los pantalones vaqueros y una camisa a rayas. La espalda de ella contra la pared, los labios de él en los labios húmedos de ella como el rastreador que busca el oasis escondido bajo un Monte Venus sedoso y enloquecedor.
Entraron a casa a unidos por el magnetismo, pegados piel contra piel y el pene erecto solicitó atención y cuidados. Ella lamió desde el prepucio sonrosado hasta el oscuro placer del ano con la cadencia salvaje del deseo desenfrenado, su lengua vigorosa distribuía el placer a borbotones mientras masajeaba con los dedos la base muscular de aquel cetro sagrado. Cuando ya no pudo contener la impaciencia de su clítoris se tumbó sobre la mesa del comedor y se lo mostró. Él picó el cebo y degustó el agridulce majar que creció y creció hasta que ella se acarició los muslos, los pechos y el primer orgasmo susurró un lamento.
Se detuvieron un segundo. Él caminó hasta tumbarse sobre la cama. Ella paseó sus medias negras y los tacones de las botas hasta ponerse a horcajadas sobre su amante. Estiró la espalda, los pezones se erizaron y frotó con fruición la longitud rígida del pene contra la incandescente cavidad del placer. Ella lo cabalgó hasta lugares inhóspitos y el segundo orgasmo llegó precedido de un escalofrío en el espinazo y el grito salvaje que produce la herida del sumo placer. Sus músculos se tensaron en una reacción incontrolada hasta conseguir que el clítoris y el glande se abrazasen en el delirio.
La intensidad bajó su potencia una milésima y el amante quiso que aquella mujer que lo estaba enloqueciendo tuviera la última y mejor delicia de la noche. La volteó con rapidez y precisión. Bajó las cremalleras de las botas y tiró el calzado al otro lado de la habitación, arrancó sus medias ayudado por dientes y uñas, abrió con besos sus piernas y penetró en la cueva fogosa de deseo con la cadencia suavecita de las olas de mar. Un vaivén sereno de dulzura cambió el olor del lecho, se miraron hasta que el murmullo de palabras obscenas tomó el protagonismo. Tras las palabras tiernas vinieron las palabras obscenas, términos brutales que agitaron las aguas marinas para que las olas se transformaran en tempestad. El mar bravío embistió contra las rocas con la furia inexplicable de la naturaleza más despiadada hasta que el tercer orgasmo trajo el desborde seminal .Cascadas de fluido templado que rebasó las fronteras del sexo, discurrió bajo las puertas, alcanzó la calle, cruzó el barrio y llegó hasta el río que lo llevó hasta el mar.
Ellos quedaron tendidos en un abrazo y sellaron con un beso la renovación del amor.

8 Comments:

At 16 febrero, 2007 21:01, Blogger Sintagma in Blue said...

Eso sí es celebrar bien San Valentín... ;-)

 
At 16 febrero, 2007 23:53, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Sintagm in blue.

es que hay gente por ahí con una suerte...

Salu2 Córneos.

 
At 17 febrero, 2007 15:54, Anonymous Anónimo said...

Estupendo. Enhorabuena.

 
At 18 febrero, 2007 01:23, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Lamima

Estupendo, enhorabuena y yo me atrevo a añadir: ¡que envidia!

Salu2 Córneos.

 
At 22 febrero, 2007 03:17, Blogger Cleo said...

Difícil comentar esta historia sin estremecerme....

Me pasaron cosas al leerla, se desbordó mi imaginación, sentí....

Pobre de mi Marco Antonio, pagará caro las consecuencias de esta lectura ;=)

Espero que hayas tenido un San Valentín tan "prendido" y placentero como tu relato!!!

Un abrazote como siempre para ti...

La Reina del Nilo sensual.

 
At 22 febrero, 2007 10:19, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Cleo, mi Reina.

¡¡¡¡¡Maravilloso!!!!!

Cuando escribí este relato tuve dudas sobre el lenguaje a utilizar en la escena final, ¿poético o directo? Opté por el último y darle un poquitín de chance al primero en el párrafo final.
Si la idea al escribir es provocar sensaciones en el lector, en este tipo de textos eso es más evidente y mucho más gratificante, tanto para el lector como para el autor ;-), cuando se produce.

Espero que el post-San Valentín de Marco Antonio fuera tan "prendido" como el mío ;-)

Ese abrazote de hoy, no sé, lo siento más especial que de otras veces :-))

Salu2 Córneos, mi Reina.

 
At 07 marzo, 2007 01:20, Anonymous Anónimo said...

Me ha encantado la descripción de nuestro menú elaborado para esa noche mágica. Ojalá todos nuestros clientes hicieran la misma valoración. Gracias. Mariángeles Guerrero. Rte. Don Pascual

 
At 07 marzo, 2007 15:01, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Mari Ángeles y bienvenida a esta bitácora.

Estoy sorprendido, gratamente sorprendido.


Es cierto que le menú de una cena romántica ayuda mucho a crear ese ambiente de intimidad que la cita requiere, por eso es buena idea que pasen tantos platos tipo degustación porque, además de saltar de unas sensaciones a otras, ayuda a entablar una conversación gastronómica.

Y lo mejor de todo es que te haya encantado lo escrito. Creo que a los protagonistas del relato disfrutaron del menú.

Gracias por la visita y
Salu2 Córneos.

 

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