La curvatura de la córnea

30 octubre 2010

Almudena, Inés, la alegría o como la historia necesita del carmín de la vida

Una unidad móvil de la Televisión Aragonesa ocupaba la acera del Coso. Los lectores llenaban el Forum de la FNAC de Zaragoza. Almudena Grandes entró en la sala a las siete y media un poco pasaditas. El público la recibió con un cariñoso aplauso. La jefa de prensa de la autora se quitó el jersey y se cargó la tulipa de la una lámpara de pared. Todos reímos. Estaba claro que la madrileña juegaba en casa. El efluvio de cariño era evidente. Esa energía mágica que une al lector y su agradecimiento con la artífice que tanto le hace disfrutar.
Ramón Acín tomó la palabra para hablar de “Inés y la alegría”, la última novela de Almudena Grandes. Acín es un veterano en las presentaciones. Un profesor que ha paseado, y lo que te rondaré morena, a centenares de escritores por las aulas aragonesas durante los últimos veinticinco años. Un trabajo de hormiga con el propósito de llevar a la juventud hasta los terrenos de la literatura. Esa experiencia viajera se suma a la visión pedagógica que tiene para con los libros. Su disertación fue una lección de la verdadera esencia de la crítica literaria: La pasión por la lectura. El verbo de Ramón Acín tuvo tanta excitación en las formas, que los contenidos, precisos y bien expuestos, adquirieron la dimensión de lo deseado. Escuchar a Ramón Acín siempre es el prólogo para comenzar a leer, para encontrar las pistas que nos muestra, descubrir los nuevos caminos que sólo insinúa y al fin, aventurarte en los territorios ignotos que solo pertenecen a cada uno de los lectores.
Algunas de las claves esgrimidas para hincarle el diente a más de setecientas páginas fueron la magnífica estructura narrativa de la novela, la fluidez de su lectura, la intención de suturar el desconocimiento que tenemos sobre la post guerra civil, la alquimia que consigue mezclar con maestría el gusto popular y el gusto intelectual, el empecinamiento necesario para estudiar, explicar y entender la historia mediante el recurso de la creación literaria — tan alejada de los estudios históricos — pero que, sin embargo, suministran la brillantez del carmín, el pulso de la emoción, el mundo de las sensaciones, olores, gustos y sabores con los que se cocinan los días y las noches, las vidas, los sueños y la muerte. Esos ingredientes que no pueden aderezar un plato historicista pero que, sin embargo, son imprescindibles en una novela.
Almudena Grandes agradeció tan acertada, y por exigencias del tiempo, resumida visión de su libro y nos regaló eso que tanto nos gusta a los mitómanos: Los orígenes y las esencias que la llevaron a escribir su última novela. La madrileña se confesó lectora empedernida desde su juventud y, por avatares veraniegos, admiradora de la prosa de Galdos. Así que tal vez este ahí, en un verano de mediados de los años setenta en la sierra de Madrid, la clave para que Grandes haya decidido arrancar con un proyecto de siete novelas que relatará acontecimientos entre 1939 y 1964. Para algunos veinticinco años de paz; para otros de silencio y tristeza.
Almudena desgranó los miedos que acechan su proceso creativo. El tortuoso camino para encontrar la siguiente historia que contar, las equivocaciones en el desarrollo del trabajo y la dicha de escribir y escribir cuando se encuentra el rumbo adecuado. La madrileña habló de sus vivencias con soltura de gran comunicadora. Tiene la virtud de encandilar con sus pensamientos que muestra sin apuros ni falsas modestias. La sinceridad se le escapa en la mirada chispeante de esas personas que siempre están atentas a cualquier vibración, incluida la del teléfono móvil de Ramón Acín que Almudena acunó entre sus manos para que callara de una vez. Una escritora honesta con su escritura, porque la honestidad es la única actitud imprescindible en un escritor. Una honestidad que, por supuesto, esta tamizada por su visión, su ideología y su memoria. Esa es la grandeza de la literatura, la capacidad de contar los mismos hechos desde dos puntos de vista antagónicos que, ambos serán aceptables, si están expresados desde la honestidad.

