La curvatura de la córnea

25 mayo 2006

Sin semáforos


Los semáforos de Salvador Minguijón estaban apagados. Los armarios eléctricos, abiertos de par en par, vomitaban cables de todos los colores y diámetros. Un técnico de mono verde se enfrentaba a cada una de aquellas marañas y, detrás de ellos, un tropel de jubilados sentenciando sobre el cableado y la falta de calidad de las nuevas terminales sin tornillos, de esas que sólo hace falta empujar, ¿y el destornillador? ¿Qué futuro tiene el destornillador?
La circulación estaba regulada por Policías Municipales, en este caso del sexo femenino. A diferencia de sus congéneres masculinos los toques de silbato me parecieron más modulados, con más armonía, no exenta de poderío pero sin autoritarismo.
Los conductores, muy obedientes y educados, paraban y marchaban al son del pito que marcaba la autoridad. Todo lo contrario de la actitud de los viandantes que, en los morros de las policías aprovechaban cualquier pequeño hueco para cruzar la calle.
Aquí no había silbato que surtiese efecto y los peatones iban y venían a sus anchas, como todos los días, pero con el agravante de desobedecer la orden expresada por la autoridad competente de forma sonora y gestual.
Y yo me preguntó ¿no pueden los municipales multar al peatón que incumple las normas de circulación, incluyendo en estas, pasar olímpicamente de las indicaciones de la Policía?

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2 Comments:

At 25 mayo, 2006 23:29, Blogger Gubia said...

Somos como somos, y vamos a peor...no intentes entenderlo,jaja.

 
At 28 mayo, 2006 11:37, Blogger Ana said...

Mi pregunta es ¿por qué no aparecen los policías cuando hacen falta y de verdad molestan los automóviles mal aparcados? (Es que soy peatona...je,je)

 

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