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29 octubre 2010

Cash Vilas Bosé

Crucé Zeta y las áridas obras del tranvía. Vilas presentaba su poemario al otro lado de la ciudad, un Grandes Éxitos como el último disco que compré. Johnny Cash Collection me recuerda que a mí quien me gusta de verdad es el Elvis Presley de las caderas y el tupé. Pero si Vilas escucha a Johnny Cash, yo escucho a Johnny Cash. Lo escucho en el coche mientras conduzco a los treinta kilómetros por hora que recomienda el alcalde de esta ciudad inmortal. Lo escucho en el Alta Fidelidad del salón mientras el Apocalipsis visita los canales de la tedeté party. Lo escucho en el emepetres germano que me salva la vida todos y cada uno de los días. Lo escucho mientras pedaleo sobre una Bizi stalinista.
Vilas reencarnado en Cash. Vilas con cazadora y camiseta negra, pantalón y libro negro, zapatos negros y, ¡por Dios San Vilas!, ¿dónde dejaste aquellas botas con punta para matar? Dice Olivan, el Sheriff más honrado y perspicaz, que Vilas ha roto con sus poemas primeros, que en las páginas del libro negro los poemas, si están, es porque Vilas aún los quiere y se reconoce en ellos. Pero yo no veo a Vilas como a Cash.
Vilas es Bosé. El Bosé que rompió con su pasado de colorines y abrió una puerta para escapar. Vilas es el Bosé de su pueblo. Porque en el pueblo de Vilas, como en mío, nobody conoce a Cash. En mi pueblo, como en el de Vilas, everybody conoce al hijo del torero más chulo que parió madre. Vilas, acodado en la barandilla como si viviera en una copla de ojos caídos, recitó con faldas negras hasta los pies. Se olvidó de la palabrería poética de los inicios y se asomó a la vida que circula por sus libros de tapas negras y letras grandes. Un mundo que huele a fritanga de barrio, a desguace, a cajera de supermercado, a carretera nacional Vilas y a las ruedas de un Audi 100. Vilas lo sabe y Sonolopez te lo recuerda: El mundo esta cambiando en los sótanos de algún Mac Donald´s:



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26 octubre 2010

La paella de Paco

En primer lugar estaba él. Más tarde vino Berta, y luego Catalina, y un poco antes Rafaelito. Treinta años de trapicheos, dos hijos, una mujer y las caricias sin papeles de Manchuca llevaron al Paco de los andamios hasta el Don Francisco de los despachos.
Paco estaba satisfecho con el trabajo. Su mejor cuadrilla había embaldosado la piscina en un tiempo record. Un enorme escudo del equipo local de fútbol ocupaba gran parte del fondo azulado. Él sólo tuvo que arrancar la bomba de agua y esperar los veinte minutos de cocer el arroz. Limpia los mejillones, rascándolos con un cuchillo bajo el grifo. Limpia y lava el resto de pescados. Quita el corazón al pimiento y trocéalo. Ralla los tomates y quita piel y pepitas. Las paellas de Paco eran famosas entre los ediles de la región. Trocea el pollo, sazónalo y dóralo en el aceite vertido en la paellera. Añade las costillas de cerdo. La mayoría de ellos habían firmado algún acuerdo urbanístico después de hincarle el diente al contribuyente y al guiso del promotor. Añade las cigalas, rehógalas y resérvalas en un plato A los gallitos de la ciudad los unió la pasión por el gol y la malversación de bienes. Añade los calamares cortados en anillos y las gambas peladas. Rehoga unos minutos. Pela y pica los ajos muy finos junto al perejil. Agrégalos. Paco afirmaba que lo importante para la cocina y la albañilería eran los buenos materiales y los amigos con saque. Incorpora el pimiento verde troceado, vierte el tomate rayado y rehoga. Las paellas dominicales eran una tradición, a Paco le gustaba ver a la familia alrededor de la mesa. Cuando el sofrito este hecho añade los guisante escurridos. Machaca el azafrán en el mortero y lo mezclas con agua. Agrégalo. Sin embargo, cuando los trajes a medida y los coches de importación florecieron a su alrededor, comenzaron las deserciones. Mide el arroz a razón de una tacita por comensal, viértelo y rehógalo unos minutos. Primero fue Rafaelito y incompatibilidad moral con el equilibro que su padre gastaba para moverse en la fina línea que separa lo legal de lo conveniente. Añade los pimientos morrones en tiras. Pero lo que le dolió de verdad fue la escapada de la chica. Catalina se marchó sin dar explicaciones. Esa misma noche actuaba de pinchadiscos en un festival pringoso dónde muchos de sus empleados se dejarían el salario en drogas y tatuajes. Mide doble cantidad de agua que de arroz, añadiendo una taza más. Puedes utilizar caldo en lugar de agua. Berta seguía a su lado, silenciosa en los afectos y extremadamente eficaz en las relaciones sociales con las mujeres de los políticos. Nunca supo como Rigoberta la de la Masada se convirtió en Berta la señora de Muñoz. Vierte el líquido en la paellera y deja cocer a fuego vivo unos minutos. Fue una metamorfosis que él se perdió entre zanjas, planos y maletines. Un día, en la inauguración del último pabellón polideportivo, envidió su danza ritual entre los poderosos, sus movimientos felinos entre los vestidos ajustados de las señoras y los escotes vertiginosos de las putas. Berta había sido una pieza fundamental en la construcción de su imperio y él lo sabía, quizás por eso no soportaba el dardo de su mirada que le decía: Paco, peón de yesaire, lo se todo sobre tu vida. Baja la intensidad del fuego y deja que se haga veinte minutos. A media cocción, añade cigalas, mejillones y las almejas abiertas al vapor. Don Francisco el de las paellas la miraba pasear junto a la piscina y no recordaba si alguna vez la había amado de verdad.
Berta subrayó en las invitaciones la intención campestre de la comida y recomendaba traer traje de baño para la inauguración de la nueva piscina. Una ocasión ideal para estrenar sus últimas compras: Un traje Dolce & Gabana cobrizo, sin mangas, de seda plisada y con cuello de caja. La combinación perfecta para los doce centímetros de altura de los Clue Metallic Slingbacks, sus nuevos zapatos Blahnik. Paseaba junto a la piscina. Los ojos de Paco bizqueanban entre los fogones y la tentación de su cintura. Los suyos, irónicos, se reían de su última horterada de nuevo rico. Decorar el fondo de la piscina con el escudo de un equipo rancio y pacato de la Segunda División era la confirmación de que su marido había renunciado a dar el salto a la Primera División de los que manejaban las finanzas y el poder de este país enmudecido ante la corrupción. La bomba llenó la pileta en veinte minutos. El caudal de rebose accionó el sensor de humedad, detuvo el trasiego y activó el sistema de recirculación. Entre la piscina y el sumidero se creó una fina capa de agua. La suela impoluta de uno de los zapatos de Berta resbaló. En los lados más largos de la piscina se habían instalado dos flotadores de emergencia de color naranja. Paco se sobresaltó. Berta cayó al agua presa del pánico. Paco caminó hasta el porche que daba sombra a la cocina y un salto al recuerdo lo detuvo. Ella nunca se zambulló en las pocetas del río Malacara ni cruzó la piscina enmohecida del pueblo. Siempre paseó su cuerpo por el borde del agua con uñas nacaradas, labios rouge y bikinis de lentejuelas. En la playa del sol a la sombra, en los paseos por el mar de la cubierta al camarote. Nunca había visto nadar a su mujer. El chapoteo fue perdiendo intensidad. El cronómetro de la cocina rompió el silencio. Es importante que la paella repose cinco minutos después de la cocción. Paco cubrió el guiso con las hojas del periódico regional y él mismo fue a abrir a sus invitados, le gustaba mantener la costumbre social demócrata de dar fiesta dominical al servicio. La señora del Alcalde era la Presidenta de Honor del equipo de fútbol local y, tras los besos protocolarios, corrió hacía la piscina para ver con sus propios ojos el emblema que sus chicos lucían en el pecho. El grito histérico rasgó la frase de Don Francisco: Esta paella tiene una pinta estupenda.

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22 octubre 2010

Panorama de ojos abiertos


Federico García Lorca viajó a Nueva York en 1929. Jonas Menkes llegó a la misma ciudad a principio de los años cincuenta. Los dos artistas vivieron la convulsión del capitalismo: Lorca en su versión decadente, y Menkes en la sublimación del consumismo. El poeta español encontró una ciudad inmersa en una crisis financiera y social. El poeta Lituano chocó con la embriaguez tras la victoria en una guerra que allanó el camino a una clase media dispuesta a consumir todo el planeta. Menkes intentó esquivar la realidad paseando por los parques de la ciudad en busca de la nostalgia, del retorno a la naturaleza de su Lituania natal. Lorca escribió un grito de horror ante la deshumanización de un tiempo dónde los obreros pedían un plato de sopa y algunos banqueros saltaban desde los rascacielos.
La última revolución también se inició desde las ventanas como trampolines de un par de rascacielos. Inmigrantes indocumentados y tiburones de las altas finanzas unidos por fuerza de la gravedad. Símbolos del nuevo orden mundial dónde el capitalismo cibernético se enfrenta a una guerra sin frentes ni uniformes. Un escenario dónde el anonimato engrandece la acción. El nuevo partisano no tiene ni nombre ni patria ni banderas ni símbolos.
Todo comenzó en la caverna. Los cazadores representaron a sus presas y ese gesto los humanizó. Fue el primer intento de salvación. El hombre dejó de ser cazador y cayó en la trampa, en el crucifijo del capitalismo salvaje: Todo por el dinero. La prosperidad actual tiene el precio de vivir bajo la dictadura de la cobardía, sentirnos más y más seguros activa la economía del miedo. La espiral de consumo acabará con este mundo que reconstruiremos gracias a las nuevas tecnologías: Contra el descalabro industrial del antiguo capitalismo, una solución industrial ecológica y limpia que organizarán esos a los todos ya conocemos. La catástrofe como motor de la nueva era.
En este escenario sólo quedan dos salidas. Podemos refugiarnos en un corral de gallinas. Un mundo ciego prendido a las ilusiones de un sexo tal falso como la tentación del cuerpo de algunas jovencitas. Vivir la metamorfosis del alfarero que moldea el barro para, atrapados por el espasmo, cacarear la satisfacción por la presencia efímera del dinero. La segunda es regresar a la caverna. La tecla de la guerra será el rewind de la historia, caminar hacía atrás hasta llegar al infierno para, una vez allí, imitar a los cazadores que nos precedieron y buscar una representación que nos salve. Lorca y Mekas lo consiguieron. Ellos encontraron la salvación en la poesía, y nosotros ¿Nosotros que vamos a hacer?
“Panorama de ojos abiertos” — una coproducción entre el Teatro de la Estación (Zaragoza), Teatro de los Manantiales (Valencia) y Aura Teatro (Kaunas-Lituania) — construye una crítica demoledora a la sociedad actual con una representación arriesgada y militante. Recibió el premio a la propuesta más innovadora de la Feria Internacional de teatro y danza de Huesca 2010. Un espectáculo multidisciplinar que conjuga perfectamente la tensión de la coreografía, subrayada por la música y la palabra. La brillante ejecución de los actores, bailarines, cantantes y músicos mantiene al espectador en una situación de tensa espera que sube de intensidad hasta el desasosiego, y termina con la efímera placidez de un paraíso.
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Teatro de la Estación.
C/ Teniente Coronel Pueyo, 8-10
50.004 - Zaragoza
Tlfno: 976 46 94 94
Funciones
VIERNES 22: 21.00 h.
SÁBADO 23: 21.00 h.
DOMINGO 24: 20.00 h.

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20 octubre 2010

Interminable silencio

Miré los datos de la cita tatuados en mi piel, entonces aún no sabía que hasta hoy no volvería a lavarme aquel antebrazo, que aquellos números marcarían cada segundo de mi vida como el día y la hora de mi nacimiento. Faltaban treinta minutos cuando me senté en las murallas romanas. La esperaba ronroneando como los gatos a los que cada tarde daba de comer. El bocadillo de chorizo pamplonica fue el gran descubrimiento de mi padre. Hizo furor en el barrio. Los niños se lo merendaban acompañado de Nocilla, se instaló en el almuerzo de los obreros y hasta llegó a la mesa del vino español en honor a la Virgen. Mi padre me instruía cada día para que apurara los culos de las piezas. Las mujeres se quejaran, decía, pero entonces es cuando tienes que sacar el salero hijo mió que eres un sieso, y entonces me daba una colleja. De tanto apurar la mercancía un día me corte la yema del dedo gordo. Eso te pasa porque no estás en lo que celebras. Dos semanas después regresé a la máquina de cortar embutidos y empecé a guardar los culos de las piezas del chorizo pamplonica. Me gustaba dar de comer a los gatos, vecinos libres, nómadas orgullosos, callejeros de luna que no aceptaban la gatera miserable que los condenaba a la sombra. Al poco tiempo comprobé que a los mininos también les gustaba la mortadela con olivas, el jamón york y el lomo embuchado. El primer día que llevé unas lonchitas variadas de embutidos ibéricos fue una fiesta. La dieta gatuna era un dispendio para la contabilidad de la tienda y ese desfalco me mantenía en la senda de la felicidad.
El vaivén de su cuerpo agitó las palomas de la Plaza del Pilar, un baile al que se unieron jueces, rateros y parejas modernas camino de los juzgados para casarse por lo criminal. Casarse era un delito que nosotros nunca cometeríamos. Entonces no sabía que los juzgados tenían el color sepia del mandil que me tenía preso, la misma luz mortecina del cuarto dónde cada día enmascaraba las cuentas. Robarle a mi familia no era algo que me enorgulleciera, al principio sufrí accesos físicos de asco, pero poco a poco llegue al convencimiento de lo acertado de mi acción. Aquellos pocos cientos redondeaban mi salario hasta dejarlo en el terreno de lo justo.
Te voy a enseñar nuestro futuro. Esa fue la llave que abrió su curiosidad. Todavía no le había dicho lo del puesto en el Mercado Central. Una verdulería muy bien situada y con clientela de toda la vida. El lugar ideal para una pareja joven con instinto de tenderos. Nunca me lo dijo pero yo sabía que estaba harta de vender botones a media jornada en la mercería La Jotera. Al principio le gustó la idea de trabajar en la calle Alfonso, pero con el tiempo acabó harta de las señoronas de rosario, cotilleo y mala leche que pasaban horas eligiendo entre un botón de nácar y una presilla de metal. A las disputas diarias con mi padre se unió el morro de mis hermanos. El mediano no daba un palo al agua con la engañifa de los estudios de Derecho. Iba por ahí contando que quería ser el notario más joven de España, y a mi padre se le caía la baba. El pequeño era la estrella de la casa. Con entrenar un par de horas al día y pegarle cuatro patadas al balón ya tenía bastante. Al juvenil con mayor protección de la cantera local se lo folló la hija de la portera y si te he visto no me acuerdo. Ahora va con un silbato desordenando el tráfico.
Estaba cansado. Mi padre aún vivía del sueño pamplonica y no me dejaba aplicar nuevas ideas a la tienda de comestibles. Pero todo eso iba a cambiar. El puesto del Mercado era el primer paso de un gran proyecto que pivotaba sobre tres pilares: Primar la calidad del producto de temporada, mimar al cliente con capacidad económica para elegir lo mejor y estrechar lazos entre productores y consumidores.
Su sonrisa, aún lejana, me sacó del cuento de la lechera. Ella siempre lo escuchó. Nunca dijo nada, si acaso que la dueña de La Jotera se iba a enfadar mucho si dejaba una tienda tan fina para vender coliflores en el mercado. Levantó el brazo para saludarme. Fue un gesto breve, mucho más breve de lo habitual. Un autobús se interpuso entre nosotros. Era verde. En el hospital leí que el conductor tenía cuarenta y siete años, se llamaba Ángel José Ramos Saavedra, que era gallego de La Coruña, estaba casado y tenía dos hijos. El pulsador cerró el circuito eléctrico. Los amperios no saben nada de moral. Ellos se limitan a circular entre dos puntos con diferente tensión, como esas ideas que necesitan transitar entre las verdades aniónicas de una creencia y el cátodo imaginario del opresor. El estruendo sordo y contundente elevó al cielo cientos de palomas. La torre de San Juan de los Panetes tembló. La onda expansiva del silencio arrasó toda la ciudad. Entonces aún no sabía que jamás volvería a pisar la Plaza de Cesar Augusta. Cincuenta kilos de tuercas y tornillos describieron parábolas de muerte. Hasta mis pies llegó una placa con forma de rombo. Academia General Militar. Mi silencio ha estado acompañado durante todo este tiempo por un miedo que pensé interminable.

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17 octubre 2010

Innisfree en Tardes de Blog_El anuncio


Innisfree
es el próximo invitado a la XVI edición de
Tardes de Blog.

Chesús Yuste nos contará de donde viene su pasión por Irlanda

viernes 22 de octubre a las 19:30 horas

El Pequeño Teatro de los Libros
C/ Silvestre Pérez 21
Las Fuentes
Zaragoza

Autobuses: 22, 24, 30, 44, Ci1 y Ci2
Parada Bizi: 36

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15 octubre 2010

Dadá Kabaret Callejero (3ª y 4ª Parte)





Primera Parte, aquí.
Segunda Parte, aquí.
Reseña Kabaret Callejero y Novio de la muerte (Versión Diego Peña), aquí

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14 octubre 2010

Dadá Kabaret Callejero (Segunda Parte)



Primera Parte, aquí.
Reseña Kabaret Callejero y Novio de la muerte (Versión Diego Peña),
aquí
Aún puedes verlos en directo:


Lugar En la calle
Plaza San Pedro Nolasco
Zaragoza, Spain
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Creado por: Dadá Rock Zgz

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Más información 14 de octubre en San Pedro Nolasco
KABARET CALLEJERO!!!

de 21h a 24 h

CON
Jaime ocaña
Juako Malavirgen
Lurte
Diego Peña
Pepin banzo
Dani Ro
B boy j
Daniel Rabanaque
Pato y hernán
Don nadie
Menikmatiko
Huellas de barro
Los teloneros
Ritmondo

Jj sanchez
Encarni Corrales
Maria Jesus san Juan
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y por supuesto Dadá!!!!!!!!!

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13 octubre 2010

Dadá Kabaret Callejero (Primera Parte)



Crónica Kabaret Callejero, aquí


Lugar En la calle
Plaza San Pedro Nolasco
Zaragoza, Spain
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Creado por: Dadá Rock Zgz

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Más información 9 , 10 11, 12 y 14 de octubre en San Pedro Nolasco
KABARET CALLEJERO!!!

de 21h a 24 h

CON
Jaime ocaña
Juako Malavirgen
Lurte
Diego Peña
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Pato y hernán
Don nadie
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12 octubre 2010

Cardio Tour en Zaragoza


A Bosé o lo amas o no tienes nada que hacer. Yo me enamoré de él en 1978. Su presentación en Televisión Española me dejó pegado al suelo de mi casa en el Barrio del Piojo. Y aquella canción en la que le decía a una chica que tenía que dejar de hacer el amor con ella porque se acordaba de otra, eso si que era demasiado para un zagal de trece años en la provincia de Teruel.
Un par de años después lo vi en directo en el Huevo de Zaragoza, algo que siempre agradeceré a mi hermana y mi cuñado. Me recuerdo pasmado en la grada ante el humo, las luces y las coreografías. Así que ya ven, mi encandilamiento por Miguel Bosé viene de antiguo.
El camino ha sido largo y jalonado de algunos desencuentros que, justo antes de convertirse en irremediables, siempre se solucionaron. Cuando estaba cansado del fenómeno fan llegó “Bandido” y “Salamandra” para dar paso a la década de los noventa que culminó con “Laberinto” (un gran disco que hasta el propio Bosé ha olvidado), y las “Once maneras de quitarse un sombrero” que, por fin, concitó elogios en la prensa musical especializada que siempre lo había ignorado (aún guardo la crítica de Diego A. Manrique) Y entonces Bosé se reinventó de nuevo y dio un nuevo giro en su carrera. “Sereno” fue el primer paso y “Velvetina” confirmó una apuesta valiente por la modernidad, los nuevos sonidos, más electrónica sin renunciar a la elegancia de las melodías, nuevas formas en las letras y búsqueda de un concepto global. Bosé dotaba sus canciones de texturas, sabores, olores y colores. Pero las cosas no debieron salir como estaban previstas, al menos en lo económico. Entonces vino Papito Tour, un karaoke gerenacional que lo mantuvo tres años de gira y lo elevó de nuevo al trono de las listas de venta del ámbito latino y hasta de este país cuando ya no se vendía un disco.
Cardio Tour es el regreso, la continuación del camino, recoger el testigo que se dejó en “Velvetina” para darle más frescura y optimismo. Un espectáculo confeccionado al milímetro con una escenografía diseñada para subrayar conceptos, que las imágenes y los videos sean una lanzadera visual que ayude a comprender el mensaje porque, no lo olviden, en Miguel Bosé todo es mensaje, a veces críptico y otras evidente; descriptivo para con la realidad o en escala de sueños y valores. “Cardio Tour” te hace palpitar desde la contundencia de los nuevos temas hasta la enésima reinterpretación de los más veteranos. Abogo por un concierto de Miguel Bosé sin las canciones “Nena”, “Amante Bandido” y “Sevilla” que, en realidad utiliza para devolver al público más clásico a la Tierra, para darles un respiro porque sus nuevos vuelos rastrean territorios que, como te descuides, dejan fuera a quienes aún viven y suspiran por los grandes éxitos del pasado. Yo se lo perdono, pero sólo por esta vez y, por favor Don Miguel, deje usted de mover el culo para que le chillen chicas, mozas recias y yogurcines. No le hace falta un recurso tan manido. Su propuesta es apabullante y moderna, siga por ahí, abra nuevos caminos y olvídese definitivamente de dónde viene. Yo se lo agradeceré y así mantendremos este idilio que ya dura treinta y dos años.




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11 octubre 2010

Kabaret Callejero


Kabaret Callejero es un espacio abierto donde los chicos de Dadá ejercen de anfitriones. Lo podrás encontrar en la Plaza de San Pedro Nolasco, bajo una lona con sueños de carpa y un sofisticado sistema de desagüe diseñado para sortear con gracejo la lluvia que ha traído el inicio de las Fiestas del Pilar. Un espacio alucinante con un diseño luminotécnico capaz de fundir los plomos de la subestación más cercana y una cantidad apabullante de megavatios por metro cuadrado, sonido para dar y vender.
El despliegue técnico es lo menos importante si lo comparamos con la riada de artistas que cada noche de los días 10, 11, 12 y 14 de octubre pondrán en pie un espectáculo ayudados por el vértigo de la poesía, las palabras de la risa, la música de mover las caderas y la magia del circo. Cómicos, malabares, poetas y músicos nos ofrecen un espectáculo mutante, distinto cada día, un show a pie de calle, un viaje que empieza a las nueve y termina a la hora de las brujas, tres horas llenas de imaginación y energía. ¿Cuanto vale eso? En este espectáculo no hay taquilla, no hay platea ni patio de butacas, en el Kabaret Callejero los artistas nos entregan su magia y el espectador pone el precio, por eso es importante que lleves suelto en el bolsillo, porque los titiriteros tienen la mala costumbre de comer todos los días y cenar alguno de ellos. ¿Cuánto vale tu risa? ¿Qué precio le pondrás a las ganas irrefrenables de bailar? Ellos, los artistas del Kabaret Callejero aceptan billetes de curso legal, incluso en divisa extranjera. No te pierdas esta función que cumple con la promesa que se lanza desde otras tribunas mejor iluminadas, sonorizadas y supervitaminizadas: La fiesta esta en la calle, y en estas Fiestas del Pilar 2010 la fiesta, la creatividad y el ingenio afloran cada noche en el Kabaret Callejero.





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Lugar En la calle
Plaza San Pedro Nolasco
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Más información 9 , 10 11, 12 y 14 de octubre en San Pedro Nolasco
KABARET CALLEJERO!!!

de 21h a 24 h

CON
Jaime ocaña
Juako Malavirgen
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Daniel Rabanaque
Pato y hernán
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09 octubre 2010

Me niego por tres veces

Massive Attack infectó mis odios durante una noche de primavera. En la noche de hoy, hipnotizado por un presente que no entiendo, sus pócimas trip suenan al otro lado de la ciudad y yo, mutación del que fuí, los veo fullscreen en mi ordenador. Siento el vértigo de mi decadencia y me niego por tres veces

04 octubre 2010

400 páginas

Para Adrián Andrés

“Hacía mucho tiempo que había dejado de considerarse real.
Si seguía viviendo en el mundo era únicamente a distancia.
(La trilogía de Nueva York. Paul Auster)


El veranillo de San Miguel era de sobresaliente. Los veintimuchos grados invitaban a lucir bandera brasileña en las chancletas del Carrefoour, bermudas Heineken de verdes hojas, camiseta Irish Green con pinta Guinnes y una visera comprada en Salou en la que se podía leer: Javier López Clemente is the one.
El Paseo Independencia bullía varado en la última ráfaga de calorcito que el otoño regalaba a la ciudad del cierzo. Javier calculaba los segundos que le separaban de un cucurucho de chocolate con nata cuando telegrafió a una chica que, plantada en la puerta del Café & Te, lucía minifalda ajustadita, camisa blanca de generoso escote con faralaes y una cola de caballo que movía al ritmo de un suspiro. Ella se acercó a la carrera mientras Javier desviaba la mirada. Estaba claro. El chispeante parpadeo de la chica lo había pillado y ahora taconeaba furiosa a quince centímetros del suelo.
Javier valoró la posibilidad de poner distancia con el trote cochinero que gastaba en las riberas del Ebro. No tuvo ocasión. Sintió como unas manos poderosas se aferraron a sus brazos, saltaron a los codos y se hicieron fuertes en los triceps. El zarandeo duró lo suyo. La agitación comenzaba en los brazos y generaba dos ondas: La de alta frecuencia descendía por las piernas hasta las plantas de los pies, regresaba por el interior de los músculos, cimbreaba la bolsa escrotal y se perdía entre las curvas del intestino delgado. La de baja frecuencia solo afectaba a los mofletes, centrifugados en un gracioso mohín.
¡Ay Nacho Escuín! ¡Hace tantísimo tiempo que quiero verte! Javier conocía a Nacho Escuín porque había asistido durante la primavera a uno de sus cursos de escritura creativa. ¡No sabes cuanto me alegro de que hayas acudido a la cita! Nacho es un poco más bajo que Javier y tenía el pelo largo. Estoy muy ilusionada con la novela negra que he escrito. Nacho siempre vestía entre el negro y el gris.. ¿Supongo que dedujiste que era una novela de género? Nacho es editor ¿Tomamos un café y te cuento la trama? Aceptó el enredo sin remordimientos. Era lo más cerca que había estado de cumplir su sueño: Las presentadoras de La Sexta, enfurecidas por un desorden hormonal, le asaltaba por la calle y lo arrastraban hasta la cama. Al fin y al cabo, una criatura con aquellas hechuras estaba muy cerca de pertenecer a la casta intocable de las Tedeteland.
La chica hablaba sin medida. Las palabras fluían a toda velocidad, frescas, cada una en su lugar, sin aglomeraciones ni atascos. El discurso lo hipnotizó. Naufrago en el cobalto de sus ojos y el asfalto de sus curvas. Javier se dejo llevar embriagado por tanta energía, por las palabras y sus significados. La chica le habló del día que se encerró en casa y escribió 400 páginas al servicio de su protagonista: Una jovencita natural de las Cinco Villas se instalaba en Zaragoza para inflitrarse en el hampa de medio pelo que controlaba la ciudad. Se llamaba Virtudes, como su abuela. Los crímenes son una excusa para llevar al lector hasta donde habitan los problemas sociales. Tres años de mi vida guardados aquí. La chica sacó un pendrive del bolso y lo puso sobre la mesa. Javier no pudo imaginar a una heroína con el nombre de Virtudes.
Un denso silencio sobrevoló a la pareja. Él no sabía que hacer. “Moon River” trajo un mensaje al móvil de la chica. Javier aprovechó la pausa y se bebió el café con leche de un solo trago. Estaba frío. Lo siento pero me tengo que ir. La chica se levantó con brusquedad. Javier la acompañó. Ella cogió el pendrive y se lo dio. Durante varios segundos permanecieron en silencio. Él no sabía que añadir ante tan inesperada despedida. La chica le hecho los brazos al cuello, buscó sus labios y le metió la lengua hasta el fondo de la boca. Fue un beso apasionado. Javier tardó unos segundos en comprender lo que ocurría. La falta de oxígeno activó el sistema automático de pensamiento. Las imágenes eran dispersas. Zapeó en busca de alguno de los rostros de las chicas de La Sexta pero se bloqueó y no pudo personalizar aquella suntuosa humedad que lo invadió. Cuando por fin pudo respirar, la chica le lanzó una última mirada y se marchó. ¡Nacho, me gustaría que lo leyeras!, gritó desde la distancia.
Las mesas del velador continuaban llenas cuando pidió la tercera copa de coñac. El sabor dulce que la chica había dejado en su boca resistía los embates del alcohol. Javier intentaba olvidar la ficción lúbrica de aquellos labios sin embargo, el pendrive sobre la mesa era una prueba contundente, el certificado de que todo había sucedido en el plano de la realidad.
¡Hombre! ¿Qué tal va todo? Javier disimuló su sobresalto pero lo traicionó un leve tartamudeo. Ya… ya ves, como siempre. Nacho Escuín le tendió la mano y se sentó. Cuanto tiempo sin verte… desde junio, el día que nos tomamos unas cañas con Alfredo Saldaña en tu barrio. Joder Nacho, aquella clase magistral a pie de barra es inolvidable. ¿Y que haces por aquí? Nada, daba una vuelta, ¿y tú? Estoy frenético, ¿sabes? He quedado con Parsi Rius en esta cafetería, a lo mejor la conoces, tiene un blog muy interesante sobre novela negra. El otro día me llegó una carta con el primer capítulo de su primera novela. Un material muy bueno para la nueva línea editorial que quiero impulsar.
Javier notó como sus mejillas empalidecían ¿Te ocurre algo? ¿Qué…qué me va a ocurrir? Apuró el coñac, levantó la copa vacía y buscó al camarero. ¿No es muy pronto para tomarte dos copazos? He estado escribiendo mucho durante este verano, mintió. La verdad es que he escrito más que nunca, volvió a mentir. El resultado tal vez te interese. Javier cogió el pendrive de la mesa: Aquí tienes, 400 páginas de la novela negra que va a inaugurar la nueva colección de Eclipsados. Y guárdame el secreto, Parsi Rius soy yo.

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03 octubre 2010

Javier Ruescas en El Pequeño Teatro de los Libros


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Fotografía de José Marco:

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